Mis padres son un poco... peculiares. Si, ese era el adjetivo para definirlos. La voz de Nick alrededor mío diciéndome que llegaremos tarde me taladra los oídos y sólo respondo con un "ahá". Llegamos a la casa de mis padres y timbré insegura, aparecieron mi madre y mi padre con una sonrisa.
- ¡Ah, Sophie!- Me dieron un abrazo ignorando totalmente a Nick. Se separaron y por un momento creí que él era un fantasma, todas las vistas se dirijían a mí. - Oh, ¿quién es este apuesto muchacho?- Nick se rascó la nuca ante el comentario de mi madre y sonrió tímidamente.
- Soy Nick, el prometido de Sophie.- Les tendió la mano y puse mi dedo índice y pulgar en el puente de mi nariz, cerré los ojos y suspiré sin creerme lo que ha dicho. Mis padres se quedaron igual que yo, pero al contrario que mí no se sonrojaron. Mi padre le agarró la mano con fuerza y sonrió.
- Encantado de conocerte. Pasa, la cena estará enseguida.- Pasamos y en el pasillo de camino a la mesa sin que se dieran cuenta mis padres Nick me agarró del brazo suavemente.
- Siéntate al lado mío, pequeña.- Me mordí el labio por su voz grave y sexy que se colaba por mis oídos y me hacían estremecer. El apodo de " pequeña" me gustaba menos que melocotón, era menos dulce y tierno pero sí más fogoso y excitante.
Nos sentamos en la mesa y empezamos a conversar tranquilamente, las típicas preguntas de padre y las historias vergonzosas sobre mí de mi madre. Comimos del delicioso plato que preparó y cuando me quise dar cuenta la mano de Nick se desplazaba sigilosamente en mi muslo izquierdo. Va subiendo cada vez más adentrándose en zona peligrosa y pongo mis codos sobre la mesa para taparme la boca evitando gemir delante de mis padres.
- Sophie, los codos no se ponen encima de la mesa.- Dice Nick con mucha calma y serenidad. Aparto los codos de la mesa y los pongo sobre mis muslos junto a su escurridiza mano. Nick se acerca a mi oído disimuladamente. -Alguien debería castigarte- Me muerdo el labio y veo que sube la mano más de lo que debe y la agarro.
Siguen hablando entre ellos y acabo de comer, pero conversan igualmente. Dejo mis manos sobre mis rodillas y en un movimiento Nick me agarra la mano para llevarla hasta su entrepierna. Puedo notar lo que cubre debajo del pantalón, es verdaderente notorio. Se acerca hacia mi oído de nuevo.
- Mira lo duro que me pones- Gruñe y coje una servilleta al lado mío. Si vamos a jugar a este juego yo también puedo jugar.
Acaricio por encima de la prenda, cada vez con más rapidez y sus manos se dirijen a la mía intentando apartarla pero se lo impido. Hecho un vistazo a su rostro y observo que se muerde el labio y no está muy tranquilo frente a mis padres en esta situación. Desabroché el botón como pude y bajé lentamente la cremallera haciendo que se tensara aún más.
- Nick, ¿dónde trabajas?- Pregunta mi padre.
- En una de las empresas más importante de Ca...- Meto mi mano por debajo de su pantalón - California.- Tartamudea y me mira apretando los labios.
- ¿Sacamos el champange?
- Oh, ya lo sacamos nosotros.- Dice Nick y me agarra de la mano con fuerza para arrastrarme hasta la cocina.
Cierra la puerta y me acorrala contra la pared.
- Has sido muy mala.- Muerdo mi labio y me mira alzando una ceja. -¿Te estás mordiendo el labio?- Pregunta obvio y yo asiento con rapidez aún con mi labio inferior entre mis dientes. -Cómo me gustaría morderlo...- Hace sus deseos realidad y lo muerde estirándolo y haciendo un dolor placentero en mí.
- Creo que tienes algo que acabar- Bajo la vista y él ríe sarcástico.
- Dijo la que lo provocó.- Abre el congelador y saca una botella que al parecer es el champange que nos pidieron llevar. - Vamos- Le cojo del brazo antes de que salga por la puerta y me mira serio.
- No te enfades...- Digo como una niña pequeña y puedo notar en mis manos sus fuertes brazos debajo de su camisa a botones.
- ¿Cómo me voy a enfadar contigo?- Sonríe y me da un beso inesperado. -Aparte de encenderme sin motivo y hablar como una niña pequeña.- Dice entre besos sarcásticamente y yo me río.
- Me llamaste pequeña.
- Si.- Se ríe y se aparta un poco de mí -Eres mi pequeña Sophie.
- Lo que tienes pequeño es lo de ahí abajo...- Murmuro antes de salir por la puerta pero creo que me escucha y me agarra.
- ¿Como has dicho?- Parece que mi comentario le ha molestado. Sonrío victoriosa y niego con la cabeza.
- No dije nada.- Me doy la vuelta hasta el pasillo y me sigue.
- Vas a ser castigada por decir eso.- Susurra detrás de mí y llegamos a la mesa con la botella de champange.
Nick y yo no bebimos casi nada, pero mis padres me avergonzaron más de lo que ya estaba por tenerlos como padres. Cantaban, bailaban, saltaban... Todo por la influencia del alcohol y algo de locura.
Llegamos a casa y yo estaba agotada, me fui a mi cuarto y me puse una de sus camisas y ropa interior limpia. Nick me miraba con deseo al cambiarme, pero no le di importancia y me fui a la cama para descansar. Cerré los ojos y me dormí profundamente.
[...]
Me remuevo en el lugar donde antes dormía, intentando volver a hacerlo. Pero no podía por las pistas que daban mis labios resecos, tenía sed. Bajé con los pies descalzos hasta la cocina y bebí un vaso de agua. Lo dejo en la encimera de nuevo y siento unos brazos cálidos rodearme. Unos besos cortos pasan por mi cuello y siento sus manos hundirse debajo de mi camisa para tocar con sus yemas mi cintura e ir subiendo poco a poco.
Con rapidez me puso sentada encima de la gran mesa de madera y pude ver sus ojos oscurecidos por la falta de luz pero aún se podía ver azul en ellos. Me besó el cuello y reí como las otras veces cuando hacía eso.
- ¿Que haces?- Dije entre risas y se relamió los labios tentándome a besarlos.
- Te voy a castigar.
[...]
Noté unos brazos rodearme la cintura, me di cuenta de que era Nick y sonreí. Las yemas de sus dedos estaban en mi cintura, quietas sin hacer nada. Me encantaba cuando me abrazaba, me sentía cómoda y protegida. Me doy la vuelta co cuidado de no despertarle y veo sus ojos cerrados, su boca entreabierta y su ceño ligeramente fruncido. Acaricio su mejilla suavemente y sonríe. Su perfecta sonrisa que me ilumina la mañana.
Pienso en la boda y aunque quedan meses ya puedo imaginarme con el vestido blanco y un ramo de rosas también de color blanco. Giro la cabeza y veo el jarrón con las rosas rojas casi marchitadas y las rosas blancas recuperadas por cuidarlas y darles otra oportunidad para florecer.

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Obsession
RomantizmNick Harper, un chico de 20 años que trabaja en un restaurante en California conoce a Sophie Williams, una clienta que será habitual en su trabajo y en su mente. Hasta llegar a un punto obsesivo