7: No quiero volverte a ver

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Martina.

Me despierto y lo primero que hago es mirar el móvil, ya que ha sido la causa por la que me he despertado. Tengo muchas notificaciones de Instagram y Twitter. Muchos mensajes de WhatsApp, y yo aún no me entero de nada.
Salgo de la cama y bajo a desayunar.

Mientras estoy desayunando me pongo a mirar cada una de las notificaciones y mensajes. Me quedo con la boca abierta al ver de lo que trata todo esto. Videos de Camavinga enrollandose con una chica es lo que me llega por todos lados. Y a mi me dejan como de cornuda.

Ahora mismo estoy enfadada y decepcionada. Tres meses con el puto contrato de mierda haciéndolo por él, y él va y hace esto, sin pensar ni un segundo en mi y en el contrato. Tres meses nada más que subiendo historias con él en Instagram, aparentando ser una pareja feliz, acompañándolo a todos lados y él como si le importará.

- ¿Qué pasa Martina? Tienes mala cara - me dice Ariel

- Nada, pequeña, estoy bien - digo con una sonrisa forzada.

- No te creo. ¿Tiene algo que ver con Edu?

- Si, Ariel si

- ¿La ha liado?

- Bastante.

Estoy en mi habitación. He bloqueado a Eduardo de todos sitios posibles. He hablado con el presidente del Rennes para acabar con todo esto pero me ha dicho que no, que aún faltan dos semanas.
Estas dos semanas me las voy a tomar como me de la gana, no pienso subir nada a redes sociales, ni estar con él.

- Martina - grita Ariel - esta Eduardo aquí.

- Pues ahí se puede quedar - grito.

- Martina, vamos a hablar.

- Vete - digo sin mirarlo. - Vete de mi habitación y vete de mi casa.

- No, Martina.

- Si Eduardo, no quiero volver a verte.

- Martina, déjame hablar - insiste.

- Habla que no te voy a escuchar.

Empieza a soltarme la biblia pero yo lo ignoro. No estoy atenta a ninguna de las palabras que dice, es que me da absolutamente igual lo que diga.

- Mira Eduardo tenían razón. Eres un mujeriego, que va de mujer en mujer. No eres capaz de pensar un segundo en la otra persona.
Eres muy egoísta. Yo aquí haciendo esto por ti y tú haciendo lo que te da la gana. Tres meses, tres haciendo esto y yo aquí como una tonta, no he salido con nadie, no me he liado con nadie, no he hecho nada y tú haces lo que te da la gana. Pues sigue así campeón.

- Martina, no digas eso.

- Si que lo digo y ahora déjame en paz por favor. No quiero saber nada de ti, que te vaya bien.

Cuando Eduardo sale de mi habitación me llevo las manos a la cabeza y lloro. Me permito llorar por todo lo que llevo acumulado en estos tres meses. Me he sentido una marioneta, algo con lo que puedes jugar y reírte de ella, pues así me siento yo.

Salgo de mi habitación, pero me quedo en las escaleras parada porque está mi hermana hablando con Eduardo.

- ¿Qué has hecho? - le pregunta mi hermana.

- La he liado, Ariel.

- Eres tonto - dice mi hermana y yo suelto una pequeña risa.

- Lo sé, pero no soy tonto sino idiota.

- También, yo te voy a decir algo, si quieres algo lucha por ello.

- ¿Crees que tu hermana me perdonará algún día?

- No lo sé Edu, tienes que ganartelo.

- Tú hermana es muy difícil.

- Y tú muy tonto, así que como la has liado tonto, tú tienes que averiguar cómo intentar que ella te perdone.

- ¿No me vas a ayudar?

- No.

- ¿Ni un poco solo?

- Nada de nada, tú te has metido en este berenjenal, pues ahora tú solito sales de ahí.

- Menudo carácter tenéis las dos.

- Los genes chico - infica mi hermana y yo rio. Es que esta niña es brutal. - Y ahora creo que es mejor que te vayas, porque es hora de comer y Martina bajará a hacer la comida. Y supongo que no quiere verte.

- Si tienes razón, adiós Ariel.

- adiós, Edu.

Cuando escucho la puerta cerrarse salgo a hacer la comida y me encuentro a mi hermana mirándome.

- ¿Lo vas a perdonar?

- Ariel, no lo sé.

- Hermanita no se lo pongas tan fácil, tú deja que se arrastre - habla haciéndome reír.

- Entendido, princesa.

- ¿Estás algo ya mejor?

- Si, bueno.

Mi hermana se abraza a mi cuerpo y me agachó para que me dé un beso en la mejilla.

- Te quiero mucho.

- Yo a ti también, pequeñita.

Vemos la tele mientras comemos y sale el video de Eduardo en la televisión, a lo que ruedo los ojos.

- ¿Quieres que lo quite? - pregunta mi hermana.

- Haz lo que quieras, Ariel.

Mi hermana lo quita y me mira.

- ¿Es eso lo que ha pasado verdad?

- Sí, Ariel

- ¿Podemos ir a pegarle? - sonríe sin dientes

- Ariel - la regaño - Claro que no

- Pero te ha hecho daño.

- Pero pegando no se arregla nada.

- Pero al menos que él también sienta daño - dice y yo rio. - Bueno ya buscaré alguna forma.

- Ariel, nada de violencia eh.

- Que no soy una asesina, Martina por favor.

- Ariel, te conozco bien.

- Sin violencia lo prometo. Pero al menos un guantazito si.

- Ariel.

- Que no duele, lo prometo.

- Haz lo que te de la gana.

- siempre acabo saliendome con la mía - grita guiñandome un ojo.

- Si hija si.

Mi teléfono suena y es una videollamada de Mathilde.

- Martina, aquí ya nos hemos enterado de todo, ¿cómo estás?

- bien Mathilde, estoy bien.

- ¿Lo habéis dejado?

- Mathilde, en realidad nunca hemos estado juntos.

- ¿Cómo qué no?

- Todo era un contrato.

- ¿Un contrato de amor?

- Sí, pero no se lo digas a nadie.

- Yo, calladita. ¿Y lo habéis acabado ya?

- No, faltan dos semanas.

- ¿Ósea que es cómo que te ha puesto los cuernos?

- Sí, Mathilde.

- ¿Habéis hablado?

- Me ha estado soltando una larga charla esta mañana, pero la verdad es que lo he ignorado.

- Muy bien, Martina.

- Y le he dicho que no quiero saber nada de él.

- ¿De verdad?

- Sí - respondo haciendo una mueca. - ¿Crees que me he pasado?

- A lo mejor un poco, pero has dicho lo que te ha salido en el momento.

La Suerte De Mi Vida || Camavinga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora