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"Bien, entonces puedes venir ahora".
Dijo Ashley. Por alguna razón su voz sonaba más nerviosa que de costumbre. Coy dio un paso con cuidado, sintiendo el miedo en la esquina de su mente. Fue cuando tragó saliva y finalmente giró la pared y se enfrentó a Ashley.
... Sí.
Coy se quedó quieto con los ojos muy abiertos. De pie, a pocos pasos, Ashley no era muy diferente de otras veces. Iba vestido con una cómoda camiseta y unos vaqueros, como siempre, descalzo y con sandalias. Cuando estaba en casa, llevaba el pelo tan desordenado como de costumbre. Era lo esperado hasta ahora. Era la cara la que era completamente diferente a lo que se imaginaba.
La cara de Ashley estaba hinchada. Sin embargo, no tenía toda la cara hinchada por el llanto, sino que sólo una mejilla estaba coloreada de rojo, dejando una clara marca de la mano. También mostraba arañazos en el cuello.
¿... Gato?
Eso pensó Coy al principio. Nunca tuvo un gato, pero alimentó a un gato de la calle. La gata tardó un tiempo en abrirse, pero hasta entonces se rascaba el dorso de la mano con frecuencia. Al cabo de un tiempo, escondía las uñas de los pies y empezaba a golpearlas con los pies, lo que también dolía bastante.
La cara de Ashley es así ahora. Un gato callejero con una mala relación parecía haberse levantado y golpeado con fuerza, desconfiando de los extraños.
Si no fuera por las huellas de las manos, lo pensaría.
Las marcas de los dedos que quedaban claramente fueron dejadas por los humanos. Coy, que sólo había mirado su cara sin decir una palabra, abrió la boca con cuidado.
"Bueno, Ash".
"Sí".
Contestó Ashley. Sus labios también parecían un poco desgarrados. Coy preguntó, vacilante.
"Por casualidad, eso..."
No se atrevió a decir lo siguiente, Ashley dijo.
"Sí, Ariel me golpeó".
"Oh, mi"
Por un momento, Coy tragó una respiración agitada sin darse cuenta. Ashley se rascó la cabeza de la espalda con brusquedad, tapándose la boca y poniendo los ojos en blanco.
"¿Ves? No hasta el punto de preocuparte".
"Bueno, ya veo".
Coy tartamudeó. Tenía que decir algo, pero no se le ocurría nada. Abrió la boca con una insinuación.
"Oh, mira, debe haber estado muy enfadada".
"Supongo que sí".
Ashley habló como si fuera un asunto ajeno. No se sentía ni enfadado ni deprimido. Coy preguntó después de dudar.
"Oye, ¿estás bien?"
"¿Qué?"
Coy dudó y respondió con franqueza.
"Te ha dejado Ariel".
"¿Qué?"
Ashley reaccionó igual por teléfono. Esta vez parecía especialmente sorprendido. Ashley, que frunció el ceño, volvió a preguntar.
"¿Ariel me dejó?"
Los ojos de Coy también se abrieron de par en par ante la sincera respuesta.
"¿No?"