Capítulo 19

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Prendedor

Aunque Tom le aseguró a Severus que la navidad no era gran cosa para él o su padrastro, su novio insistió en que debían al menos visitar a su padrastro en épocas decembrinas, por lo que decidieron hacerlo en noche buena.

Tom podía ver lo nervioso que se sentía Severus, había sacado toda su ropa del clóset para escoger de entre el montón un hermoso traje negro de vestir, entallado, con una capa elegante y cepillado su cabello unas veinte veces al menos.

—No se que hacer para que se vea bien —le dijo con frustración frente al espejo

Tom lo observaba desde el marco de la puerta, para él ya lucía hermoso y no necesitaba arreglarse más, pero en vista de que sus halagos no lograban calmarlo decidió ayudarlo.

Con su varita invoco uno de los regalos que le había comprado, lo saco de su caja y se acercó a él con el objeto en manos. Era un prendedor con forma de serpiente que ayudaría a mantener su cabello lejos de sus ojos. Desde que se habían conocido el cabello de Severus había crecido lo suficiente como para sujetarlo en una coleta y aunque decía que lo cortaría porque era más práctico, a Tom le encantaba que estuviera así y le deseaba verlo más largo.

—¿Una serpiente? —cuestionó Severus mientras Tom lo acomodaba en su cabeza

—Me gustan, las entiendo y ellas me entienden —confesó —habló con ellas.

Su novio se giro antes de que pudiera terminar y lo miró con sorpresa —¿Estás jugando?

—Nunca, contigo nunca.

—Hablas parcel —asintió, los ojos de su novio estuvieron entrecerrados un par de segundos antes de abrirse por completo y dale una mirada cálida —eres una caja de sorpresas.

Tom sonrió y volvió a su tarea de acomodar el prendedor —no lo cortés, me gusta así —lo ayudo a girar para que se viera en él espejo —eres demasiado hermoso.

Severus se sonrojo, la sonrisa de Tom se volvió aun más grande, entonces lo hizo girar una vez más y lo beso. Ahí en el baño, enfrente del espejo, manteniéndolo aprisionado contra el lavabo. Una mano sobre la cintura de su novio cintura apretando y la otra en su mejilla acariciando, las manos de éste sobre sus hombros acercándolo más.

Tom sentía que besar ya no era suficiente, quería más y más, sentir a su novio sin esas capas de ropa, tocar, explorar y memorizar cada rincón de su piel, quería que Severus hiciera lo mismo con él. Dejar que ese fuego que había entre los dos, y últimamente era tan difícil mantener controlado, creciera hasta consumirlos.

—Esta noche, —dijo cuando se separaron por falta de aire —voy a entregarme a ti.

Ámame con locura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora