Capítulo XIX

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A la mañana siguiente, Marcos se encontró con Alejandro, a primera hora, en el registro civil de su zona

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A la mañana siguiente, Marcos se encontró con Alejandro, a primera hora, en el registro civil de su zona. Le temblaban un poco las manos cuando ingresó a la oficina. No le daba nervios el arreglo, sino el casamiento en sí. Que todo saliera bien para Carla. Empezó a jugar con sus manos mientras la secretaria salió de la oficina para buscar la lista de papeleo y documentos que tenían que presentar.

—Relájate parce, ni que te casaras de verdad —bromeó Alejandro riendo mientras palmeaba su espalda. Marcos le dio una mirada de asesino serial y miró a todos lados por si había cámaras. Alejandro no pudo reprimir una carcajada que largó moviendo la cabeza—. Quédate tranquilo.

Al volver, la secretaria les explico todo lo concerniente al papeleo y fijaron la fecha de la unión en un mes; era la más cercana disponible: 29 de julio. Tendrían una entrevista en una semana para presentar toda la documentación y otra a los quince días. Si todo estaba en regla, se casarían en la fecha fijada. Al salir del registro, Marcos saludo a su amigo para seguir camino a la obra.

—Gracias parcero, te debo una —expresó Marcos palmeándole el hombro.

—No es nada, parce. Va a salir todo bien. Ya verás. Luego nos juntamos con Carla para ver lo de la entrevista. Vayan juntando los papeles.

—Dale parce —contestó dándole un beso.


Carla llegó a la universidad y corrió hacia el salón. Hoy tenía clase con Hugo, no quería hacer nada que pudiera darle material para molestarla. Pero arrancó con el pie izquierdo porque se durmió. Hacía noches que no podía dormir bien. Luego de la charla con Marcos pudo descansar mejor y cayó rendida. Ahora pagaba las consecuencias y corría a la UAB tarde. Cuando entró, Hugo estaba dando una explicación frente a la clase, por lo que no pasó desapercibida. La miro con fastidio.

—Buenas noches, González —pronuncio sarcástico.

—Disculpe profesor —murmuró Carla sentándose junto a Laura que, como de costumbre, le guardaba un asiento.

—Después de esta interrupción sigo con lo que estaba diciendo —continuó Hugo para la clase—. Muchos trabajos deberán rehacerse. Les faltó profundidad para una investigación académica propia de un posgrado. Me gustaría que revisaran las normas APA. Hay problemas no solo en la investigación en sí, sino también en la escritura y la forma correcta de citar la bibliografía. Ahora voy a llamar a cada uno para que retiren su trabajo.

El profesor comenzó a llamar a los estudiantes para entregarles el informe. Carla se empezó a poner nerviosa en cuanto iba nombrando a cada uno. Tenía la intuición de que Hugo podía haber descargado su bronca en su investigación. No quería rehacerla, estaba contenta con el resultado y tampoco tenía tiempo para perder. Cuando llegó su turno se acercó con paso firme al escritorio del profesor.

—Rehacer Carla González —anunció Hugo mientras le entregaba las hojas y acarició su mano cuando Carla las tomaba.

—¿Por qué? —contestó ella retirando su mano con desagrado. Hugo ni siquiera la miraba al hablar.

El gato de mi vecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora