Capítulo 9

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Roturas

Cuando Remus abrió la puerta del pequeño departamento de Peter, en el que gentilmente le ofreció hospedaje, se sorprendió de ver a Sirius del otro lado de la puerta. No es como si no lo estuviera esperando, tenía menos de una semana en Londres y lo más sorprendente era que no lo hubiera visitado antes, pesé a eso la sorpresa estaba en él.

Sirius era una visión de colores negros y plateados, con su chaqueta de cuero, botas gruesas y pantalones ajustados, el complemento perfecto del atuendo eran su cabello atado en una coleta alta, el pequeño pendiente colgando de su oreja y el delineador remarcando sus hermosos ojos plateados.

—Lunático.

—Canuto, te ves… —increíblemente hermoso, pensó, no lo dijo —bien.

—Tú también, —los dos sonrieron, nerviosos e incómodos —viajar te hizo bien.

—Fue educativo e igualmente divertido, no puedo negarlo.

La sonrisa de Sirius poco a poco fue desapareciendo —yo vine a darte las gracias por… por hablar con Queji…

—Sirius —advirtió

—Snape.

Dio un asentimiento lento —él aún vendrá a patear el trasero de James.

—Espero que no hoy, Regulus termino con él está mañana.

Su boca se abrió ligeramente de asombro. Cuando se graduaron Remus se fue de Londres a la siguiente semana con Lily, pero en el poco tiempo que se quedó pudo ver a su amigo loco por el menor y en las cartas que recibió de él, le contaba lo muy enamorado y feliz que se sentía.

—Tal vez solo sea algo temporal.

Sirius se encogió de hombros —James dice que todo se acabó definitivamente, pero sé que está hablando desde su dolor.

—Estará bien, solo necesita tiempo, todos alguna vez pasamos por una rotura. —Como tu y yo, quiso agregar, tampoco lo dijo

Ellos nunca habían sido más que amigos, pero ¿podría contar como rompimiento aquella pelea semanas antes de graduarse? Remus suponía que sí, después de eso todo cambio entre ellos, no se sintió como ninguna otra pela que hubieran tenido en el pasado y no volvieron a hablar hasta que llegó aquella carta semanas atrás.

—Eso creo.

Por unos segundos se quedaron callados, esperando que el otro dijera algo. Antes de que se volviera más incómodo decidió usar un poco de esa valentía que tanto presumía su casa de Hogwarts.

—¿Quieres pasar?

—No quisiera molestar, supongo que estarás ocupado, escribiendo a conocidos o personas que conociste en tus viajes.

Remus se rio —que manera más sutil de preguntarme si salgo con alguien, —lo vio haciendo gestos para articular palabras que nunca salieron por completo de su boca —puedes preguntar.

Sirius asintió y tomo una gran bocanada antes de hablar —¿sales con alguien?

Eso le dio ternura. Sirius podría ser un idiota a veces, otras comportarse como todo un hombre rudo y algunas una persona sensible y considerada, siete años conociéndolo y aún no se cansaba de descubrir cada faceta en él. Solo los dioses podrían saber cuánto es que lo amaba.

—No, sigo enamorado de mi mejor amigo, a pesar de lo mucho que intente odiarlo por dejar que me fuera o por no escribirme.

—No pensé que quisieras que lo hiciera.

—Ese es el problema, deberías preguntarme y no hacer lo que crees que quiero. —Sirius sonrió —¿y tú?

—Como podría, le entregué mi corazón al primer chico del que me enamoré y nunca se lo pedí de regreso, me sentí a morir cuando se fue de viaje con él.

Ambos dieron un paso anhelantes, sonriendo y con algunas lágrimas cayendo de sus ojos. Remus era más alto, sin embargo, en ese momento se sentía como el más pequeño de los dos, sujeto las mejillas del pelinegro y se detuvo un segundo para contemplarlo.

—No vuelvas a dejar que me vaya.

—Jamás —respondió Sirius cortando los centímetros que los separaban, se besaron

Ahí estaba ese beso que los dos deseaban más que nada en el mundo. Era el tipo de beso que solo se pueden dar personas que se han amado desde antes de si quiera saber que significa exactamente la palabra. Con ternura, amor, pasión y certeza de que nunca más volverían a separarse.

Ámame con locura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora