Capítulo 12

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Helado, disculpas y fantasías

Severus se sentía nervioso, Tom había llegado esa tarde por él y antes de poder decir cualquier cosa éste le informo que tendrían una  cita en ese momento, y, se negó a decirle donde.

Después de unos minutos caminando llegaron a la fachada de Florean Fortescue —¿aquí? —preguntó sorprendido

—Sí, ¿qué te parece?

—Inusual, —confesó y enseguida sonrió antes de agregar —pero me gusta.

Escogieron una mesa en el exterior del local y como era usual siempre que iban a cualquier lugar, Tom saco la silla para él. Severus nunca le ha dicho en voz alta lo mucho que ama ese pequeño gesto de caballerosidad.

Mientras esperaban que su orden llegará, el ojiverde lo miró fijamente con una fascinación, que lo hizo sentirse un poco tembloroso.

—¿Sucede algo?

—Solo te estoy observando y pensando en lo hermoso que eres y lo afortunado que soy de ser tu novio.

—Mi vida —era la primera vez que usaba un mote para él, le encantó la forma en que los ojos de Tom se abrieron un poco por la sorpresa y un suave rubor comenzó a notarse en sus mejillas —. Cuando dices cosas así, me dan unas inmensas ganas de besarte.

—¿Hay algo que te lo impida?

Lo pensó durante un segundo —¿ahora? La mesa que tiene el atrevimiento de separarte de mí.

Con una hermosa y amplia sonrisa el pelinegro acercó más su silla al frente, estiró sus manos para alcanzar su rostro y acercarlo a él.

Cuando solo quedaron centímetros de distancia entre ambos volvió a hablar —¿y ahora?

No respondió, corto la insoportable distancia entre sus labios. Fue un beso casto, profundo, tierno. Severus no sabe como, pero los besos con Tom siempre son diferentes y perfectos y siempre está esperando por el siguiente.

Escucharon a alguien carraspeando, se separaron, de mala gana, pensando que sería el mesero trayendo sus pedidos, sin embargo, enfrente de ellos se encontraban Sirius y Remus.

—Buenas tardes —el primero en saludar fue el castaño y después de un codazo, mal disimulado, el pelinegro también saludo

—Buenas tardes —respondió con cautela Tom

Severus no estaba seguro de si era por la mala experiencia con el pulgoso o porque aún sentía celos de Remus.

—Tom, ¿verdad? Severus me ha hablado mucho de ti. —Remus extendió su mano —es un gusto conocerte.

Su novio no titubeó, tomo la mano que le ofreció el castaño y le dio una sonrisa educada —el placer es mío, también me ha hablado de ti.

—Muy amble de tu parte, Sev.

—Eres mi amigo, —se encogió de hombros como si eso lo resumiera todo — ¿Continuamos con la charla hasta que se vuelva incómoda o vamos directo al asunto que los trajo aquí?

Remus movió su cabeza negando repetidamente sin dejar de sonreír —esta bien, Sirius, me ha contado del altercado que tuvo con ustedes hace un par de meses…

—Pero amor… —interrumpió el aludido

—Sin peros, ya lo hablamos.

Remus le dio una mirada de advertencia, que enseguida se volvió alentadora, después de un largo suspiro hablo —y quiero pedirles disculpas por haber interrumpido su cita e insultarte Snape.

Severus asintió, aunque era una disculpa forzada, también era más de lo que jamás había hecho él y cualquiera de sus otros dos amigos. 

—Ya veo que existe alguien que pude ponerte una correa —comentó su novio

Todos lo miraron, Severus divertido y Remus y Sirius sorprendidos.

—Tom —lo reprendió, aunque no podía evitar reír

—Hablas como si Snape no te pusiera una a ti —contraataco Black

—Sirius… —comenzó el castaño a reprenderlo, sin embargo, no pudo terminar ya que Tom se adelantó

—La verdad es que no, —su voz era tranquila acompañada de una sonrisa maliciosa —pero si esa es una de las fantasías de mi precioso novio, estoy más que dispuesto a cumplirla.

Después de esa declaración pasaron tres cosas al mismo tiempo; el mesero llegó con los helados de ambos, Remus les aviso que se retirarían antes de que alguien dijera algo más y Severus se imagino al ojiverde desnudo usando solo eso, una correa, y de pronto, sin importar que estuvieran al aire libre, sintió demasiado calor.

Solo hasta que estuvieron completamente solos pudo hablar —así que… ¿cumplirás todas mis fantasías?

—Mi amor, creí que eso era algo obvio.

Severus decidió concentrarse en su helado o terminaría llevando a casa para cumplir sus fantasías, que justo en ese momento los incluían a ambos desnudos y mucho helado cubriendo el cuerpo de Tom.

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