CAPÍTULO 9: LOS PRIMEROS CASOS

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Madison

— Tengo que... tengo que ducharme — alcanzó a decir mientras se levantaba de la cama para apagar la alarma.

— Si... yo tengo que prepararme — me levanté torpemente y salí de la habitación sin comentar nada más. Sentía que aún no había recuperado el aliento del todo.

«¿Enserio iba a haber pasado?» 

Me pregunté a mí misma en mi cabeza. No tuve mucho más tiempo de pensar en ello porque Stephen apareció al fondo del pasillo saliendo de su habitación.

— Hombre, que madrugadora Madison — dijo mientras se colocaba los puños de la camisa.

Ya desde primera hora de la mañana tenía ese aire superior tan suyo. Trate de sonreírle para no tener siempre la misma cara de asco cuando le veía, pero me costaba.

— Si... hay examen a primera hora, quería repasar antes de entrar al instituto — mentí.

— ¿Te ibas en pijama?

Bajé los ojos hacia mi ropa y volví a mirar a Stephen.

— Eh no, iba al baño primero — la puerta de Ashton se abrió detrás de mí y me quedé congelada al verle otra vez sintiendo que no podía moverme del sitio —. Mejor voy luego — me atraganté con las palabras y di media vuelta hacia mi habitación.

Cerré la puerta y me regañe a mí misma por haber tenido esa reacción tan estúpida. No había pasado nada, nada por lo que tuviera que estar comiéndome la cabeza. Habíamos tenido un momento de confesiones y eso había sido todo. Confesiones por su parte porque yo aún no había soltado prenda.

Ashton quería ayudarme al igual que yo a él y yo solo estaba sacando las cosas de contexto. Debería haberle colgado un cartel de "intocable" a la espalda para recordármelo a mí misma porque así debía ser. Una pieza de cristal que tenía prohibido tocar porque sabía que la acabaría rompiendo.

Vestirme me tomó más tiempo del normal. No paraba de darle vueltas a miles de cosas en mi cabeza entre prenda y prenda. Me quedé mirándome en el espejo de mi habitación esperando que me diera una respuesta correcta. Pero el reflejo era el mío, esa era la respuesta. Una continua disputa entre lo que desearía ser y lo que realmente era.

Puro caos.

El sol se asomaba entre las rendijas de la ventana. Contenía una luz dorada propia del amanecer derritiendo la nieve del día anterior, en su ciclo infinito. Por mucho que la nieve tratara de permanecer, el sol venia cada mañana a acabar con ella para más tarde volver a cederle el turno al frío. Así nada permanecía constantemente intacto.

Una sutil metáfora de que ninguno de nosotros pertenecíamos a un lugar concreto hasta que realmente deseamos volver de nuevo y formar parte de ello. Seguramente esa era la razón por la cual sabía que no pertenecía a ningún lugar, porque aún no había querido volver a ninguno.

Salí de mi habitación y la puerta del baño estaba abierta. Ya no había nadie dentro. Pasé de largo y bajé a la cocina. Lena estaba sentada en la mesa removiendo el café con la mirada perdida. Por desgracia me estaba acostumbrando a verla así e iba en aumento al igual que el comportamiento extraño de Stephen. Apenas notó mi presencia dentro de la cocina.

— Lena, ¿va todo bien? — la toqué al ver que no reaccionaba.

Parecía que estaba ida y sobre todo demasiado cansada al ser solo las siete de la mañana.

— Si, Madison perdona. He tenido una noche larga en el hospital —se apretó el puente de la nariz y frunció los ojos tras responder.

— ¿Hay algún problema? Últimamente te pasas más tiempo allí que en casa, seguro que apenas duermes un par de horas al día.

Quema como el fuego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora