16 : Jerez

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Martina.

- Martín, a cariño levántate o llegaréis allí muy tarde - susurra mi madre y abro los ojos.

Me levanto y me preparo para ir a Jerez.

- Tened cuidado y buen viaje hija - me dice mi padre y yo asiento abrazándolo.

Aparco el coche justo enfrente de la casa de Edu y le llamo para que salga.

- ¿Cuánto se tarda desde Madrid a Jerez? - me pregunta mientras yo conduzco.

- Unas cinco horas y pico.

- Eso es mucho, ¿verdad?

- Un poco.

- ¿Tú estás segura de esto?

- Que si, no estés nervioso Edu.

- ¿Y cómo quieres que esté?

- Pues tranquilo.

- Que voy a conocer a tus abuelos, Martina.

- ¿Y? Ni que te fueran a comer - digo y él niega - Que les vas a caer bien ya verás.

- No sé como puedes estar tan segura.

- Joder Edu, porque conozco a mis abuelos y te conozco a ti.

- ¿Pero y si no les caigo bien qué?

- Eso no va a pasar.

Después de lo que pasó, podríamos decir que estamos en nuestra mejor época. Me enfade con él por desconfiar de mí y no escucharme, estuvimos así una semana y media, pero al final todo se solucionó. No sé si es porque soy la tonta que está enamoradisima, pero vamos que lleva ya dos oportunidades.
Que yo tendré paciencia y perdono mucho pero hasta un cierto punto.

- Vamos a parar a desayunar - digo.

- ¿Y si nos damos la vuelta y nos volvemos a Madrid? - pregunta,  rio negando con la cabeza.

- Eso no va a pasar Edu, tú llegas hoy a Jerez.

- ¿Falta mucho para llegar?

- No ya mismo llegamos.

- ¿Por dónde vamos?

- Dios Edu, calla ya - digo y él se ríe. - Que me estas poniendo negra.

- Perdón.

Se calla por fin y subo más el volumen de la radio, para que si vuelve a hacer más preguntas no pueda escucharlo, porque lleva un viajito que vaya tela.

- Venga que ya estamos llegando - digo al ver el cartel que indica la entrada a Jerez de la Frontera.

Él me mira con los ojos bien abiertos cuando he aparcado justo delante de la casa de mis abuelos.

- Me quedo aquí - comenta, pongo los ojos en blanco saliendo de mi coche.

- Ya puedes ir saliendo del coche - le digo haciéndole un gesto.

Nos acercamos a la puerta y antes de llamar lo miro, el pobre está casi temblando de los nervios y yo me estoy muriendo de risa.

- No te rías, capulla.

- Venga que voy a llamar.

Llamo al timbre, en un par de segundos la puerta ya está abierta por mi abuela, que espera desde el escalón de la casa mirándonos con una gran sonrisa de oreja a oreja.

- Martina - pronuncia abrazándome. - Pasa.

Le doy la mano a Edu para que entre y mi abuela se queda mirándole.

La Suerte De Mi Vida || Camavinga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora