𝕽𝖔𝖈𝖐 𖤐「 𝖄𝖊𝖔𝖓𝖌𝖞𝖚」

Pounamu

Pounamu también conocido como nefrita, gema verde o jade. Una piedra que proporciona equilibrio y que se usaba para asegurar la armonía en las relaciones. La edificación y erosión traen esta piedra metamórfica a la superficie de la tierra. El desamor, la pérdida, el dolor, las amistades, la familia y el amor me han guiado a este momento. Me han traído a casa.

Yeonjun y yo estamos sentados a la mesa del comedor con papá, mamá y Minjeong, a quien invitamos a venir.

Las cejas de papá están fruncidas mientras sostiene una de las tazas de té favoritas de Jinsol.

—Les pedimos que vinieran porque queremos compartir algo con ustedes —expreso con cuidado, mirando a Yeonjun junto a mí.

Estoy acordándome del momento compartido en nuestro balcón: Él me sonríe, nervioso pero determinado mientras nos miramos el uno al otro sobre las llamas que devoran el sobre. Esta es la verdad. Sus palabras siguen resonando en mi cabeza.

Miro a mi madre y luego a Minjeong, que asiente con la cabeza casi de forma imperceptible, dándome su apoyo. Ellas saben de qué se trata. Mi hermana me sonríe dándome fuerzas mientras mi madre le sirve más té a mi padre.

—¿Compartir? —repite papá, quien nos mira a ambos—. ¿De qué se trata?

La manzana de Adán de Yeonjun salta cuando traga.

—¿Tienes esas piedras?

Saco las piedras que Yeonjun me pidió que bajara y las alineo sobre la mesa. Yeonjun aprieta los labios para no reírse y murmura:

—En orden cronológico.

Sonrío y froto su muslo bajo la mesa. Se acerca como para absorber mi fuerza. Toma la primera piedra, pequeña y redonda.

—La primera piedra que le di a Beomgyu. —La hace rodar entre sus dedos—. Fue entonces cuando empezamos.

Papá frunce el ceño, pero no dice nada.

Yeonjun toma el lapislázuli, piedra azul que representa la verdad absoluta y la amistad.

—Esta fue la piedra que Beomgyu recogió en mi décimo séptimo cumpleaños.

—Tendrás que explicarlo mejor —indica papá y le da un trago a su té —. No entiendo qué están compartiendo exactamente. —Pero sus manos tiemblan un poco, parece que sí lo adivinó después de todo.

Con gentileza, Yeonjun deja el lapislázuli y señala las otras piedras: caliza, cuarzo, granito, amatista, aguamarina, piedra lunar.

— Fui yo quien le dio estas piedras a Beomgyu.

Pellizco su muslo, me acerco y susurro:

—Al fin lo admites.

Su sonrisa pícara me hace sentir como si él me hubiese pellizcado.

—Ya lo sabías. Y yo sabía que lo sabías. Siempre ha sido así. —Esa sonrisa resplandeciente me enciende como pocas cosas en el mundo—. Miro tus piedras y lo recuerdo todo. —Yeonjun dirige la mirada a mi madre, a Minjeong y, por último, a papá—. Recuerdo lo que cada una de estas piedras significa porque yo estaba ahí con Beomgyu en la mayoría de esos momentos. Enamorándome de él.

Mi padre parece quedarse sin aliento.

—No lo entiendo —exclama—. Son hermanos.

—Hermanastros —aclaran mama y Minjeong al unísono.

Papá abre la boca y sacude la cabeza. Aprieta sus labios en una fina línea.

—Entiendo que esta ha sido una época estresante para ustedes. Hacemos cosas extrañas cuando sufrimos, pero...