two hearts.

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22 DE AGOSTO, 2019JUEVES, 3 AM

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22 DE AGOSTO, 2019
JUEVES, 3 AM

SAN CARLOS DE BARILOCHE, ARGENTINA


Narrador Omnisciente
Camila terminaba de abrocharse la campera dentro de la habitación de servicio, mientras el mayor de los Leclerc bajaba por las escaleras del lobby, escaneando a su alrededor en busca de alguien que le facilite la cantidad de cosas que les habían pedido sus amigos, en las notas de su celular.

Con las llaves del bmw en su bolsillo se encaminó hasta el estacionamiento, sintiendo rápidamente como el frío golpeaba con su cara, que a estas alturas ya probablemente esté sonrojada.
Abrió el auto y puso exactamente un copia y pegue del mensaje que Clara había dejado mediante el grupo; 'estación de servicio'.

O simplemente gasolinera, como él conocía. Su tramo se hizo corto en la angosta autopista que unía la altura del hotel junto con una iluminada zona, que según veía era una especie de parada de colectivos.
Charles disminuyó la velocidad al ver como una chica con auriculares de casco, se sentaba en los bancos que estaban a un costado y cuando bajó la ventanilla pudo ver como los ojos verdes de ella se posaban encima de la camioneta que no hacía más que derramar lujo. Y eso que no había sacado el Lambo.

—Hey. Soy Charles, no sé si me recuerdas...— dijo el monegasco, en una especie de voz nerviosa, haciéndo sonreir a la recepcionista que ahora estaba vestida con un jean negro, una campera bastante grande, un gorro negro y los auriculares de un color azul eléctrico, con la letra K en plateado.

—Creo que no tienes un rostro fácil de olvidar, Charles.— habló la Argentina, sin pararse de su lugar mientras él paraba el auto.

Era bastante inusual que pasen muchos autos a esas horas de la mañana, por lo tanto a nadie le molestó la acción del chico.

—¿Quieres que te lleve hasta tu casa? ya es bastante tarde y está bastante oscuro por aquí...— dice él, cruzando sus dedos por debajo del volante mientras la chica levantaba su cuerpo del lugar donde se había sentado y se acercaba hasta la ventanilla.

—¿Que te hace pensar que te tengo la suficiente confianza?, además del hecho de que practicamente alquilaron la mitad del hotel.— Camila fruncía su ceño, mientras los ojos verdes de él la observaban en todo lo que su visión le permitía.

Las vagas luces iluminaban el costado derecho de su rostro, mientras la sombra caía justamente del otro lado. Charles solo soltó una risa.

—Creo que te conviene. Minimamente dejame llevarte hasta el centro de la ciudad, con suerte puedo dejarte en un lugar que se vea más seguro que esto.— dice el Monegasco, desbloqueando las puertas de la camioneta.

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