Capítulo 17

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Confía en mí, yo confío en ti

En los últimos días Tom ha estado observando a Severus, rememorando cada una de sus conversaciones y ha notado que nunca han hablado de sus historias, a excepción de la vez que éste se enfermo. Entonces, se cuestiona, si ha estado demasiado asustado de hablar de si mismo que no le ha dado la oportunidad de hablar a él.

Así que, sin prenderlo, ha pasado dos semanas retrasando la conversación, reflexionando, cuestionándose cómo preguntar sin ser invasivo o que podría decir para hacerle saber que puede confiar en él. Al final decide empezar por preguntarle, pero no está seguro de si recibirá una respuesta y eso le asusta tanto como lo que pueda responderle.

—Tenemos que hablar —anuncia el viernes de esa misma semana, no puede ni va retrasarlo más

Odió el temor que poco a poco se fue manifestando el rostro de su novio al escuchar sus palabras.

Le da una sonrisa cálida para tranquilizarlo, sujeta sus manos y sin soltarlas lo guía al sofá en el que ambos se sientan.

Cómo ya se ha hecho costumbre están en el departamento del ojiverde.

—Mi amor, me has dicho que puedo hablar contigo de lo que sea, ¿cierto? —el pelinegro reafirma con un movimiento de cabeza —, ¿sabes que tú también puedes decirme lo que sea?

Ante la última pregunta Severus frunció su frente confundido —lo sé, ¿a qué viene esto?

—El día que me encontré con Lucius menciono que está época suele ser difícil para ti, ¿a qué se refería? 

Tom se impresiona por lo rápido que los músculos de su novio se tensan y como en menos de un segundo su rostro adquiere un tono más pálido del normal.

—¿Qué dijo exactamente? —indagó con reserva

—Solo eso.

Severus suspira aliviado, pero eso no ha quitado la tensión o ha desaparecido la palidez en él.

—Espera, —su expresión cambio a una de entendimiento —¿has estado actuando diferente porqué querías preguntarme esto?

—Lo siento, solo quería encontrar una forma de preguntar sin presionarte y hacerte saber que puedes confiar en mí.    

—Tom, ya lo hago, confío en ti —durante un minuto Severus duda antes de continuar

Sin importar lo que el pelinegro quiera decirle, es difícil para él decirlo y Tom lo entiende, también tiene cosas que decir y nunca es fácil comenzar a hablar. Pero en esta ocasión puede ser valiente y dar el primer paso, porque se trata de Severus.  

—No tienes que decirme nada para lo que no estés listo, mi amor.

La duda sigue estando reflejada en su rostro aún así niega con la cabeza —quiero contártelo.

—Esta bien, —Tom suspiró nervioso —¿qué tal si empiezo yo contándote algo que aún no sabes de mi? —Severus aceptó con un asentimiento —. Te conté que mi mamá murió el día que yo nací, hay más. Todo empezó el día que mi madre conoció al muggle Tom Riddle, mi progenitor, se enamoró al instante de él, no fue mutuo. Él venía de la familia más adinerada del pueblo, todo lo contrario a ella que venía de la familia más pobre del pueblo. Pero ella no se rindió, era inteligente y de alguna forma consiguió amortentia e hizo que la bebiera.

»Ya “enamorados” él le propuso escapar juntos, ambos sabían que la familia Riddle se opondría rotundamente a la relación, así que, ella no dudo en aceptar. Unos meses más tarde mi madre se enteró de que estaba embarazada de mi y decidió dejar de administrarle la posición de amor, creyó que él se sentiría obligado a quedarse con ella al saber de mi llegada. Pero no fue así, la acuso de ser un monstruo y la abandono.

Mi madre con el corazón destrozado perdió las ganas de vivir. Un día mi padrastro, un muggle de buen corazón, la encontró en las calles mendigando, no pudo dejarla ahí, la acogió e hizo todo para que, al menos, los últimos meses de embarazo fueran decentes y yo no naciera enfermo o débil. Sin embargo, ella aún no tenía ninguna intención de sobrevivir después del parto sin importar cuánto intento él que no fuera así. La única decisión sensata que tomo esa mujer en esos días fue casarse con mi padrastro una semana antes de mi nacimiento, así él pudo criarme y no termine en un orfanato. 

Al terminar hablar siente como Severus aprieta con poca fuerza sus manos aún unidas, con eso lo saca de un ensimismamiento, en el que ni siquiera noto que se adentro, no es que haya olvidado que él está ahí en ese momento, pero es la primera vez que habla de su procreación en voz alta.

Había escuchado la historia en voz de su padrastro, quién nunca intento si quiera ocultársela, mas nunca se permitió repetirla en voz alta por que ¿y si esa era la razón por la que nunca se había enamorado ni amado de forma romántica, por ser concebido bajo los efectos de una posición de amor?.

Ahora, muchos años después de que ya no es un adolescente con mil preguntas sin respuestas y resignando a que solo le gustarán ligeramente ciertas personas, tiene delante de si al primer hombre que le hizo saber que estaba equivocado.

Puede amar y con locura, además.

Ámame con locura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora