XII

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Lucas se halló en el mismo lugar del principio por tercera vez, sólo atinó a decir que estaba viendo la casa ya que estaba ahí, casi como turismo. Luna solo rió y le mostró la última puerta que no conocía, la cual resultó ser el baño, bastante genérico y con una única ventana con rejilla.

Comenzó a comerse las uñas, la poca calma que había guardado se estaba empezando a agotar y desde ese momento saltar por la ventana era una opción que no descartaba. Eran casi las 10AM, la ventana de la habitación daba hacia una calle poco transitada al igual que la de la cocina, la del estudio daba a la calle principal pero estaban todas cerradas o intervenidas para no abrirse. Descartó totalmente gritar, no halló nada que sirviese para su defensa y la horda de cuchillos parecía estar totalmente vigilada en la cocina.

Salvo el de la puerta, pero en lo que tardaría para desensartarlo y lo rápida que era ella... no era una opción.

Por algún motivo, tampoco podía pensar en la idea de atacarla físicamente, menos si no lo ha agredido de esa forma (restando la parte del latazo). Se odiaba por no tener un poco más de decisión respecto a eso, pero en el fondo algo en verla le causaba pena.

Se quitó la gasa mientras intentaba pensar, tanteó con sus manos y no había más que un pequeño chichón.

Intentó pensar por milésima vez la situación. Lo que antes era una suposición respecto a algún trastorno estaba prácticamente confirmado, ahora la pregunta era cuál, de qué tipo y qué tan peligroso se podía tornar la situación. De momento todo estaba desesperantemente tranquilo, han cruzado pocas palabras sin embargo parecía una persona accesible. Lucas sentía que si no estaba con él en ese momento era porque ella sentía lo intimidante que resultaba hablarle. Necesitaba manejar la situación y no sabía como, tenía que seguirle el juego, pero de qué forma.

¿Estaría ella enamorada de él? ¿Será algún tipo de venganza? ¿Quizás alguna vez estuvo con ella o con alguna de sus ex parejas? No tenía respuestas a ninguna de esas preguntas, incluso, sólo aparecían nuevas.

Tomó una decisión rápida y se acercó a la cocina, miró por la puerta entreabierta y la vio sentada sosteniendo la cabeza con una mano, luchando por no dormir. Tomó aire, era el primer paso.

— ¿Luna? — Saltó levemente en su asiento y abrió sus ojos al máximo hacia él — Si tienes sueño puedes ir a dormir, no necesitas dejarme en la cama.

Su cabello largo y ondulado estaba enrollado sobre su cabeza con un lápiz, las ojeras ya eran totalmente marcadas y contrastaba con la palidez de sus labios. Aun seguía con el buzo gris del día anterior, parecía no haberse movido de ese asiento desde cuando sintió a Lucas entrar en el closet. Con las mangas refregó sus ojos aun hinchados.

— No, no — posó su mentón sobre su mano y sonrió suavemente — Estoy super, ¿quieres algo para comer?

Comenzó a pararse, casi esperando a que Lucas la detuviese.

—Estoy bien si tienes té negro y azúcar.

Luna paró en seco y no pudo evitar sonreír, un poco más aliviada comenzó a preparar un poco de té que había comprado en una tienda naturista.

Lucas se sentó en el mismo asiento de la última vez, ya decidido a seguir el juego y ya eliminando cualquier paso atrás. Debía encontrar el espacio y cuando tuviese la opción correría hasta lograr denunciar todo. Probablemente la ayude alegando su salud mental, pero eso es lo máximo que haría por ética y amor a su profesión.

Y porque sinceramente, le intrigaba y confundía todo de Luna.

Lo que le molestaba en ese segundo era lo evidente: Luna había pasado una noche sin dormir y en medio de lo que parece un cuadro agudo dentro de lo que sea su enfermedad (que en su caso probablemente era una parte importante para mantenerse dentro de márgenes aceptables). Esto podía detonar y necesitaba manejarlo de forma sutil. No tenía idea cuántos días llevaba así.

LA METÁFORA DE LA ESCALERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora