II - Flujo de consciencia - Entropía

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Mierda, mierda, mierda.

De nuevo el despertador me traicionó (¿o yo lo traicioné?), debo elegir bañarme o comer...

Comer claro, pero de la tienda, reza que no haya fila... bueno, dos personas es aceptable, con un sándwich estoy bien ¿o no?, ya, basta de conversaciones internas.

No te rías, es raro reírse en público sola, ponte audífonos y distráete, termina de pagar y corre.

Me encanta el pasillo de los dulces, creo que hoy podría comer unas galletas bañadas en chocolate o unas papas fritas... ¿por qué no ambos?

—Antonia — Me sobresalté, prácticamente gritó— Tanto tiempo.

Me di vuelta mientras me sacaba un audífono. Apenas pude ver lo que pasó, un tipo alto sostenía en su mano un teléfono mientras que otro a su lado parecía estar hecho de piedra mirándome con las manos vacías, para en fracción de segundo correr chocando todo. ¿En qué momento se acercó tanto?

Todo se volvió más confuso. ¿Quién es Antonia y por qué parecía que me hablaba a mí?

¿Por qué salió corriendo ese tipo y por qué el otro ahora me mira así?

Ay no, no otra vez, el vestido por salir rápido traicionándome otra vez.

— Disculpa si te asusté, ese tipo estaba grabando bajo tu vestido y esto es lo máximo que pude hacer... Te lo entrego para que tu evalúes que hacer con el, si quieres denunciarlo solo dime —Dijo mientras apoyaba el teléfono en el mostrador.

Qué vergüenza.

— No... No te preocupes — No puedo siquiera mirarlo, luce muy serio — Muchas gracias, en serio, me debo ir voy tarde a la universidad. Estoy realmente agradecida. 

Corrí, corrí como nunca había corrido, ni cuando corrí de las tías del Hogar volé de esta manera... Nunca más usaré este vestido o en realidad ninguno.

Nunca aprendo.

Tomé el bus, ni siquiera me fijé bien si era el mío, pero necesitaba salir de ahí.

Bajé en mi parada y fui a los casilleros, llegué a la hora pero ya ni siquiera tengo hambre. Saqué los implementos de pintura y fui al estudio. Odio los óleos, pero es mejor que escultura.

Hay un asiento junto a Paula, ojalá esté de buenas hoy.

— Hola Pau, ¿Cómo estás? — Dije mientras apoyaba mi mochila y sacaba el atril.

Para variar solo me miró y siguió hablando con Waldo, no sé porqué le gusta que le digan así, me recuerda ese juego que jugaba de niña con mi papá.

La clase empezó y terminó a la hora, no pude hablar mucho con nadie, con suerte para mover el atril o saludar a los que llegaban. No sé por qué siento que la gente me evita... está bien, soy rara pero intento hacer lo mejor que puedo.

Una sombra detrás del árbol al lado de la ventana.

Siento cuando mi cara refleja cómo me siento y sé que da miedo cuando comienzo a salir de mi control.

No, por favor, no hoy, mi día fue suficientemente malo... mejor me iré a casa antes, perder la clase de historia no es el fin del mundo, sí, rápido.

La respiración se me corta, pero es que ¿cómo me encontraron?, cambié de ciudad hace no tanto, casi nadie sabe de mi... ¿por qué siguen buscándome? ¿No he tenido suficiente?

No quiero llorar.

Prácticamente me tiré del bus, sin querer golpeé a un escolar, parecía tan confundido como si hubiese saltado sobre él, apenas alcancé a disculparme. Espera, ¿que hace un escolar solo a la 1pm fuera del colegio?

No, no es tu problema, no eres madre de nadie. Recuérdalo.

Corrí escalera arriba, la señora Sofía me mira desde el descanso de la escalera.

— Hola Luna, ¿vas al baño que no llegas?

Señora Sofía no me haga reír en esta situación.

— Señora Sofía, usted me conoce tanto — dije sin aliento subiendo los últimos 10 escalones — Tenga buen día, yo le riego a Martita, déjela afuera de su puerta.

—Corre no más, ten buen día Lunita— Dijo despidiéndome con una mano y sonriendo con sus ojos tan cansados y arrugados que la destacan.

No quiero preocuparla señora Sofi, pero si actúo normal como si no supiese nada, sé que no le harán nada, no se preocupe yo estaré pendiente de su puerta, ya que sus hijos son incapaces de venir a verla.

Tan pronto cerré la puerta pude respirar hondo. ¿Qué está mal conmigo?, una parte de mí sabe que no es muy lógico lo que siento... pero qué puedo hacer si así se siente e incluso me deja sin aire? Siento que tengo 11 años de nuevo.

Ay abuela, no sabes cuánto me haces falta.

La despensa está solo a la mitad, debo comprar todo de nuevo... pero no puedo salir, hay muchas sombras ahora, pero en las mañanas suele haber menos.

Menos mal no pueden entrar acá. Me cercioré que no hubiese nadie al entrar.

Intentaré pintar algo, necesito relajarme sino no podré dormir más tarde. Creo que hoy serán acuarelas. Mi estudio está hecho un desastre, ¿quién tuvo la idea de poner un sofá dentro? Ah, cierto esto era una sala de estar. Bueno, olvidémoslo. ¿Qué debería pintar?

No quiero mas paisajes, ni jarrones, ni animales... bueno, a ver, ¿qué hice hoy?.

Desperté tarde, fui a la universidad, vi a la señora Sofía, hablé con Pau, pinté en óleo, me salté clases... bueno el incidente la tienda.

¿Por qué me pasan esas cosas? Que molestia, creo que debería usar short debajo de mis vestidos o primera capa cuando use escote, aunque sé que cualquiera pensaría que no debería. Mi mamá me recordaría cuan libre soy, etc. etc.

Pero hoy me ayudaron, eso es nuevo.

Me parece haberlo visto antes por aquí, me gusta su nariz con ese lunar en la punta y sus ojos café adormilados, se veía incluso más asustado que yo. Me ofreció su ayuda y de la impresión solo pude despedirme, podría haber preguntado su nombre.

Ay Luna, nunca piensas nada.

Pero probablemente me lo encuentre ¿no?, debo agradecerle apropiadamente y ofrecerle al menos una galleta de las que venden en la tienda. Sí, eso haré.

Debo tener cuidado de las sombras. ¿Y si por ayudarme le hacen algo? ¿Qué tal si el tipo del teléfono era uno de ellos?, bueno, supongo que debo tomar responsabilidad. Sería una persona terrible si no le ayudase.

— Mmm.

Qué vergüenza decir que estudio artes. Él no era tan feo, ¿cómo logré que su cara se viese así? Mejor me deshago de esta mierda, qué vergüenza si alguien lo ve. A la basura.

¿Son las 7pm? Mierda tantas horas estuve divagando, ni siquiera he comido. Ay no, pobre Martita no la he regado.

Creo que comeré atún en lata, mañana compraré más.

...

Estoy harta de cuánto pasa por mi cabeza todo el día, de ser consciente de como me desordeno, cómo mi atención salta y cuánto miedo siento al más mínimo problema, perdí la cuenta de las veces he colapsado debido al miedo y pierdo tiempo que debería intentar ser feliz en estar alerta, como si fuese un animal. Quiero desconectarme de mi, ojalá fuese así de facil.

¿Por qué mierda soy tan rara? No merezco llorar, me viera Camila seguramente me tiraría un ladrillo desde el cielo.

Ojalá estés bien, buenas noches, papá, mamá, abuela... sólo quiero abrazarlos a todos, pero aún no me quiero ir.

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¡Hola a todos! Sé que este capítulo puede resultar confuso, nos da exactamente la perspectiva de nuestra personaje. Así fluye su pensamiento: Desordenado, torpe y disperso.
Me pregunto cómo lo describirían nuestros colegas del área de la salud mental, me encantaría leer sus propuestas.

LA METÁFORA DE LA ESCALERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora