Cap. 38

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El olor a desinfectante mezclado con lavandina, las voces desconocidas sonando ininteligibles, el roce de una mano acariciando la suya. Lo primero que vino a su mente fue Kara, pero el inconfundible perfume que se había grabado a fuego vivo en sus fosas nasales, no coincidía. Se aferró al dulce tacto y entreabrió los ojos, fuertes punzadas golpeaban su sien dándole los buenos días.

Lilian: -dónde estoy?
Denise: -estamos en el hospital, te desmayaste
Lilian: -ah, se me parte la cabeza- (llevándose la mano a los ojos)
Denise: -ahora pregunto si pueden darte algo, ya vuelvo

El silencio le sirvió para revivir los últimos acontecimientos, el dolor volvía a abrazarla y las lágrimas rodaban irrefrenables como queriendo lavar culpas. Sintió pasos, eran 2 hombres con una camilla.

Hombre 1: -señorita Joly venimos de parte de la Señora Rivero Dimou, vamos a trasladarla a su mansión, allí la diagnosticará el médico de la familia
Lilian: -esperen Denise está conmigo
Hombre 2: -no se preocupe la Señorita Cano ya fue notifica y enviada de regreso a su casa a descansar. Diganos cuáles son sus pertenencias...

Al rato se encontraba en la siempre impecable y perfumada cama de Elena. Con toda la inmensa necesidad de disculparse, le mandó un mensaje de texto a su amiga

#Denise: -no te preocupes Lil, avisame cuando pueda visitarte. Ah y quédate tranquila con la Universidad que ya están al tanto de tu situación. Ponente en contacto con Minerva para ver cómo pueden reorganizarte los parciales.

Dejó el celular a un lado y miró el techo pensativa. ¿Qué había pasado con el cadáver de su madre? Estaba a punto de llamar a la policía, cuando ingresó un oficial acompañado por el Ama de Llaves

Oficial: -buenos días Señorita Joly, sé que es un momento doloroso para usted, pero necesito tomar unas breves declaraciones para saber que pasó

La rubia relató todos los sucesos de aquel día, hasta lo poco que sabía de cómo terminó en esa cama. También le contó las amenazas de su madre con el suicido, y cómo probablemente lo había hecho. El policía le dijo que el cuerpo estaba en la morgue y que, si ella quería, podía ordenarse realizar una autopsia formal, para entender la causa definitiva, Lilian dio su consentimiento. Una vez finalizado eso, ya podría seguir con las actuaciones funerarios que ella considere necesarias, y aprovechando la situación le dijo que una vez que el forense termine su trabajo, procedan con la cremación, no quería seguir acarreando con la obligación de tener que ir al cementerio. De alguna forma a pesar de la tristeza, lograba tomar decisiones. Cuando el hombre se fue con todas sus autorizaciones firmadas, ingresó una médica, quien le hizo un examen de rutina y le tomó unas muestras de sangre, le dijo que el desmayo fue por la conmoción seguramente, pero que haría algunos análisis para asegurarse.

Cuando por fin el silencio, nuevamente llenaba penetrante cada espacio, las imágenes volvían a revolvérsele en la cabeza. Se sentía completamente sola, de a poco su entorno desaparecía, una vez recibidas probablemente también Denise se iría, lo único que le quedaba era la siempre firme Elena y su carrera, que de golpe dejaba de cobrar sentido, estaba pensando en abandonarla de una vez por todas, cuando su fiel novia cruzó la puerta, derecho a sus brazos.

Elena: -lo siento mucho- (besa su cabeza mientras estrecha aún más su abrazo) -cariño mío, pedime lo que sea que necesites
Lilian: -te necesito a vos
Elena: -acá estoy mi amor, ya arreglé todo en el trabajo, voy a estar con vos todo el tiempo

Lilian se hundió en sus confortables brazos, aquella mujer no dejaba de ser su salvación una y otra vez, sentía que, desde hace tiempo, hubiese tomado el fatídico destino de su madre en su propia carne si no fuera por ella, brindándole amorosamente, inconmensurables cantidades de estabilidad. Cumpliendo su palabra no se despegó de su lado los días siguientes, dónde la urna con cenizas y el informe forense llegaron a sus manos. Fueron de viaje a las montañas a esparcirlas y Lilian hizo su dolorosa despedida, lo peor de todo era que en cierta forma, un alivio que no quería reconocer en voz alta, recorría todo su ser, cientos de kilos sacados de sus hombros.

Amor y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora