14. Ofrenda

499 98 1
                                    


Dos días después del inicio de su celo más otros dos para regularse por completo, Liu Huang por fin regresó a la "normalidad".

Cuando salió del cuarto de aislamiento, su maestro lo envió a un aposento separado de las habitaciones compartidas para que meditara en solitario. De igual forma le prohibió abandonar el pico, además de comunicarse con Shen Yuan.

El alfa por supuesto que reconocía su falta, además de odiarse por no ser capaz de controlarse, sin embargo estaba desesperado por saber cómo se encontraba su prometido, en especial cuando le llegó un rumor sobre la posible expulsión de Shen Yuan. Si alguien debía ser castigado, era él.

Es por ello que en cuanto Zhou Kuo fue a dejarle su comida, lo convenció (amenazó) de que llevara una carta a la única persona que sabía era capaz de poder ayudarle a que aquello no ocurriera, además de tratar un asunto más con él.

Día tras día siguió enviando esas cartas, hasta que al final de la segunda semana recibió una respuesta donde lo citaban al día siguiente en un punto intermedio de sus dos picos.

Aunque eran doce picos, la secta contaba con montañas más pequeñas sin habitar. Siendo terreno de nadie, por decirlo de alguna forma, dependiendo del lugar se utilizaban para entrenar o meditar; a pesar de contar con energía espiritual, ésta no era tan basta, por esa razón la mayor parte del tiempo se encontraban desiertas.

Desobedeciendo a su maestro, Liu Huang fue a la montaña indicada, encontrándose con Shen Jiu.

— ¿Cómo está él?

— ¿Crees que tienes derecho a saber de él después de todo lo que hiciste? —contestó el omega, entre dientes.

No, no lo tenía, pero le importaba. Claro que, Shen Jiu, no se tentaría el corazón aun después de ver su rostro afligido.

—Escuché los rumores de que quieren expulsar a Shen Yuan.

— ¿Qué me importa lo que sepas? No ayuda en nada a A-Yuan, ¿solo me citaste para compartir chismes? — El discípulo de Qing Jing, hizo un ademán de irse, cansado de escuchar a Liu huang.

—Voy a dimitir —Shen Jiu, se quedó inmóvil—. Dejaré la secta, hablaré con mi Shizun una vez vaya a visitarme. Necesito que hables con Yue Qi, para que ambos convenzan a sus maestros que dialoguen con todos los demás, así una vez me retire den por zanjado el tema y no den un castigo a Shen Yuan.

— ¿Por qué solo hablar conmigo y no citar también a Yue Qi?

—Porque cuando se trata de Shen Yuan, tú eres el único que escucha.

Shen Jiu, no pudo refutar aquel argumento. Sin duda ambos eran los "hermanos" de Shen Yuan, no obstante Yue Qi siempre fue demasiado ciego una vez sus emociones se mezclaban.

—También, pedí verte porque una vez me vaya, quiero seguir encontrándome con Shen Yuan.

— ¡¿Y tú qué derecho tienes de pedir eso?! — Shen Jiu, explotó. Si bien dejó salir una parte de su frustración cuando regañó a su A-Yuan, solo era mínima, en aquel momento todo lo que se guardó brotó ante ese imbécil— ¡Por tu culpa, ahora él sufre! —Por supuesto que no le dirá que a su A-Yuan le dolía más el que expulsaran a Liu Huang, que a él— ¡Por tu culpa él puede perder lo que tanto soñó! —A su mente llegaban las memorias de un pequeño A-Yuan ilusionado con ser un cultivador.

No reparó en que algunas lágrimas de furia rodaban por sus mejillas hasta que fue muy tarde, se giró de inmediato para que el bruto de Bai Zhan no lo viera más en ese estado.

El silencio de instaló entre ambos jóvenes, hasta que un tiempo después Liu Huang volvió a tomar la palabra.

—Hace unos meses atrás nació mi hermana menor, se llama Mingyan. Mis padres también son cultivadores, así que a pesar de su edad siguen siendo "jóvenes". Se encuentran en un buen momento para tener hijos, sin embargo siempre se mostraron reacios a tener más niños, jamás pensé que sería hermano mayor.

Más allá de una florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora