11. Protección/Pelea

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Sentía mucho calor.

Su ropa le molestaba, un zumbido le perforaba la cabeza mientras que una sensación extraña comenzó a incomodarlo en su vientre, sin embargo lo peor era la peste.

Distintos olores se arremolinaban: lo confundían, lo asqueaban. Su ira aumentaba, solo quería deshacerse de todos ellos, quería alejarse y encontrar paz.

En medio de ese pantano le llegó un aroma familiar, el mejor que había olido en toda su vida. Lo quemó, provocó en él un deseo del que jamás se había creído capaz de padecer, aunque también trajo la sensación de tranquilidad que tanto necesitaba...pero era débil.

Él necesitaba más, mucho más. Necesitaba que fuera solo suyo.

Fue directo a la fuente, sintió como si algo tratara de frenarlo, aunque no logró ser suficiente fuerte para detenerlo.

Cuando por fin tuvo entre sus brazos el origen de aquella fragancia tan exquisita trató de llenar sus pulmones, el fuego en sus venas se extendió, la incomodidad en su vientre comenzó a transformarse en calor que animaba al miembro entre sus piernas a buscar un alivio.

Todo parecía estar bien ahora, de vez en cuando sentía que algo trataba de acercarse para arrebatarle lo que era suyo, más con gritar una orden bastaba para alejar las molestias.

« ¿En verdad aquel entre sus brazos le pertenecía?», preguntó una voz en su cabeza.

«No», respondió su instinto.

Eso hizo sentir de nuevo furioso al alfa.

Debía asegurarse que todos supieran que no podían tocar al ser entre sus brazos, era de él y nadie más, así que ¿cómo podía lograrlo?

«Muerde su cuello», respondió una vez más su instinto, «muérdelo».

Sin pensarlo más, comenzó a tratar de dejar su marca, no obstante por más que lo intentó había un trozo de cuero que se lo impedía. Una y otra vez se esforzó por deshacerse de esa cosa, hasta que el gentil olor comenzó a cambiar.

A pesar de que siguió despertando su deseo, logró tranquilizarlo a la vez que le comunicó nuevas emociones: miedo, tristeza, vergüenza.

No, él no quería eso.

«Eso no importar, solo márcalo».

¡NO! Él no quería que las cosas fueran así.

La sensación de su vientre comenzó a convertirse en dolor, al igual que el calor en su sangre junto a sus colmillos que ansiaban reclamar.

Alguien comenzó a acariciar su rostro, era tierno. Ese agradable perfume cambió de nuevo a fin de hacerle saber que todo estaría bien.

Entre el cielo y el infierno, entre el clamor de su instinto y la dulce voz que ahora lo consolaba, el dolor crecía junto a la promesa de lograr llegar a ese mar de tranquilidad que tanto deseaba.

Entre todo eso, Liu Huang sentía que se partía, atinó solo a ocultar su rostro en el pecho de su amado para esconder las lágrimas que se le escapaban.

Más allá de una florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora