Fui a la tienda como de costumbre, pero esta vez no pretendo ir a la universidad, nop.La señora Juana está en horario hoy de nuevo, mierda, qué vergüenza, espero que no recuerde lo que pasó ayer. Ojalá no esté ese tipo tampoco.
Revisé por encima de los estantes y éramos solo yo, una vecina y la señora Juana.
— Luna ¿cómo estás?, ayer no pude si quiera preguntarte cómo estabas... ¿Te asustaste mucho? —Debo admitir que salté del susto, ¿por qué tiene esa voz tan chillona?
— No señora Juana no se preocupe— intenté reírme, no tengo tiempo para esto— Fue mi culpa, perdón por molestarla en el turno.
— Al contrario, ya vimos las cámaras y pusimos su foto en el listado de clientes que no pueden entrar — apuntó al tablero detrás de ella, en realidad apenas se veía con la capucha — Es un desagrado que hagan esas porquerías hoy en día.
— Bueno, también andaba con vestido, en parte es mi culpa.
Su cara se deformó. Ay no, no me diga que la cagué.
— Luna no es tu culpa, lo que haga un adulto totalmente consciente de sus acciones es su responsabilidad, sobretodo si es para hacerte daño, ¿lo dices en serio?
Silencio, no sé qué hacer cuando me preguntan cosas así.
Sólo se escucha a la vecina moviendo su carrito.
— No, es decir, sí, es decir, entiendo. — Necesito salir de aquí, puede venir de nuevo — Disculpe si la ofendí y le agradezco que se preocupe por mi.
— No me agradezcas, no he hecho nada, deberías agradecerle al Doctor que te ayudó — su cara pasó de indignación a embobada en un segundo — tan valiente y guapo.
Agh, odio los doctores. Corrijo no los odio, pero me molesta cuando tienen un aire de superioridad y todos deben decirle doctor... es decir, por qué no "señor" o solo su nombre.
Aparte en la vida siempre me han tocado los peores ejemplos, nunca me creen, me dan tantos nombres como dedos en mis manos a lo que tengo o no y ni hablar de las eternas derivaciones entre unos y otros. Como si fuese una pelota.
Abuela te juré seguir yendo al doctor, pero no hay cabeza que aguante tanto peloteo como el que estuve sometida.
— ¿Doctor? — alcancé a decir mientras recordaba que estaba hablando con ella.
— Sí, vive en el edificio cerca, lleva como un año acá, es muy amable — Dijo mientras pasaba la máquina entre los productos que iba dejando la vecina en la mesa — bueno ya lo notaste.
— Sí la verdad, si pensé que debía agradecerle, hacía mucho tiempo alguien no me ayudaba en una situación así — tomé aire y bloquee los recuerdos — sólo acostumbro a reaccionar cuando no me pasa a mí.
— Ay luna, eres tan joven, deja de echarte la culpa, nos conocemos hace casi tres años y siempre siento que cargas con culpas que no te pertenecen — Seguía embolsando las cosas, intenté ayudarla y me mostró la palma — Siempre estás pendiente de los demás, intenta disfrutar, siempre vienes a comprar pan y comida ¿cuándo vendrás a comprar cerveza y papas fritas?
El tema es delicado señora Juana, siempre esa lengua lapidaria tirando sal justo donde tenía que caer. Es momento de usar la carta de la universidad.
— Sí, señora Juana, tomaré su consejo, pero mire la hora — No pudo evitar enrolar los ojos, ¿tan obvia soy?— Voy volando a la universidad, vengo más tarde a comprar mis cosas, ¡nos vemos!
— No te arranques Luna, ya vendrás de nuevo y te terminaré la charla de la juventud — Alcancé a escuchar mientras cerraba la puerta con mi mejor risa— ¡Si necesitas psicólogo acuérdate que mi hijo está libre! Chaito.
Una vez más los mismos consejos, la verdad crecí protegiendo y asumiendo culpas que no me pertenecen, es difícil cambiar de un día a otro, incluso si ya me di cuenta del problema la gente suele aprovecharse de eso y no hago nada.
Pero me gusta sentir que puedo proteger a alguien, ya sea asumiendo la culpa o tomando la fuerza que tengo para protegerlo.
Psicólogo ni hablar, el último que me abrí en ese tema me recomendó adoptar un perro. ¿Dónde regalan a algunos los títulos hoy en día?
En fin, una vez más tendré que esperar que haya cambio de turno, creo que los miércoles es entre las nueve y las diez. Iré a las diez, no me da el cuerpo para otra charla de la señora Juana.
Sería bueno avanzar mis proyectos hasta entonces, de nuevo siento las sombras a mis espaldas. Debo fijarme en los autos estacionados, siempre se esconden ahí.
Una vez que cruce la calle y corra hasta la entrada del edificio todo estará bien.
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LA METÁFORA DE LA ESCALERA
RomanceLucas parecía estar logrando salir del (literal) abismo que nació, por fin estaba dispuesto a ser feliz. Luna se aferra al espiral por el que evita seguir cayendo. En algún punto se encontraron, solo se requirió un pequeño desbalance y una lata de c...