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- No podemos matarla, jefe...- Oía varias voces a lo lejos.

Abro los ojos y estoy en una habitación oscura, oigo unos pequeños pasos y veo a mi perro venir hacia mí entre la oscuridad. Intento acariciarle pero tengo las manos atadas con una cuerda, al igual que los tobillos. La boca la tengo tapada con cinta, el perro se pone al lado mío y se tumba. Miro alrededor y veo una puerta de metal, agudizo el oído y oigo las mismas voces de antes.

- ¿Entonces qué?

- Haz lo que quieras con ella, pero no le hagas daño.- Me tenso al escuchar esas palabras y oigo pasos cada vez más fuertes acercarse hacia la puerta. Un pequeño chirrido acompaña a la puerta al abrirse y veo un chico con un pasamontañas negro que le hace muy misterioso, solo veo sus ojos azules y sus labios rosados y finos. Se acerca a mí y me dedica una sonrisa torcida.

- Hola.- Dijo al verme y se sentó enfrente mío, me deslicé hacia atrás y acabé apoyándome contra la fría pared. -No te preocupes, no te haré daño.- Apareció una sonrisa bastante reconfortable en su rostro -¿Cómo te llamas?- Me quitó la cinta y la dejó a un lado.

- S-Sophie. Sophie Williams- Tragué saliva, sonríe y se acerca a mi oído.

-Todo saldrá bien- Susurra.

Se levanta y se va por la puerta cerrándola suavemente. Miro a mi perro que sigue durmiendo y pienso en las palabras que me ha dicho. -Todo saldrá bien- ¿Que querrá decir con eso? ¿Va a sacarme de aquí? Antes veía en sus ojos que no era como los demás, era más amable y por supuesto no era nada parecido a los mafiosos con los que negociaba Nick. Él es diferente.

[...]

- Hora de cenar.- Interrumpe mi sueño una voz relajada seguido del chirrido de la puerta. Abro los ojos y veo a mi enmascarado con una bandeja de "comida". La deja en el suelo y enfrente se sienta él. Miro la comida y se ve asquerosa, pongo mala cara y mis tripas rugen. -¿No tienes hambre?- Pregunta inocente.

- Esto se ve mal.

- Bueno, es la comida para los secuestrados.- Encoje los hombros y baja la vista -Eso dice mi jefe...

- ¿Quién es tu jefe?

- El que te ha secuestrado aquí, lo llaman Naughty Jewel y su hermano es Modest. ¿Los conoces?

- Demasiado...- Suspiro y le miro -¿Y si me consigues comida más rica?

- No podría, mi jefe nunca me dejaría- Habla como un niño de 5 años pero tendrá unos 23.

- Vamos...- Suplico, mira la comida un momento y se levanta con la bandeja.

Después de un rato vuelve con otra bandeja con un trozo de pastel. Se me hacía la boca agua al ver la apetecible comida. La deja donde antes estaba la anterior bandeja y se sienta.

- Que no se entere mi jefe.- Sonríe pícaramente y empiezo a comer con las manos atadas, aún así llego a cojer el tenedor y llevarme la comida a la boca.

- Gracias.- Digo con la boca llena y nos reímos. - ¿Y mi perro?

- Tranquila, a él le traje pienso mientras tú dormías.

Observa como mastico la comida y me incomoda, sonríe de lado y apoya su mano en el suelo.

- Eres preciosa.- Me ruborizo y acabo de comer la deliciosa tarta.

- ¿Qué?- Me río levemente aún con la boca llena.

- Tus ojos, tu sonrisa, tu voz... No lo quiero perder.- Me acaricia la mejilla y trago lo que me quedaba de comida.

- Ya he acabado.- Le tiendo la bandeja y la coje dejando escapar un pequeño suspiro.

- Que duermas bien.- Se levanta y se agacha para darme un beso en la frente. Se va por la puerta y me quedo dormida pensando en aquel beso.

[...]

- Despierta.- Me dan empujoncitos en el brazo y frunzo el ceño. -Vamos- Dice susurrando y abro los ojos.

- ¿Ya es de día?- Pregunto frotándome el ojo y mi enmascarado me mira impaciente.

- No, son las 4:00a.m. te voy a sacar de aquí.- Me desata las manos y los tobillos. Me levanto y me coje de la mano.

Mi perro me sigue y él me lleva hasta la puerta, la abre con cuidado y pasamos al asegurarnos de que no hay nadie. Vamos hacia un pasillo de la derecha y se oyen voces.

- Quédate aquí- susurra y no me da tiempo a contestarle porque me mete en una habitación junto a mi perro.

Pego mi oreja a la puerta y se oyen de nuevo las voces, agudizo el oído y puedo escuchar lo que dicen.

- ¿Qué haces aquí?- Pregunta una voz grave autoritaria.

- Iba al b-baño.- Tartamudea mi ángel de la guarda.

- ¿Y qué ha pasado con mi tarta?- Me pongo nerviosa y siento que a él también le pasa lo mismo.

- M-me la comí yo.- Oigo un golpe y un pequeño quejido de parte de él. Me tapo los oídos para no escuchar más pero es imposible. -¡Papá, para!- ¿Cómo ha dicho? ¿Papá? ¿Será Naughty Jewel su padre? No me lo imagino de padre, solo con pensarlo se me pone la piel de gallina. Me quito las manos de los oídos y no se olle nada más, se abre la puerta y le veo con el pasamontañas mal puesto.

- ¿Tu padre es...- Me interrumpió

- Naughty Jewel, prefiero no hablar de eso.- Le abrazo y me agarra de la cintura fuertemente.

- Vamos.- Susurro en su oído y asiente con la cabeza para después cojerme de la mano.

Me lleva hasta una puerta de metal oxidado y la abre con dificultad, andamos hasta una gasolinera después de atravesar un pequeño bosque y veo que es la misma gasolinera donde me secuestraron, la iluminan varias farolas que me hacen achinar los ojos por la falta de luz estas últimas horas. Me suelta la mano y suspira mirándome.

- ¿Adónde irás ahora?- Pregunto mirando sus preciosos ojos azules iluminados por la artificial luz.

- Quiero quedarme contigo.- Se acerca a mí y se pone a mi altura doblando un poco sus rodillas.

- ¿Por qué? No sabes nada de mí.- Encojo los hombros y sonríe.

- No hables y escúchame; fue un error irme y quiero compensarlo, debí haberte dicho tantas cosas... Ahora que he estado tanto tiempo sin tí me he dado cuenta de que lo que siento es algo mucho más fuerte.- Me abraza y me siento confusa.

- ¿Puedes decirme quién eres?- Se separa de mí y se quita lentamente el pasamontañas.

Se lo quita de abajo a arriba, viendo primero sus labios que ya antes conocía, una nariz respingona junto a sus mejillas ligeramente sonrojadas, sus ojos azules que ahora se ven mejor sin una tela alrededor, y al final, su pelo peinado hacia arriba rubio con un poco de mechas marrones en los bordes. Una lágrima se desliza por mi mejilla y me besa, sin dudarlo le sigo el beso y rodeo su cuello con mis brazos para nunca más dejarlo escapar.

- Te he hechado de menos, melocotón.

ObsessionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora