NORA:
Ayer había tenido que viajar a la cita médica que habían agendado mis padres con el doctor Campbell, me hizo un par de análisis más y se llegó a la conclusión de que mientras más pronto se iniciara el tratamiento, mayor eran las posibilidades de su efectividad.
No me negué, no les quitaría las esperanzas pero sinceramente yo ya no tengo ni esperanzas ni ganas, y sí, dicen que la esperanza es lo último que se pierde pero, si lo logro esta vez, ¿qué me garantiza que la enfermedad no volverá?, ¿algo me garantiza que después del tratamiento tenga por lo menos la salud que he deseado desde mis días en el hospital, cuando solo tenía 14 años?
Nada me da esa garantía.
-Cariño, ve a abrir la puerta. -los gritos de mi madre me sacaron de mi ensoñación.
Hice lo que me pidió y abrí la puerta encontrándome con mis abuelos paternos, mi madre había decidido realizar una pequeña cena familiar principalmente para levantarnos el ánimo, y lo agradecía, sinceramente he estado cayendome a pedazos en silencio.
-Cariño, todo estará bien. Eres súper Norita, no lo olvides. -la calida voz de mi abuela hizo que unas cuantas lagrimas corrieran por mis mejillas, y tanto ella como mi abuelo me abrazaron al darse cuenta.
Me hice a un lado y los dejé entrar. Ellos dejaron sus abrigos en un perchero y fueron hasta la cocina donde estaba mi madre preparando la cena, me senté en el sofá nuevamente y al rato mi hermana se dejó caer a mi lado.
-Ya es hora de que vayas consiguiendo un novio, Nunu.
Ella siempre me ha llamado así, según sus palabras y las de mis padres, era porque cuando yo estaba pequeña me costaba pronuncia mi nombre y solo decía Nunu, y hasta el día de hoy ese sigue siendo el apodo que me puso mi hermana.
-Y ya es hora de que tú y Santiago se vayan comprometiendo, se casen, te vayas de la casa y tengan hijos.
Se cruzó de brazos y me dió su típica mirada de indignación, esa que suele usar cuando hago referencia al tema de la independencia familiar.
-Solo tengo 23 años. -recordó.
-Exacto, ya estás vieja. -un pequeño golpe fue atestado en mi pierna, y cuando íbamos a seguir discutiendo el timbre sonó haciendo que nos detuvieramos.
-Yo abro. -se adelantó a decir mi hermana y a paso rápido se dirigió hacia la puerta. -NORAAAA LLEGÓ TU NOVIO.
Apenas dejó de gritar tanto mis padres como abuelos se asomaron por el umbral de la cocina, mi padre tenía un gesto serio y los brazos cruzados, mi madre, por el contrarío, tenía un gesto sorprendido y una cuchara llena de algún pudin en su mano derecha.
-¡No es mi novio!
-¡No soy su novio!
Protestamos Allen y yo a la vez, mi hermana tenía una sonrisa burlona y mis padres paseaban la vista desde el chico hasta mi.
-Aquí no hay nada que ver señores, vuelvan a la cocina. -arrastré a mis padres y abuelos hasta la cocina nuevamente y cuando volví a la sala mi hermana se encontraba hablando con Allen. -Ojalá y Santiago te deje panzona pronto por mentirosa.
Mi hermana soltó una carcajada y se levantó para luego perderse por las escaleras, dejándonos solos al chico y a mi.
-¿Y Tobby como esta?. -pregunté sin saber que más decir.
-Lo dañaste.
-¿Qué?. -dije sin entender a que se refería.
-Dañaste a mi perro, ayer fuimos al parque y cuando lancé la pelota se quedó quieto, sin hacer absolutamente nada. -su queja me hizo un poco de gracia, el cachorro suele ser muy imperativo y ama correr tras su pelota, no creo que no haya hecho ni siquiera un movimiento.
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Enséñame a vivir
Teen FictionÉl vive la vida sin límites. Ella solo espera el final de todo ese tormento. Él cree que hay que vivir cada día como si fuese el último. Ella ha aprendido a aceptar que ese momento más temprano que tarde llegará. Allen ama sentir la brisa chocar...