Capítulo 3 "Conversaciones"

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-Mamá se muere por verte ¿Sabes?- dijo mi hermana después de meterse un trozo de pastel a la boca.

Estábamos en un bonito restaurante cerca del departamento. Toda la comida me supo deliciosa. Hacía ya mucho tiempo que extrañaba la comida de mi país.

-Yo igual- contesté.

-¿Qué tal la escuela por allá?- preguntó Sebastián dándole un trago a su agua.

-Muy bien- dije- Fue un poco difícil al principio, pero después me acostumbré. Ahora tendré que estudiar todo con respecto a las leyes de aquí.

-Pero ya tienes el Derecho Internacional- puntualizó mi hermana.

-Lo sé, pero me gusta mi país y he pasado mucho tiempo lejos de él así que... me gustaría.

Mis hermanos asistieron para si mismos.

-Y ustedes, ¿Qué tal les va?- pregunté, rompiendo el silencio.

Ambos sonrieron.

-Bastante bien- comenzó Sebastián- Llevo casi un año con puesto de planta en el hospital y casi termino la maestría.

-¡Vaya!- exclamé.

-Si, si, bueno, si terminaste con tu discursito nerd- Andrea le lanzó a Sebastián una mirada de burla. Luego le sacó la lengua- Yo, en cambio, sigo trabajando en la empresa. ¡Pero pude tomar el curso de fotografía! Y estoy tomando clases de idiomas para poder viajar.

-Yo podría enseñarte- le dije- Aprendí. Fue por pura supervivencia.

Los tres nos reímos.

Andrea suspiró.

-Otra vez juntos- dijo- Te extrañamos mucho.

-Y yo a ustedes.

Entonces, el celular de Sebastián comenzó a vibrar sobre la mesa. El lo tomó y contestó. Habló un momento y luego asintió.

-Hermanitas, tengo que irme. Me necesitan en el hospital.

Las dos hicimos caras triste y lo vimos levantarse de la mesa y sacar unos billetes de la cartera.

-Yo invito- declaró.

-Si insistes...

-Ja ja ja. Las veo luego. Bienvenida, hermanita- me dio un beso en la cabeza y salió del restaurante.

Mi hermana me miró un momento mientras daba un sorbo a su limonada.

-Hay algo de lo que no me has hablado- le solté.

-¿Sobre qué?- dijo apartando la vista.

-Sabes de que hablo... - inquirí.

Había intentado olvidarme de Él, cientos de veces. Pero siempre volvía. Lo veía por la calle y cuando voltea no era más que mi mente jugando conmigo. Me parecía oír su voz en una conversación o su rostro en la calle.

-No te tortures... - suspiró, como si leyera mis pensamientos.

-No lo hago... - claro que lo hacía.

Volteó un poco la cabeza y levantó una ceja. Algo que Él siempre hacia.

"¡Cielos, Mónica!" me reprendí.

Esta vez, la tristeza me oprimió el pecho con mas fuerza. Bajé la vista hacía mi pastel de chocolate.

Al ver que no decía nada, Andrea negó en voz baja y sacó la cartera de su bolsa.

-Ya déjalo ¿quieres?- me pidió.

Guardé silencio.

-Será mejor que nos demos prisa para ver a mamá. Debe de estar histérica- cambio de tema.

-De acuerdo- me rendí mientras nos levantábamos.

Esto aún no termina.

Por Él | JC | #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora