1: El inicio de todo

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Martina.

Termino de preparme para ir a clases, estudio actualmente segundo de bachillerato. En Rennes llevo viviendo ocho años aproximadamente, mi padre es de París y mi madre es española, de Jerez de la frontera. Antes de mudarme a Rennes, vivía en Jerez hasta que a mis padres le llamaron por una oferta muy buena de trabajo. Echo mucho de menos España. España no se puede comparar a otros países, su clima, su comida, sus fiestas y sus tradiciones. Realmente creo que cuando vivimos en España no solemos valorarlo demasiado, pero cuando salimos a otro países sí que nos damos cuenta de la realidad.

Por suerte, voy en ocasiones a España a ver a mi familia materna y esos días los disfruto muchísimo. Soy una persona muy familiar, que le gusta estar rodeada de los suyos. Aquí en Francia, mi  familia paterna no es demasiada, tengo poca familia aquí: el hermano de mi padre y su mujer, mi prima pequeña, y mi abuelo. Pero mi familia materna es muy amplia.

Escucho la voz de mi madre desde las escaleras y me asomo.

- Martina - grita mi madre.

- ¿Qué pasa mamá?

- Martina, Eduardo te está esperando, dice que tiene algo importante que decirte.

- ¿Algo importante?

- Esas han sido sus palabras.

- Bueno, pues acabo de vestirme y bajo.

- Vale, date un poco de prisa, Martina.

- Si, mamá.

Eduardo es mi mejor amigo. Lo conocí hace unos años, ya que mi hermana y su hermano pequeño iban juntos a clase y coincidimos en un fin de curso. Y así empezó nuestra amistad. Desde ese entonces no hay ningún momento en el que nos hayamos separados.

Termino de prepararme y bajo, aún terminando de meter las cosas en la mochila y una vez tengo todo metido la cierro.
En el sofá del salón veo sentado a mi amigo con el móvil.

- Eduardo - lo llamo y él alza su mirada para sonreírme.

Me acerco a él y le doy un pequeño abrazo, a lo que él me revuelve el pelo, cosa que hace casi siempre que nos vemos y que sabe lo mucho que odio que haga eso.

- ¿Qué haces aquí? - pregunto mirándole con el ceño fruncido.

- Primero te llevo a clases, y después te voy a ir a recoger porque tenemos que hablar de algo importante.

- Eduardo, ¿no te habrás metido en otro lío no?

- Emm no - se rasca la nuca nervioso.

Cuando se rasca de esta manera la nuca es porque está mintiendo.

Eduardo, aunque parezca que no, suele meterse en muchos líos y siempre soy yo la que tiene que estar salvandole el culo. No es ni la primera vez ni será la última.

- Bueno venga, llévame ya que llego tarde.

- Cierto que a mi amiga que no le gusta llegar tarde, Martina y su puntualidad - dice rodando los ojos y yo ruedo los ojos.

- Ya me conoces.

Eduardo asiente y nos vamos a clase, vamos andando porque Eduardo aún no tiene el carnet de conducir, y yo menos porque todavía no he cumplido los dieciocho, aunque me falta un mes.

Llegamos al instituto y Eduardo se despide de mi con un beso en la mejilla, su hermano mayor va a pasar a recogerlo para llevarlo al entrenamiento.

Las horas en el instituto van pasando lentas y aburridas, este es mi último año de instituto y luego ya iré a la universidad. Es un año importante, se me está pasando rápido entre exámenes y trabajos.

- ¿Nos vemos a la hora de comer? - me pregunta Mathilde.

Mathilde es mi mejor amiga. Una chica francesa, tímida y reservada pero bastante alegre y simpática. Nos conocimos en la ESO, cuando las dos caímos en la misma clase y el profesor Matteo nos puso juntas, desde entonces somos como un dúo dinámico, donde va una va la otra, inseparables.

- Viene Edu, según él hay algo importante de que hablar.

- Uy amiga - me da un pequeño codazo.

- Mathilde, que no nos gustamos.

- Ajam, y yo soy morena.

Mathilde desde que vio la amistad entre Eduardo y yo, nos dice que nos gustamos y que en algún momento acabaremos juntos. Yo sinceramente no la creo, porque Edu es solo mi mejor amigo.

La última hora por suerte se me pasa rápida, es mi asignatura favorita, Filosofía, encima la profesora es de las que mejores me caen de todos los profesores que hay aquí.

- Buenos nos vemos mañana, o si no esta tarde me acerco a tu casa. - Se despide Mathilde, y yo asiento.

- Vale - digo dándole un abrazo.

Salimos por la puerta y cuando la gente se va dispersando, veo a Eduardo parado en un farola.

- ¿Y bien a dónde vamos? - pregunto acercándome a él.

- Ya lo verás - comenta ignorandome. - ¿Cómo ha ido el día?

- Normalito, ¿y el tuyo?

- Hemos tenido una sección de entrenamiento agotadora.

Vamos contándonos nuestro día hasta que Eduardo me dice que hemos llegado. Levanto la mirada y vemos que estamos en el Estadio del Rennes.

- ¿Qué hacemos aquí? - cuestiono extrañada.

- Vamos a las oficinas.

- ¿A las oficinas? ¿Qué has hecho?

Él no responde, simplemente me hace un gesto para que le siga y subimos hasta las oficinas.

- ¿Por qué no contestas? - pregunto y por fin me mira.

- Ahora te enterarás de todo.

¿Enterarme de qué? ¿Qué ha pasado? Aquí hay algo que no me huele muy bien.

- Menos mal que ya estáis aquí - nos dice el presidente del club. - Señorita Martina, siéntate por favor. Camavinga puedes hacer lo mismo.

Los dos tomamos asiento. Miro extrañada la situación, tengo ganas de que me digan ya qué cojones está pasando.

- Voy a ser muy claro, vosotros dos y un amor de contrato.

- ¿Qué? ¿Esto es una broma? - pregunto confundida.

- No es una broma, Martina.

- No lo pienso aceptar - niego levantándome, abro la puerta para irme.

- Martina, siéntate - escucho la voz del presidente, pero yo ya me he levantado y he salido por la puerta.

Escucho los pasos de Edu detrás de mi, pero intento que no llegue a mí.

- Martina, para.

- No quiero.

Trota y consigue que pare, toma mi mano y hace que me gire para mirarlo.

- Hazlo por mi.

- No puedo.

- Por favor, no será para tanto.

- No sabes lo que dices

- Si que lo sé.

- Necesito pensarlo.

- Tienes unas horas - indica el presidente mirando su reloj - Dos horas exactamente.

- ¿Se puede saber el porqué de todo esto?

- Camavinga y sus líos amorosos - responde el presidente, chasqueo la lengua mirando a mi amigo.

- Y que casualidad que lo que él haga siempre me repercute a mí. Olvidarlo no pienso aceptar. - digo y me marcho.

Dejo al presidente y a mi amigo tirados, y voy en el bus hacia mi casa pensando en todo este jaleo. ¿Un amor de contrato con mi mejor amigo? Esto puede salir demasiado mal.

La Suerte De Mi Vida || Camavinga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora