Cap. 7

109 6 0
                                    

Es muy poca la gente bendecida que adora su trabajo, el resto de los mortales en su mayoría son esclavos del yugo laboral para sobrevivir en este mundo monetizado. Lilian no era la excepción, las llamadas muchas veces le desagradaban, y terminaba con este mal sabor de boca por unos días, lo que hacía que no se conecte muy seguido; pero a la vez, era su única herramienta, por el momento, para proyectar un futuro mejor para ella y su madre, no podía dejarlo. Los hombres que la llamaban, elegían su perfil de niña angelical específicamente, así que era lo que intentaba vender con mentiras. Con el tiempo aceptó que ella no era nadie para juzgar las perversiones de los individuos, era más sano que cumplan sus fantasías por teléfono con un ser virtual, a que realmente hagan algo así en vida real. Llamadas como la de recién eran de las más "sanitas" y menos desagradables, otras le revolvían el estómago, pero ella debía mantener su perfil de "todo lo que quieras hacer, me excita en sobremanera", si quería ver esos números seguir y seguir creciendo en su cuenta, que parecía un pozo sin fondo, todo lo que juntaba se iba en medicamentos caros y material didáctico. "Sólo hasta terminar este año", se repetía para aguantar... mientras nuevamente activaba la línea.

Sus dotes actorales mejoraban a medida que ganaba experiencia. Había tenido muy poco sexo a lo largo de su corta vida. Un par de muchachos jóvenes primerizos igual que ella, y una amiga de la adolescencia con quien había jugueteado un poco y descubierto su preferente inclinación homosexual, sus 2 experiencias con hombres fueron más que nada "para probar". Con algo de reticencia, tuvo que mirar porno heterosexual para informarse y poder conducir sus charlas si le era necesario, algunos interlocutores eran más tímidos y necesitaban ser guiados, pero a la vez desde un lugar de pura inocencia, que es lo que vendía su personaje. Al principio le causó mucho rechazo ver a ciertas mujeres denigrarse de esa forma, este mundo podía ser muy duro, pero no quiso sentenciar la vida de otros sin saber el trasfondo, tal vez estas mujeres sentían cierto empoderamiento al ser capaces de mostrar sus cuerpos y disfrutar libremente de su sexualidad, como sea que sus fetiches le dicten, después de todo eran actrices igual que ella. Se había armado en su "espacio de trabajo", que no era otro lugar más que su habitación, un set de artículos para efectos sonoros que le den veracidad a su pantomima: abrojos, cierres, botones a presión, chupaletas y chupetines, slime que hacia un sonido muy sugerente al apretarlo, una depiladora que vibraba a alta frecuencia, etc... ¿Y cómo se las arreglaba para tener estas conversaciones y hacer todos los SFX sin que su madre se entere? Pues, desde que Ernestina había empezado el tratamiento psiquiátrico, las pastillas para la ansiedad la sumían en un estado de somnolencia y relajación general, sumado a las que de por sí, ya debía tomar para dormir, hacían que para eso de las 23hs la mujer cayera en una especie de coma farmacológico donde no la despertaba ni una tropilla de elefantes pasando sobre ella.

Todo se acomodaba y tomaba forma, la casa iba bien, el trabajo también y la universidad..., se podría decir que llevaba la carrera al día, aunque un poco con lo justo, Carlos y Denise le hacían todos los trabajos grupales dónde agregaban su nombre, solo memorizaba si tenía alguna exposición, con las clases teórica cumplía raspando, con los talleres... resultó ser más habilidosa de lo que pensaba, y el resto de su energía se la llevaba la profesora Marinho. Tanto se dedicó a ella, que un día ganó una de las competencias donde podía quedarse 20min extras a solas con la docente. Lilian sabía cómo procedía Kara dentro de la institución, por lo tanto, se comportó y no la presionó en ningún momento con sus planteos románticos. Pero ella tenía la certeza de que su ilusión no era tan alocada, había sentido esa magia en el aire cuando estuvieron solas en el auto, si bien las palabras de la morocha la alejaban, sus actos decían otra cosa; tal vez en el plano metafísico sus almas bailaban un vals, mientras en la tierra solo se observaban dos cuerpos que no podían contener una sonrisa cada vez que se miraban, la atracción era innegable. Había un cariño cómplice y circunscripto, encubierto hasta de sus mismos participantes, quienes se esforzaban en mantener la diplomacia. Lilian estaba segura, Kara... era un misterio... pero la rubia sabía, que si la provocaba lo suficiente volvería a ceder, igual que la primera vez, donde no había puesto resistencia alguna a su beso; el problema residía en cómo llevar a cabo tal faena. El destino le sonrió aquel día...

Amor y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora