Anfibolita

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Más duro que la piedra caliza, más pesado que el granito. Me siento como anfibolita.

El año escolar comienza lentamente, cada día arrastrándose más largo que el anterior. Solo los maestros son felices, mi trabajo es cada vez más elaborado y difícil. Después de que mi profesor de geología presentó mi ensayo a un profesor que conoce en la Universidad de Vic, la profesora Park me escribió un mensaje personal informándome que ella quería que estudiara en su departamento y, si lo necesitaba, me escribiría una carta de recomendación para el decano de admisiones, pero que no cree que necesite ninguna ayuda para que me admitan.

No la necesitaré. El trabajo escolar no es solo mi única distracción y en lo que me concentro, no necesitaré ayuda porque no quiero quedarme en Wellington.

Arrastro los pies junto a mis amigos y me escondo en la protección de sus risas y bromas.

—Amigo —exclama Taehyun, golpeando mi brazo.

Estamos en nuestro lugar en el patio por la pared de ladrillo.

—¿Nos llevas a casa de Minjeong después de clase? —Levanto una ceja. Sé lo que él quiere, pero no puedo encontrar la energía para que me importe.

—Sus compañeras de piso no están interesadas. —Al menos no creo que estén interesados. No he estado exactamente prestando atención.

Él y Huening kai intercambian miradas confusas y sacuden sus cabezas el uno al otro.

Taehyun dice afectado:

—¿Qué pasa con él?

—Que necesita echar un polvo —contesta Huening kai y, acto seguido, chasquea los dedos—. Ya sé qué vamos a hacer: a mi primo también le gustan los chicos y viene en un par de semanas para mi cumpleaños.

Taehyun se frota las manos.

—Vendido. Y quizá así tengamos al verdadero Beomgyu de vuelta. —Se ríe—. A ver si tu primo le mete un poco de vida en el cuerpo.

Encuentro las ganas suficientes para, al menos, decir:

—¿Y quién dice que no sería yo el que le metiera algo a él?

—Ese es nuestro chico. Un poco más grosero de lo habitual, pero me gusta. Me gusta mucho.

Me quedo mirando el banco en medio del patio.

Suena el timbre, alertándonos de que volvamos a clase. El ambiente es distinto: el aire está más cargado, más denso.

Después de la escuela, encuentro una gran piedra oscura que Yeonjun dejó para mí cerca de la ventana trasera. Cuando la tomo, no siento el peso de miles de recuerdos. Siento vacío. ¿Se está solidarizando la piedra con mi estado de ánimo?

Taehyun y Huening kai me alcanzan. Uno me pone un brazo alrededor del cuello, el otro alrededor de la cintura, y empiezan con las súplicas:

—Nos portaremos fenomenal.

Taehyun aletea sus pestañas. Estoy a punto de decir que no, no hoy, cuando mi bolsillo vibra. Una suave brisa lleva el fuerte sabor de gases de escape mezclado con especias de la India.

Las risas repentinas de mis amigos resuenan en mis oídos. El teléfono vibra nuevamente, enviando escalofríos por mis brazos mientras tomo la llamada.

—¡Yeonjun! —Una sonrisa tira de mis labios y rio, alejándome de Huening kai y Taehyun.

El sol brilla en mi cara y respiro en la brillantez.

—¿Cómo estás? —Su voz es ronca y tose—. Lo siento. Resfriado de otoño.

—Eso apesta. Estás llamando temprano esta semana.

𝕽𝖔𝖈𝖐 𖤐「 𝖄𝖊𝖔𝖓𝖌𝖞𝖚」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora