Yeonjun no supo cómo pero le agradecía al universo el hecho de que se haya librado de Soobin después de ese día de clases dándole por fin un tiempo a solas, caminó a paso lento volviendo sobre sus pisadas que había dado esa mañana con la excepción de que ahora no estaba volviendo a su apartamento sino que estaba dirigiéndose a aquella librería que se encontraba a una distancia cercana de la preparatoria: el sitio en donde pasaría el resto de sus tardes.
El recinto era pequeño pero constaba de dos pisos ambos repletos de libros desde un extremo hasta el otro, las paredes eran de cristal dejando ver el exterior de aquella transitada avenida llenando de vida el lugar, además de que habían distintos tipos de plantas decorando cada rincón con sus típicos colores verdes vividos y también una que otra flor llenaba la librería con sus dulces aromas; los estantes altos eran de madera la cual soltaba su aroma representativo impregnando con él a los libros, las mesas y las sillas también eran de madera con modelos cómodos pero si querías algo más cómodo o privado podías salir al balcón del segundo piso que contaba con un par de sillones de espuma y pequeñas mesas para tomar café, té o algún bocadillo... en pocas palabras el lugar era perfecto para pasar una tarde tranquila.
Yeonjun abrió la puerta de cristal entrando en el recinto saludando al instante con una reverencia al joven chico de cabellos negros y tez blanquecina que lo miró con una sonrisa desde detrás del mostrador; no tardó en acercarse a él.
—Hola, soy Yeonjun el chico que comenzará a trabajar aquí desde hoy, ¿Te hablaron de mí? —cuestionó sintiendo los nervios recorrer su cuerpo.
—¡Sí, sí me contaron! —contestó entusiasmado el menor sin alzar mucho la voz— de momento puedes pasar para que te cambies la camisa y te pongas la playera del uniforme, luego nuestra mayor te explicará qué hacer.
El pelinegro abrió la pequeña puerta del mostrador para dejar pasar al mayor y pudiera entrar al vestidor de detrás, Yeonjun asintió acatando la orden del menor y así hizo para salir ya cambiado luego de unos minutos.
Cuando Yeonjun salió notó que lo estaba esperando una chica castañita de mirada inocente; ella se le acercó haciendo una reverencia hacia él.
—Mi nombre es Yewon, durante esta semana me encargaré de enseñarte qué hacer aquí así que si tienes alguna duda puedes preguntarme o también le puedes preguntar a Ning. —la sonrisa de la chica se ensanchó contagiando su entusiasmo al chico frente a ella.
—De acuerdo Yewon noona.
—En realidad solo soy mayor para tí por un año así que puedes llamarme solo por mi nombre. —confesó en una pequeña risa para darle confianza al contrario.
—E-entendido... Yewon. —un tanto avergonzado frotó su cuello haciendo reír a la mayor.
—¡Bien! Vamos para comenzar a enseñarte Jjunie... ¿Puedo llamarte Jjunie? Será de cariño así como a Huening le digo Ning. —mientras seguían su andar buscó la mirada del más alto.
—Pues por mí no hay problemas, ¿También tienes algún apodo con el que te llaman?
—Hmm... Pretty aegyo, Baby cute, Baby goblin o...
—¡Ok, ok! Prefiero seguir llamándote solo Yewon. —soltó una carcajada causando un puchero en la mayor que luego comenzó a reír también.
Yeonjun agradeció que sus compañeros fueran amables y amistosos.
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.Las horas se pasaron volando mientras Yeonjun se encargaba de colocar en sus sitios los libros que los clientes tomaban y limpiaba las zonas que se iban llenando de polvo o basura que los clientes dejaban; cuando miró la hora en su reloj de muñeca se dió cuenta que ya era la hora de cerrar así que se dirigió al primer piso para anotar su hora de salida y cambiarse la playera y ponerse de nuevo la camisa de su uniforme escolar; Yewon había terminado su horario laboral ya hace un par de minutos y ahora solo quedaban Kai y él en el local, el menor terminó de anotar su hora de salida y haciendo una seña a Yeonjun se dispusieron a salir para luego cerrar la puerta principal con llave para poder marcharse.
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El chico del apartamento 512 •||| YeonBin |||
FanfictionUna historia en donde Yeonjun se muda a un apartamento para comenzar a vivir su vida independiente pero lo que no se esperaba era la gran dependencia que en un futuro comenzaría a sentir hacia su atractivo, tierno y sexy vecino pelinegro.