Capítulo 37: Último día de Clases

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Después de lo ocurrido en casa de Josh, nunca volvimos a mencionar algo al respecto. Tal vez fue porque mi amigo logró desahogarse por completo esa noche o también porque la semana de exámenes nos mantuvo demasiado ocupados como para pensar en ello. El punto de todo es que, después de varias noches de desvelo, estrés y mucho café, la semana de exámenes logró llegar a su fin.

Como era costumbre, la entrega de notas se pospuso hasta el último día de clases. Esto solo confirmaba la teoría de que los profesores se alimentan del miedo ajeno. Era inhumano mantenernos tanto tiempo con la duda, pero, de igual forma, lo seguían haciendo.

—¿Y..? —preguntamos todos al unísono.

La espera por fin había terminado. Alex llevaba varios segundos revisando su hoja de calificaciones sin pronunciar palabra alguna, parecía como si estuviera leyendo un acta de defunción o alguna carta de suicidio.

Conforme iba avanzando, una mueca fue apareciendo en su rostro. Un sentimiento de pesar recorrió mi cuerpo y todos nos encorvamos desilusionados. Repentinamente, el semblante triste de Alex fue sustituido por una sonrisa de oreja a oreja y dirigió su vista hacia nosotros.

—¡Gané!

Todos gritamos de emoción. Estaba tan orgulloso de ella. Había sido una ardua batalla, pero se sentía bien saber que todo había valido la pena.

—¿Cuánto sacaste? —pregunté, curioso. Ella giró su hoja para mostrarnos el resultado, un "A+" resaltaba en una de las esquinas. —¡Eso es increíble! —grité, para luego tomarla de la cintura y alzarla en el aire—. ¡Te dije que serías el mejor punteo de toda la preparatoria!

—¡Gracias, gracias, gracias! —Alex estaba igual de emocionada que yo, se acercó a mis labios y plantó un beso rápido—. Si no hubiera sido por tu ayuda, creo que no lo hubiera logrado.

—¡Nah!... Eres una chica increíble, esa nota es gracias a tu propio esfuerzo.

—Entonces... —interrumpió Josh—. ¿A dónde iremos para celebrar el inicio de las vacaciones?

—Ni idea, ¿se te ocurre algo?

—¿Qué tal si vamos al boliche? —opinó Miguel—. Hace tiempo que no vamos.

—Me agrada la idea —respondió Jenni, incluyéndose a la conversación.

—Está decidido entonces... —hablé, dando por concluido el debate—. ¡Esta noche cenaremos en el infierno!

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—No puedo creer que el nombre del local literalmente sea "Infierno" —dijo Alex, después de que nos entregaran los zapatos de boliche en el mostrador. Todo a nuestro al rededor tenía una temática escalofriante.

—Genial, ¿no? —respondí sonriente—. Dicen que las fiestas de Halloween son buenas acá.

Ella no pudo evitar reír.

Tomamos asiento en uno de los sillones y nos dispusimos a cambiarnos los zapatos. Los chicos ya se habían adelantado a nuestra línea para colocar los nombres en la pantalla de puntaje.

—¿Sabes jugar? —pregunté, terminando de colocarme los zapatos.

—No, pero he visto películas —respondió, mientras luchaba por atar sus cintas.

—Deja te ayudo —dije, colocándome de rodillas frente a ella. Noté como sus mejillas se tornaron de un tono rojizo.

—Gra... gracias.

Me puse de pie y estreché mi mano para ayudarla a levantarse. Alex dejó su bolso en uno de los casilleros e iniciamos a caminar hacia nuestra línea, los demás ya nos estaban esperando con varias bolas de boliche para iniciar el juego.

Inmaduro Amor Ocasional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora