A la mañana siguiente, el cuello me dolía demasiado. Había perdido mi almohada a mitad de la noche y tuve que dormir hecho una bolita para sentirme a gusto. Lo bueno fue que Alex descansó como bebé y se miraba mucho más relajada que antes, eso me hacía sentir orgulloso de la decisión que había tomado.
Al terminar de desayunar, ambos nos dimos una ducha rápida y nos vestimos con nuestra mejor ropa veraniega. Lo último que queríamos era perder más tiempo dentro de la casa, necesitábamos salir a disfrutar del sol lo antes posible.
Nuestro primer objetivo fue comprar una pelota de volleyball e ir a jugar a la net que se encuentra cerca de la casa. Las personas no tardaron en juntarse alrededor de nosotros y nos retaron a un partido.
Después fuimos a caminar por la playa y nos topamos con un alquiler de motos acuáticas. Entre ambos ajustamos el precio de la renta y emprendimos viaje hacia alta mar. La adrenalina de correr por encima de las olas me sacaba una sonrisa del rostro, adoraba sentir la brisa de la costa acariciando mi cabello.
Por último, nos detuvimos a apreciar la belleza del arrecife de coral. Ambos sacamos nuestros teléfonos celulares e iniciamos a tomar miles de fotografías, no sabíamos cuando tendríamos la oportunidad de volver a visitar Lendsburg por lo que lo mejor era tener algo para recordar luego.
—Te reto a una carrera de aquí al muelle —dije, señalando hacia la estructura de madera que nacía desde balcón de la casa de Alex y se extendía hasta terminar mar adentro.
—Oh, señor Ashton. ¿Está usted seguro de querer hacer eso?
—Claro... —respondí, guiñando el ojo—. El que pierda invita el almuerzo.
Alex alzó una ceja sorprendida por mi confianza.
—Creo que se te olvida que, entre nosotros dos, yo soy la atlética de la relación. —Automáticamente me encogí de hombros para tratar de irritarla aún más—. Bueno... A la cuenta de tres entonces —dijo, con una sonrisa pícara en el rostro.
Alex ajustó la tela de su short y se puso en posición de salida, parecía como si estuviera lista para dar los cien metros planos en cuestión de segundos.
—A la cuenta de tres.
—Uno... Dos... ¡Tres!
Ambos salimos disparados e iniciamos a correr como locos por la playa. Podía sentir mis pies hundiéndose en la húmeda arena a medida que daba largas zancadas. Alex llevaba la delantera de la carrera, pero a medida que nos acercábamos a la meta, sus piernas fueron debilitándose y mi cuerpo la fue alcanzando.
Cuando faltaban tan solo un par de metros para llegar a la meta, sentí como Alex me dio un pequeño empujón haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas bajo el muelle.
—¡Gané! —grité, elevando mis brazos en el aire.
Sentía como si mi corazón estuviera a punto de salirse de mi pecho debido a las taquicárdicas palpitaciones.
—¡Tramposo! —gritó Alex, tirándose al suelo al a par de mí.
Su respiración sonaba tan agitada como la mía, pero esta lograba controlarla de mejor manera. Ambos permanecimos acostados debajo del muelle durante un tiempo, parecía el lugar perfecto para ocultarse del abrazador sol del mediodía.
Inconscientemente, plasmé mi mirada sobre la base de aquel viejo muelle. La madera se pintaba de un llamativo color verde debido a las algas que hacían contacto cuando subía la marea. De repente, una pequeña estructura cuadrada llamó mi atención.
Entrecerré los ojos para tratar de observarla con mayor detalle, parecía una cajita de metal incrustada entre medio de dos tablas. Esta se encontraba atada con fuerza mediante una soga, las algas también recubrían su superficie haciéndola parecer parte del entorno.
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Inmaduro Amor Ocasional
Teen Fiction¿Eres capaz de quitar tu mascara y mostrar tus heridas? Daniel Ashton no ha tenido la vida perfecta que un adolescente desearía. Existen momentos dolorosos que lo han hecho sufrir desde pequeño y, aunque trata de ser el chico divertido de siempre, é...