Cap. 35

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La luz entraba apenas tenue en aquella amplia habitación, la cama se sentía como flotar en una nube algodonosa, con las sábanas más suaves que había acariciado en su vida, un leve aroma a lima brotaba de ellas refrescando el ambiente. A su lado, los intensos ojos café de Elena la observaban apenas entreabiertos, y una sonrisa adornaba su bello rostro; parecía brillar mientras estiraba su mano para acariciarla

Elena: -no puedo creer que estes acá
Lilian: -para mi todo esto también parece un sueño- (suspirando) -debería irme, pobre Rosa...
Elena: -no te preocupes, ella sabe muy bien el trabajo que aceptó. Desayuna conmigo por favor
Lilian: -bueno desayuno y me marcho

Elena salió de la cama, se colocó una bata y desapareció tras la puerta. Lilian miró su celular, no había notificaciones nuevas, se sentó y se preguntó si la otra puerta que había en la habitación se dirigía a algún baño privado, como había visto en las películas. Solo vestida con sus bragas, caminó en puntas de pie y se asomó, apenas haciendo una leve abertura en el dintel; para su suerte las suposiciones eran correctas. Se sentó en el inodoro, el cual para su sorpresa inmediatamente se entibió por algún mecanismo electrónico, cuando terminó de hacer sus necesidades, fue a lavarse las manos, se notaba que todo lo que allí estaba, eran productos de alta calidad. Volvió rápido a la cama, justo cuando la dueña de todos aquellos lujos ingresó con una bandeja.

Elena: -no sabía que te apetecía, así que traje frutas, cereales, jugo, te, café, galletas, fiambres, queso, omelette, medias lunas, frutos secos, yogurt... o no sé, si queres beicon, huevos, puedo pedir que te los hagan rápidamente
Lilian: -wooww... con unos mates estaba bien por mí
Elena: -ay! no lo consideré, es algo que no suelo consumir
Lilian: -está bien, veni, sentate, todo esto parece una locura
Elena: -hummm... perdón, prometo aprenderme tus gustos
Lilian: -temo que nunca pueda atenderte de esta forma
Elena: -yo soy la que está para atenderte, vos solo relajate y hace lo que quieras, todo lo que hay en esta casa y en el mundo, te perteneces ahora

La muchacha de ojos azules comenzó a disfrutar de los ricos entremeses que había frente a ella, notando que era la única en hacerlo, recordó sus deberes de Domina, después de todo era lo único que Elena pretendía de ella. Agarró un vaso y preparó yogurt con frutos secos, cereales y frutas cortadas en cubito, tomo la cuchara y comenzó a alimentar debidamente a su sumisa, quien no se negó a dar todos los bocados necesarios hasta acabarse el mejunje.

Lilian: -muy bien preciosa, estar con vos siempre es un placer, pero realmente tengo que ir a ver cómo está mi madre, por las dudas... tendrás algo de ropa para prestarme? No quiero volver con ese vestido a estas horas
Elena: -toma lo que quieras del placar

La rubia se levantó y abrió las puertas, aquello no era un armario convencional, era la sala entera de su casa más o menos. Había de todo, vestidos, una incontable cantidad de zapatos, accesorios, obviamente nada que combinara con el estilo descuidado de Lilian, o que le entrara; hasta que divisó un sector de ropa deportiva, agarró de allí unas calzas elastizadas, buzo y zapatillas.

Lilian: -me decís la dirección así pido un taxi?
Elena: -claro que no, te llevo, de paso recojo a Rosa y la alcanzo a su casa
Lilian: -ok, después cuando lave te devuelvo la ropa
Elena: -te queda mejor a vos, quedatela

Cuando estuvo sola con su madre se fue a su habitación, se recostó en la cama y de reojo observó una buena cantidad de apuntes que la esperaban sobre su pequeño escritorio. Suspiró fastidiada, no veía la hora de sacarse todo de encima de una vez por todas. Se sentía cansada después de la agitada noche, cerró los ojos un momento y los pensamientos racionales comenzaron a mezclarse con la fantasía. Imágenes sin sentido se enlazaban, creando una realidad alternativa que repasaba hechos vividos, Denise en la facultad alejándose con nuevos amigos, flashes del cuerpo sangrante de Elena, la voz lejana y sin rostro de Kara riéndose de ella, los gritos de su madre cada vez más fuertes y molestos... hasta que abrió los ojos y los gritos no cesaban...

Amor y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora