Martina.
Me levanto, lo primero que hago es llevarme las manos a la cara al recordar que hoy es mi cumpleaños. De pequeña contaba los días que faltaban para que fuese mi cumpleaños, siempre estaba ansiosa por cumplir años. A medida que pasa el tiempo, ese sentimiento se ha ido quedando atrás, ya no me hace ilusión cumplir años, ya no cuento los días que quedan para que sea mi cumpleaños. Es una sensación de ignorancia.
- Feliz cumpleaños hermana - viene Ariel cantando.
- Gracias pequeña - agradezco, dejando un beso en su mejilla.
De detrás de su espalda saca una cartulina de un tono rosa pastel. En el centro de la cartulina hay un dibujo de dos niñas, en las que salen juntas y felices, en el suelo hay una tarta.
- Es mi regalo de cumpleaños - dice con una sonrisa, sonrío mirándola con ternura.
- Gracias Ariel, me gusta mucho - digo y ella me abraza. - Elige un lugar que lo pondré ahí.
Mi hermana mira mi habitación con detenimiento hasta que me señala el escritorio.
- Ahí, y así siempre que estés estudiando y lo veas te acordarás de el. - afirma con una amplia sonrisa.
Me levanto y las dos lo colocamos con cuidado de no romperse.
- Papá y mamá han dicho que bajes a desayunar, que te han preparado el desayuno.
- Pues voy abajo.
Las dos bajamos las escaleras de la mano, mientras mi hermana me cuenta una anécdota que pasó ayer en su clase y yo la escucho atentamente.
- Huele a churros - indico con una sonrisa.
- Es que son churros - grita mi hermana con sus brazos abiertos.
- Feliz cumpleaños hija - me felicitan mis padres y yo beso sus mejillas. - Y ahora cometelos que se enfrían.
Mi hermana y yo nos sentamos a comer los churros con chocolate mientras vemos unos dibujitos animados en la televisión. Cuando yo era pequeña, los dibujos que echaban en la televisión eran mucho más divertidos que los de ahora.
Ariel y mis padres se han ido, según ellos al supermercado a comprar, cosa muy extraña porque que yo recuerde fueron ayer.
Veo que es la hora de la comida casi, como no aparece nadie por casa voy a la cocina haber si por casualidad han dejado algo preparado para comer, pero como ya lo intuía no hay nada.
Aunque si que hay una nota.arreglate y ve al restaurante amazónico.
Ya decía yo que todo esto era muy raro. Si no me llego a levantar para ver si había comida hecha hay se queda la nota y aquí me quedo yo.
Me pongo una blusa beige y unos pantalones blancos de campana.
Para ir al restaurante amazónico tengo que coger un taxi, porque está lejos de casa y andando se tarda bastante.
- Martina - escucho una voz proveniente de un coche.
No reconozco la voz y lo mejor es no acercarme mucho sin conocer a esa persona, así que cojo mi móvil para marcar el número de un taxi.
- Martina, soy Pablo un amigo de tu padre, él me ha dicho que te lleve al restaurante.
- ¿Tengo que creerte?
- De verdad Martina, trabajo con él.
Me monto en el coche aún con desconfianza, pero al ver la placa en su camiseta de la empresa me doy cuenta de que es verdad.
- Gracias por traerme, Pablo.
- No es nada Martina, feliz cumpleaños.
- Gracias - sonrío ante sus palabras.
Bajo del coche y entro al restaurante, una de las camareras que ya me conoce me indica la mesa.
- Feliz cumpleaños - me dice antes de que siga a lo suyo.
- Gracias.
Voy llegando a la mesa y veo que no solo están mis padres y mi hermana, también están: Eduardo, Míriam, Nuria, Tatiana y mi mejor amiga Mathilde.
Corro hacia Mathilde y la abrazo.
- ¡Cómo te he echado de menos! - exclamo a lo que ella sonríe.
- Yo también Martina, feliz cumpleaños amiga.
- No me creo que estés aquí.
- No podía faltar al cumpleaños de mi mejor amiga.
- Eres la mejor.
Después de separarme de Mathilde. Abrazo a Tatiana, Míriam y Nuria.
- Joyeux anniversaire ma princesse. - me felicita Edu, dándome un beso.
- Merci - agradezco riendo.
- Aún no se como se dice en español - dice y yo rio a carcajadas.
- Ya te enseñaré.
Después de comer, Mathilde se va con sus padres a hacer una visita por Madrid. Míriam, Tatiana y Nuria se van porque tienen que trabajar en la cafetería en las que suelen ir a trabajar por las tardes. Y mis padres se van junto a mi hermana porque se ha quedado dormida.
- ¿Quieres que vayamos a algún sitio? - me pregunta y yo alzó los hombros.
- Me da igual.
- Ven que te voy a llevar a un sitio que seguro que habrás ido ya, pero así pasamos un rato los dos juntos.
- Vale.
Yo asiento y entrelazamos nuestras manos.
Llegamos al parque del retiro y sonrío. Es un parque muy bonito. Es cierto que ya he venido más de una vez, pero es que es encantador y puedes venir las veces que quieras que no te cansas nunca de venir.
- Vamos a montarnos en una de esas barcas - me dice señalando el estanque.
- ¿Sabes usar los remos? - pregunto mirándole.
- No, pero no debe de ser tan difícil.
Nos montamos en una barca y me rio al ver a Edu peleándose con los remos, el pobre no sabe ni para donde hay que moverlos.
- Anda ya remo yo.
Él abre la boca asombrado al verme remar y yo solo rio.
- ¿Cómo has aprendido a remar?
- Haciendo el descenso del sella.
- Pues me vas a tener que llevar allí para aprender a remar.
- No estaría mal.
Antes de irnos entramos al Palacio de Cristal, y después ya nos vamos del parque.
- Tengo un regalo para ti - me dice.
- Edu - me quejo.
- Venga anda no te enfades.
- Que no me enfado.
- Toma - me entrega una bolsa.
Abro la bolsa sacando una camiseta del Real Madrid.
- Me encanta.
- Dale la vuelta.
Le doy la vuelta y veo puesto mi nombre y el dorsal de Camavinga, el 25.
- Gracias - le doy un beso.
- No me la tienes que dar, Martina.
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La Suerte De Mi Vida || Camavinga
FanfictionEduardo Camavinga y Martina Laurent, amigos de toda la vida y mejores amigos. Ningún secreto, entre ellos, ¿o sí? Ellos son como Zipi y Zape, siempre juntos. Algo los va unir ¿para toda la vida? ¿Para un momento? Decepciones, felicidad, mudanza, en...