Epílogo: Nuestra Historia Sin Final

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El destello de la cámara iluminaba mi rostro con cada fotografía. Jamás imaginé que la madre de Alex se emocionaría tanto por nuestro baile de graduación. Incluso, parecía más entusiasmada que nosotros mismos.

Tampoco la había visto tan apegada a su hija. Estuvo ayudándola a escoger ropa y joyería, además de incitarla a realizarse un cambio de look. Supongo que, a pesar de la personalidad seria y estricta que aparentaba, en el fondo era igual de alegre y extrovertida que mi madre.

—Ya mamá... —bufó Alex, irritada por el millar de fotos.

—¡Es que se ven tan adorables juntos! —respondió, dejando colgar la vieja cámara de su cuello.

Miré de reojo a Alex, no cabía duda de que la señora Williams tenía un excelente gusto en ropa. El outfit que había escogido para ella la hacía deslumbrar como nunca, todo combinaba a la perfección; desde el vestido, los tacones y accesorios, hasta el maquillaje que resaltaba sus delicadas facciones.

Lo que más llamaba mi atención era su nuevo corte de pelo. Los rizos ondulaban perfectamente su cabellera hasta descansar sobre sus hombros. Era un tanto diferente, pero se miraba hermosa. El tipo de diferente que cualquiera desearía para su vida. Similar a cuando miras al cielo nocturno y observas que una de las estrellas empieza a resplandecer con mayor intensidad.

Eso era Alex para mí: Un lienzo fluctuante de polvo estelar.

—Lo siento, señora Williams —interrumpí—, pero ya debemos irnos. La limusina está esperándonos afuera.

—¡Oh! Lo siento... Hubieras empezado por ahí —respondió apenada—. Adelante, váyanse. Solo prométeme que vas a cuidarla.

—Con mi vida si fuera necesario —respondí, ella abrió sus ojos sorprendida.

Era la primera vez que me dirigía a ella con tanta seguridad. Noté como las mejillas de Alex se tornaron rosadas para luego esbozar una tierna sonrisa. Ya había llegado a un punto de la relación donde lo único que me interesaba era obtener la confianza de su madre, necesitaba hacerle saber lo importante que era su hija y todo lo que significaba para mí.

—Estoy segura de que sí... —respondió, para luego acercarse a nosotros y darnos un fuerte abrazo.

Una sensación de satisfacción apareció en mi cuerpo. Después de tanto tiempo saliendo con Alex, al fin había logrado ganarme la completa aprobación de su madre.

Para cuando salimos de la casa, un largo y lujoso automóvil blanco se encontraba estacionado en la calle. Por lo visto llevaba un buen rato esperándonos afuera.

—Dany... —habló Alex, asombrada—. Creí que bromeabas con lo de la limusina.

—Hay ciertas ocasiones en la vida que ameritan de una carroza... —mencioné—. Creo que nuestra graduación es una de ellas.

—Pero... Esto es muy caro, Dany.

—Lo sé... Por eso no la renté sólo.

—¿De qué hablas?

—¡Hey! —gritó una voz masculina a la distancia—. ¿Piensan subir o qué? —Josh se encontraba sacando la cabeza a través del techo corredizo, una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de Alex al verlo.

—Vamos... —dije, para luego tomarla de la mano.

Caminamos hacia el vehículo y abrí la puerta para que ella pudiera entrar primero. Un delicioso aroma a auto nuevo provenía desde adentro.

—Wow... —murmuré sorprendido al ver el interior.

Cada rincón de la limusina estaba iluminado con luces led que cambiaban de color al ritmo de la música. Todo tenía un aspecto lujoso. Desde la tapicería de cuero negro en los sillones, hasta la alfombra que decoraba la carrocería. Más que un automóvil, parecía una discoteca rodante.

Inmaduro Amor Ocasional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora