Marcos llegó a la obra y se colocó el casco de seguridad mientras explicaba al contratista general que no había podido hacer los visados municipales el día de hoy. Obvió la situación del gato escalador y la guapa vecina. Nadie creería una excusa semejante. El contratista, visiblemente molesto, lo guio por la obra explicándole los avances. Era un edificio de seis plantas muy similar al que vivía Marcos.
Sonó su teléfono y vio el nombre de Alejandro aparecer en la pantalla. Era un gran amigo, Colombiano también. Se habían conocido en el barrio cuando eran niños y dejaron de verse cuando su familia se mudó a otra ciudad de Colombia. Retomaron el vínculo cuando Marcos decidió mudarse a Barcelona, sabía que Alejandro llevaba unos años viviendo en la ciudad y lo contactó. Y su amigo estuvo ahí para el, como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos.
—Quiubo, parce —se escuchó del otro lado de la línea.
—Acá en la obra —contestó Marcos con sueño.
—Siempre camellando, parcero. Deje un ratito para relajar. Qué le parece si nos juntamos en su casa, una comida, dos amiguitas que tengo y unos traguitos, ¿Qué dice?
—Venga, pues —suspiró Marcos un poco cansado de que su amigo le usara el departamento siempre para ese tipo de reuniones, pero lo quería tanto que no podía negarse. Además, le vendría bien relajarse un poco también. No todo en la vida era trabajo.
—A las siete estamos.
—A las siete. Ahí te ves.
Carla llegó corriendo a la UAB y entró en el antiguo edificio directo a la cafetería. Era el lugar de reunión de muchos estudiantes y de descanso de los profesores; El lugar en donde sucedían muchas cosas. Carla ya se había perdido la primera clase por el incidente del gato y había quedado en encontrarse con una amiga para que le pasara los apuntes. Al llegar al café se topó con Hugo, el profesor que impartía la clase a la que no asistió.
—Carla, hoy no llegaste.
—Perdón Hugo, tuve problemas. Día complicado.
—Quería hablar contigo, necesito contarte algunas cosas sobre los trámites que tenemos que hacer para los papeles.
—¿Podría ser el sábado? —contestó Carla acomodando en su brazo la tira de su bolso—. Hoy y mañana trabajo en el museo y termino muy tarde.
—El sábado entonces.
—Luego arreglamos donde —murmuró Carla mostrando apuro.
—Vale.
Hugo se acercó y le dio un beso en la comisura de sus labios. Carla miró instintivamente hacia las mesas buscando a su amiga Laura y cuando el profesor se alejó limpió su boca con desagrado. Los ojos de Laura se posaron en los de ella mientras negaba con la cabeza.
—Esto me da mala espina, boluda —gruñó Laura mientras Carla se sentaba en su mesa. Eran amigas desde que Carla había llegado a Barcelona, congeniaron enseguida por ser las dos argentinas y estudiar lo mismo—. Tiene que haber otra manera, Carla, esto va a terminar como el culo, ya te lo estoy diciendo.
—¿Y qué otra manera? ¿Te pensás que a mí me gusta la idea de casarme con Hugo, amiga? Pero no encuentro otra —se lamentó mientras miraba pensativa por el vidrio de la cafetería.
Estaban cursando el último año de la maestría en Historia del Arte y se terminaba el permiso de Carla para residir en España. Había conseguido trabajo fijo en un museo, en el mismo donde había realizado las pasantías de la beca. Como su trabajo era tan bueno, le ofrecieron un contrato, uno de sus sueños. No tenía mucho por lo que volver a Argentina, por el contrario, había dejado atrás una familia bastante disfuncional y un ex violento. Tenía que quedarse en España, su futuro, su sueño y la posibilidad de crecer estaban allí. Quería hacerlo, lo necesitaba.
—No me gusta ese tipo, te lo dije mil veces —repitió Laura moviendo la cabeza con desaprobación—. Se le nota de lejos lo baboso. O no viste el beso que te dio.
Hugo era bastante joven para ser profesor, pero tenía diez años más que Laura y Carla. Era muy amable con sus alumnos, quizá más con las alumnas del sexo femenino, y a Carla le encantaban sus clases de Historia del arte. Cuando supo su historia, y que se le terminaría la residencia cuando finalizara la carrera, se ofreció enseguida a ayudarla y le propuso un trato: Se casarían para que obtuviera la ciudadanía, y a un tiempo prudencial, se divorciarían.
—No es mal tipo. Y me está ayudando —contestó Carla mientras rodaba los ojos.
—Ya es raro que no tenga mujer o pareja de algún tipo. Tiene más de treinta.
—¡No seas prejuiciosa, Laura! Dejáte de joder. No podés pensar así.
—No es prejuicio —contestó Laura riendo. Sabía que no estaba bien lo que decía, sabía que si era un prejuicio, pero ya no se le ocurría que hacer para convencer a Carla de que las cosas no eran tan simples como ella creía. No tenía buena intuición sobre el profesor—. ¿Vas a vivir con él?
—¡¿Qué?! ¡No!
—¿Y qué vas a hacer? ¿Te pensás que un casamiento es joda? —arremetió Laura acercándose y bajando la voz—. Hay mucha gente que hace esto, Carla. Hay un negocio atrás. Compran los papeles. Después el registro investiga. Te podés comer una multa o que te deporten. —Carla empezó a mover los dedos nerviosa mientras Laura seguía hablando. Sabía que tenía razón y la sola idea de ser deportada le revolvía el estómago, le cortaba la respiración—. Además, decime, ¿Por qué lo hace este tipo? ¿Qué lo motiva? Nadie hace nada gratis... te lo va a cobrar...
—Laura, ya fue... vamos a llegar tarde, después la seguimos. —Carla se levantó de su silla y Laura no se inmutó, cruzó los brazos claramente enojada por la terquedad de su amiga. La desesperaba verla tan confiada—. ¡Dale, che! Movéte.
Laura se levantó con cara de fastidio, resoplando, mientras Carla la agarró de la mano para arrastrarla a la caja registradora y pagar el café.
—Una carrera hasta el aula que no llegamos —gritó Carla. Y Laura no pudo hacer más que seguirla.
* Parcero es una expresión colombiana de uso muy frecuente, para referirse a compañero o amigo de forma muy coloquial. Actualmente se emplea un diminutivo para la misma palabra, en este caso: "parce", que tiene el mismo significado que parcero.
*Camellar y el sustantivo "Camello" significan "Trabajar"/"Trabajo".
*Baboso: Persona que se excita con una mujer, mayormente suele usarse para decirle a una persona de una edad mayor que se excita con una chica mucho menor que el.
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El gato de mi vecina
RomanceUn gato, una noche, una eliminatoria de futbol, dos latinos en Europa, un matrimonio arreglado... ¿Qué podría salir mal? 😸⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘⁘😸 Marcos y Carla son vecinos en un edificio de Barcelona en el Barrio de Gràcia. Carla es Argent...