Parte siete

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Este tenía que ser el almuerzo más incómodo en la vida de todos ellos.

El restaurante del tercer mejor promedio de su escuela era muy elegante, estaba bastante lleno y absolutamente todos miraban de reojo a la mesa llena de estudiantes que según ellos deberían estar en la escuela.

No ayudaba que Kohaku estuviera comiendo a dos manos sin ningún tipo de decoro, que Senku estuviera con una mini-laptop en la mesa mientras masticaba ruidosamente, que Chrome estuviera más interesado en preguntar al camarero por cada pequeño ingrediente que no conocía, que el nerd de lentes circulares estuviera babeando mirando a Kohaku con cara de ilusionado (y a veces besando su vegetales mientras la miraba), y que el hijo de los dueños del restaurante mirara a todos como si quisiera matarlos.

La verdad, Kohaku sí estaba incómoda, pero eso no significaba que tuviera menos apetito, ¡y la comida del restaurante del engreído tercer mejor promedio era bastante deliciosa! Además, estaba disfrutando un poco lo avergonzado e incómodo que se veía el idiota que los invitó probablemente para avergonzarlos e incomodarlos.

¡Ja, dulce ironía!

Acabó de almorzar muy satisfecha, relajándose en su asiento con una sonrisa alegre. ¡Qué bueno era poder llenarse el estómago a gusto, incluso aunque eso le valiera malas miradas!

—Tienes la barbilla llena de porquería, leona. —Senku le tendió una servilleta, con una sonrisa divertida.

—¡Gracias! —Empezó a limpiarse la cara.

—Se nota que eres tan virgen, Ishigami. —El idiota del tercer mejor promedio rio burlonamente—. Cualquier otro hombre habría aprovechado para limpiarle el rostro él mismo. ¿Cómo aspiras a ser su novio si no sabes lo más básico del romanticismo?

—¿Quién dice que aspiro a eso, Tamagoshi? —Senku lo miró con repulsión—. ¿De nuevo metiéndote donde no te llaman?

—Es obvio que...

—Además —Senku lo interrumpió, sin levantar la vista de su mini-laptop—, ¿qué clase de novio hace eso? Suena más a algo que haría un padre con niños pequeños. Ella es perfectamente capaz de limpiar su rostro sola. ¿De dónde sacaste eso, de un shojo barato? —Sonrió con sorna—. No te conocía esos gustos.

Kohaku apartó la servilleta para reírse a carcajadas cuando Tamagoshi enrojeció de la ira. Hasta Chrome se rio abiertamente también.

—Eso no te quita lo virgen... —murmuró Tamagoshi, rencoroso.

—Tu dakimakura de Chitoge no cuenta como mujer real —masculló Chrome, señalándolo con disgusto.

El idiota del tercer mejor promedio jadeo ruidosamente mientras Senku y Kohaku se reían todavía más fuerte de él.

—¡Te dije que lo mantengas en secreto, no vuelvo a trabajar en equipo contigo! —Le arrojó un trozo de sushi a la cara—. ¡Y no me refiero a eso! ¡Tuve novia, para tu información! —chilló agudamente, pero ni así su voz pudo oírse entre tanta carcajada.

Por supuesto, Tamagoshi acabó echándolos de su restaurante, y tuvieron que volverse solos a sus casas.

—Mi casa queda cerca de aquí —dijo Chrome, desinteresado—. Me iré directo. ¡Nos vemos el lunes en clases, Senku! A ti te veo mañana, Kohaku. Ruri me invitó a cenar.

—¡Nos vemos! —Solo Kohaku le devolvió el saludo.

—Mi mamá vendrá por mí —murmuró el nerd de lentes circulares cuyo nombre no se había molestado en aprender—. Hi-Hizashi-san, si quieres, podrías esperar conmigo y te llevare a tu casa o puedes ir a mi casa y quedarte a cenar y...

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