Los días pasaron y las cosas fueron mejorando de a poco. Volví a terapia a pesar de no agradarme la idea. Esta vez tenía el apoyo de Alex y mis amigos quienes se turnaron para acompañarme a las citas durante todo el mes de abril, algo que me hizo sentir más cómodo.
Las pesadillas se esfumaron gracias al tratamiento psiquiátrico y mis ataques de pánico también se estabilizaron. Por fin había logrado sentirme tranquilo a pesar de no encontrarme en mi mejor estado emocional, eso era algo que no pasaba desde hacía años.
—Hemos progresado bastante, Daniel... —dijo el doctor al otro lado del escritorio, en sus manos sostenía mi expediente clínico.
Alex tomó mi mano con fuerza, desvíe la mirada hacia sus ojos y una pequeña sonrisa se escapó de sus labios.
—Estás tomándote tu medicina por las noches, ¿verdad? —asentí con la cabeza—. Bueno... Entonces creo que podemos empezar a reducir un poco la dosis —el doctor cerró el folder y lo colocó sobre la mesa—, ahora será solo para mantenerte durmiendo tranquilo. Me alegro tanto que hayas decidido volver.
Una sonrisa apareció en mi rostro.
—Todo es gracias a ellos —dije, mirando de reojo a Alex.
—Pues les debes mucho... Personas así solo se encuentran una vez en la vida.
Lo sé...
El psiquiatra escribió una receta nueva y modificó las fechas de mis próximas citas, estas dejaron de ser semanales y solicitó verme cada quince días solo para mantener un control y evitar que recaiga a mis episodios asmáticos de ansiedad.
Finalmente, salí de la clínica con la frente en alto. Aunque la guerra no había terminado, se sentía bien haberle ganado una batalla a mi estrés post-traumático. Alex nunca soltó mi mano, era bueno saber que contaba con alguien en esos momentos. Un buen apoyo siempre es esencial para poder avanzar.
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A pesar de los problemas, logré continuar yendo a clases con normalidad. Los exámenes finales se acercaban, así que me alegraba de que mi situación estuviera controlada. Esta vez, había logrado poner mucha más atención a los cursos que en años anteriores.
—¿Qué harás hoy? —le pregunté a Alex, quien estaba guardando un par de libros en su casillero.
—Supongo que nada... —respondió, mientras cerraba la puertecilla.
—¿Sabes qué fecha es hoy?
—No... Tú dime.
El sarcasmo en su tono era evidente.
—¡Vamos! ¿Me dirás que no quieres salir conmigo en nuestro cumplemés?
Alex sonrió.
—¿Qué tienes planeado?
—Eso, señorita Williams... Es un secreto, tendrá que descubrirlo en la noche.
—Uy... Chico misterioso —dijo, guiñando el ojo de forma coqueta—, me gusta.
Mis mejillas se ruborizaron por su comentario.
—¿Paso por ti a las siete? —pregunté, tratando de regresar al tema.
—Me parece —dijo, antes de dar la vuelta e iniciar a caminar por el pasillo.
—¡Ponte algo elegante! —grité, ella regresó la mirada y frunció el ceño confundida.
—¿Qué tan elegante?
—Lo suficiente como para combinar con mi smoking.
Alex alzó una ceja y, sin decir una palabra más, dio la vuelta y siguió su camino hasta desaparecer entre la multitud que caminaba por el pasillo de la preparatoria. Una sonrisa estúpida se dibujó en mi rostro, de verdad me traía loco esa chica.
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Inmaduro Amor Ocasional
Novela Juvenil¿Eres capaz de quitar tu mascara y mostrar tus heridas? Daniel Ashton no ha tenido la vida perfecta que un adolescente desearía. Existen momentos dolorosos que lo han hecho sufrir desde pequeño y, aunque trata de ser el chico divertido de siempre, é...