CAP 24

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Después de que Joel regresará volvimos a retomar el recorrido por toda la manada, es bastante grande la verdad y pensar que está escondida en la profundidad del bosque lo hace aún más impresionante. ¿Cómo es que nadie sabe que existe esto?

— ¿Te gustó? — Me preguntó Joel entrando a casa de nuevo

— Es enorme, me perderé

Ríe — Sí, es posible

— Pero todo está muy...

— Lindo — muevo mi cabeza haciendo un gesto de sí y no — Hermoso

— Aaa, más o menos. Es que todos son muy... respetuosos y la forma en la que me miraron fue...

— ¿Diferente?

— Sí.

— Bueno, eso tiene una explicación. Todos aquí saben que eres mi hermana por lo que no te harán nada, además Sebastián también prohibió que te lastimaran.

— Que me lastimen es lo de menos Joel, yo sé que ahora puedo defenderme mejor, el problema es ¿qué no sé cuánta fuerza tenga?

— Es cierto, dijiste algo de tu control.

— Sí. Sé que ahora tengo control, pero se siente raro, hace rato que rompí la llave, te juro, que yo solo la iba a girar un poco el grifo, pero mi fuerza salió natural.

— ¿No sabes cuanta fuerzas manejas?

— No.— niego — No sé que tanto control tengo de ello, no sé a qué límite cambiaré y me saldrán colmillos o mis ojos cambiarán.

— ¿Quieres ver cuánto control tienes?

— Sí.

— Bien, podemos averiguarlo — suelta feliz.

— ¿Cómo haremos eso?

— Fácil, juguemos fuercitas

— ¿Es en serio?

— Sí. — dice mientras camina hacia la mesa —así podemos ver si es natural o solo estabas conmocionada — se sienta en la silla

—… De acuerdo. — Acepté yendo a sentarme a la mesa quedando frente a Joel, que instantes después empezó a levantarse las mangas de su sudadera.

— Lista. — dijo poniendo su codo sobre la mesa. Lo miré por unos instantes e igual coloqué mi codo sobre la mesa tomando su mano. Joel tenía su vista en nuestras manos, pero después levanto su vista y con una sonrisa mientras le cambiaban sus ojos, haciéndose presente Shiro.

— No hay piedad, Aadya — dijo. Y sentí como apretó con fuerza mi mano. Trague grueso de los nervios; sin embargo, igual apreté su mano viéndolo a los ojos — ¿Lista? — Asentí ante su pregunta y poco a poco empezó a forcejear tratando de doblar mi mano.

Puse fuerza deteniendo a Shiro que cada vez ponía más fuerza. La mesa empezó a tronar de la fuerza pero ninguno de los dos nos detuvimos.

No sé cómo lo hice; sin embargo, mientras más fuerza ponía Shiro, yo igual. Ninguno de los dos podía doblar al otro, incluso yo me impresioné de mi propia fuerza. Sonreí internamente y puse más fuerza al límite de que se le saltarán las venas de su rostro y su brazo.

Esto es realmente grandioso. Pensé colocando mi mano libre en la esquina de la mesa doblando poco a poco a Joel hasta que, el ruido de la mesa romperse retumbó en la casa.

El Deseo de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora