Mientras viajaba en el avión, un fuerte sentimiento de culpa se apoderó de mi cuerpo. Me sentía terrible por haber abandonado a Dany sin decir nada, pero en el fondo sabía que esa era la mejor opción para ambos.
Las cosas no estaban bien entre nosotros y una despedida solo hubiera complicado más la situación. Yo no hubiera soportado verlo a los ojos y decir que debíamos alejarnos, su reacción me hubiera derrumbado por completo y no hubiera logrado actuar de la forma madura que necesitaba para afrontar todo.
Mi familia ya tenía suficientes problemas como para sumarle conflictos emocionales. A mi madre, su despido la había afectado demasiado. Pasaba noches enteras sin dormir haciendo cuentas de las deudas acumuladas o buscando empleo por internet. Su cabeza se había convertido en una bomba de estrés lista para explotar en cualquier momento. Lo peor que podía hacer era sumarle mis problemas, debía ocultarlos y enfocarme en tratar de salir de la situación familiar juntas.
Cuando al fin llegamos a Lendsburg, lo único que quería hacer era recostarme en mi cuarto y descansar. A pesar de haber sido un vuelo rápido, me sentía exhausta por el viaje. Mi madre abrió la puerta de la casa y entramos cargando con todas las maletas. No pude evitar dar una pequeña vuelta para observar todo a mí al rededor. Era nostálgico volver a nuestra antigua casa, el recuerdo de mi papá desbordaba en cada rincón.
Caminé frente a la chimenea y deslicé mi mano sobre el librero, una fina capa de polvo quedó adherida a mi piel. No era de sorprenderse que la casa necesitara una buena limpieza, ya habían pasado varios meses desde la última vez que la habíamos visitado.
Saqué el celular de mi bolsillo y desactivé el modo avión para poder conectarme a internet, había olvidado por completo cambiar la configuración después de despegar. Me entretuve un rato acomodando las cosas y ordenando todo cuando, de repente, el dispositivo empezó a sonar.
Revisé el móvil con la esperanza de que fuera Dany quien intentaba contactarme, pero un número desconocido aparecía en pantalla. Miré a mi madre confundida y le hice una pequeña seña para preguntar si ella estaba esperando alguna llamada. Angustiada tras recibir la respuesta negativa, deslicé mi dedo sobre la pantalla para contestar la llamada y coloqué la bocina del celular sobre mi oreja.
—¿Aló?
—Buenos tardes —habló una voz femenina desde el otro lado de la línea—, ¿es usted familiar de Daniel Ashton?
Mi corazón inició a palpitar con fuerza, el tono serio de su voz no me dejaba una buena impresión.
—¡Si! —respondí directa—. Bueno no, él es... una persona cercana para mí —corregí—. ¿Pasa algo?
—Le llamamos desde la emergencia del Hospital General de Richtown, el paciente sufrió un accidente automovilístico y está ingresado en el nosocomio.
Sentí como si un nudo se hubiera formado en mi garganta y mi respiración empezó a agitarse. Las piernas se me debilitaron de golpe obligándome a recostar mi cuerpo sobre la pared para evitar caer.
—¿Cómo está él? —pronuncie, débilmente.
No sabía si realmente quería saber la respuesta, pero era peor ignorar todo al respecto. La mujer guardó silencio un momento, podía sentir mi corazón golpeando violentamente contra mi pecho con cada segundo que pasaba.
—Disculpe, pero no podemos dar información por llamada. Solo necesitábamos saber si usted puede ayudarnos a localizar a algún familiar para que venga al hospital. El paciente no llevaba consigo ninguna identificación personal ni teléfono celular, a duras penas hemos logrado saber su nombre.
Abrí mis ojos perpleja ante aquella última frase. Ya no necesitaba que la enfermera me dijera como se encontraba Dany, sin querer ella ya lo había dicho todo. Si él no se encontraba en posición para si quiera dar información suya, lo más seguro era que estuviera en una situación delicada.
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Inmaduro Amor Ocasional
Teen Fiction¿Eres capaz de quitar tu mascara y mostrar tus heridas? Daniel Ashton no ha tenido la vida perfecta que un adolescente desearía. Existen momentos dolorosos que lo han hecho sufrir desde pequeño y, aunque trata de ser el chico divertido de siempre, é...