CAPÍTULO 43: ENTERRANDO EL PASADO

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Ashton

En cuanto me metí al bañó me eché agua fría a la cara. Llevaba un rato notándome las manos entumecidas y los párpados a punto de cerrarse si no me resistía a ello, pero no le dije nada a Madison. Contra más tiempo estuviera despierto menos efecto tendría el sedante sobre mí. Era cuestión de horas que dejara de hacerme efecto.

Si me hubiera ido al motel con los demás, habría caído dormido en cuanto hubiera tocado el colchón y puede que no hubiera despertado de nuevo.

Traté de espabilarme para que Madison no lo notara, pero con la noche que llevaba encima lo último que se me notaba es que estaba cansado.

No me quitaba a Stephen de la cabeza, aunque no supe de qué manera. No supe si le recordaba con rencor o con la idea de que después de todo, él me crió y fue mi padre. Puede que ambas. Yo no tenía limites, pero él no se quedaba muy lejos de ser como yo. Nunca le habían hecho falta poderes para ser un verdadero monstruo.

Cuando me sentí algo mejor salí del baño. Madison estaba justo recogiendo la comida. Llegué a su lado para coger las bolsas y ella se agarró a mi mano para salir.

El agua tardó poco en comenzar a empaparnos de nuevo. Caminamos rápidamente bajo la lluvia, tratando de cubrirnos con algunos árboles de nuestro alrededor, pero era prácticamente imposible.

A medida que nos acercábamos, me di cuenta de algo. No iba a hacer falta que nos escondiéramos. Ese motel estaba abandonado, se veía con solo observarlo. Tenía un neón como el de la cafetería, pero este estaba a medio caer y sin luces. La fachada del edificio tenía la pintura caída, totalmente carcomida por el sol y las lluvias como la que teníamos encima.

Activé mis ojos buscando donde estaba el resto y para mi sorpresa había más gente en el edificio. Miré a Madison y ella ya tenía sus ojos prendidos, viendo lo mismo que yo. Había alguien más allí dentro. Corrimos hasta la entrada comprobando al cien por cien que estaba abandonado, pero eso solo nos hizo correr más para saber quiénes eran esas personas que habíamos visto.

Subimos las escaleras a toda velocidad y recorrimos los pasillos que parecían hacerse interminables. Había gente detrás de algunas puertas y no podíamos saber si eran ellos. Para nosotros brillaban como el resto. Unos metros más adelante una figura salió de una de las puertas. Apagué mis ojos viendo que se trataba de Alissa y tanto Madison como yo soltamos el aire que llevábamos reteniendo en los pulmones desde la primera planta.

— Hay más gente aquí Alissa — le avisé caminando hacia ella.

— Lo sé, y si ellos no preguntan, nosotros tampoco — respondió cogiendo la bolsa con la comida, dejándonos pasar a la habitación.

Podían estar huyendo de algo, estar de paso o vivir allí. Nosotros aún no sabíamos cuál de esas tres opciones íbamos a tomar.

La habitación no era demasiado grande, casi ridícula para nosotros porque tendríamos que compartirla por a saber cuánto tiempo. Aun así, era lo mejor que íbamos a poder encontrar. Que estuviera abandonado nos ayudaba. Nadie que hiciera preguntas, nadie que pudiera echarnos y sobre todo nadie que pudiera reconocernos.

El papel de la pared estaba despegado casi al completo, pero al menos no había goteras. Olía algo rancio como si hubiera estado cerrado por años y apostaría lo que fuera a decir que la última persona que estuvo allí fumaba por las manchas y quemaduras de cigarrillo que había en el techo y en la moqueta.

Había dos camas, apenas grandes como para que entrara una persona. Nos apañaríamos. Luego recordé que no éramos cuatro si no cinco, y se me quitaron las ganas de pensar en cómo nos repartiríamos las camas.

Quema como el fuego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora