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La noche era oscura y un par de relámpagos iluminaban las densas calles del pueblo. El protagonista de la película había mandado a la cama a su hija y era hora de ir a arroparla. Se paró de su viejo sillón reclinable y, sin previo aviso, la luz eléctrica cedió dejando en total oscuridad la casa.
—¡Papi!
Se escuchó gritar desde el segundo nivel.
—¡Tranquila, nena! ¡Voy para allá, no te asustes! —gritó, tratando de calmar a su hija.
Tomó la linterna que se encontraba en la mesita de la sala y comenzó a subir las gradas. La madera vieja del suelo rechinaba con cada paso haciendo que resonara en todas las paredes de la silenciosa casa. Un rayo iluminó momentáneamente su camino haciendo que la niña gritara de nuevo.
Rápidamente, terminó de subir al segundo nivel y abrió la puerta de la habitación. Su hija lo esperaba recostada en la cama con las sabanas hasta la cintura.
—Aquí estoy hija, no pasa nada —habló el padre con dulzura.
Se acercó a la cama de la niña y recorrió con su mano las sábanas, las tomó entre sus dedos y las subió hasta el cuello para evitar que ésta se enfermara en aquella noche lluviosa.
—Buenas noches mi amor. —Se acercó y le plantó un tierno beso en la frente—. Te amo.
El hombre se levantó y prosiguió a salir de la habitación. Ya era tarde, y aún sin luz, le faltaba mucho trabajo por hacer.
—Papá —murmuró la niña, deteniendo su marcha—. Hay alguien debajo de la cama...
Él regresó la mirada hacia su hija preocupado por su comentario y la manera tan seria en que lo había dicho.
—No... No hay nada, hija —respondió tartamudeando.
Ella se limitó a asentir con la cabeza.
El protagonista no tenía otra opción. Si quería que su hija durmiera tranquila, tendría que probarle que no había algo de qué preocuparse debajo de la cama. Éste se acercó de nuevo a la niña y comenzó a bajar, lentamente, hasta que sus rodillas tocaron el frío piso.
Alex tomó mi mano con fuerza. Podía sentir el miedo recorrer mi espalda de nuevo, la tensión se sentía en el aire.
El papá de la niña asomó su cara al suelo para poder ver mejor debajo de la cama y sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.
—Shhh... — acalló su hija, quien se encontraba debajo de la cama con sus risos dorados sucios y sus ojos llorosos—. Papi, hay alguien en mi cama —murmuró preocupada.
Tomé con fuerza la cubeta de palomitas. Alex se había aferrado a mi brazo ocultando su rostro en él. Parecía una niña pequeña dejando un solo ojo visible para poder seguir mirando la película.
El hombre, lentamente comenzó a levantarse del suelo. El miedo se reflejaba en su rostro. Se acercó a la orilla de la cama para ver a su «hija» quien, supuestamente, estaba bien arropada, solo para darse cuenta de la inexistencia de ésta.
Las sábanas se encontraban desordenadas y la almohada mal posicionada. El silencio invadió la habitación por varios segundos. Un rayo iluminó la oscuridad seguido de un fuerte trueno que estremeció todo a su alrededor. La luz proveniente de la ventana dejó ver la sombra de una siniestra silueta en el techo. Era algo que parecía ser... Parecía...
El padre alzó la vista pudiendo ver a una niña que colgaba del techo como si estuviera flotando. Sus miembros superiores e inferiores se encontraban retorcidos hacia atrás. Daban el aspecto de estar rotos, pero de igual forma se aferraban con fuerza a las paredes de la habitación. Tenía puesto un vestido blanco de encaje, en él se notaban varias manchas de sangre que lo pintaban completamente. Su rostro estaba cubierto por un sucio, denso y fúnebre cabello negro que, a simple vista, parecía perteneciente a un cadáver.
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Inmaduro Amor Ocasional
Teen Fiction¿Eres capaz de quitar tu mascara y mostrar tus heridas? Daniel Ashton no ha tenido la vida perfecta que un adolescente desearía. Existen momentos dolorosos que lo han hecho sufrir desde pequeño y, aunque trata de ser el chico divertido de siempre, é...