Parte seis

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Kohaku logró tener una buena noche de sueño, y se despertó tranquila para desayunar bien la comida que su hermana preparó para ella.

—Hoy tendrás ese concurso para ver si entras a las olimpiadas, ¿no? —preguntó Ruri mientras le daba su plato, llamando la atención de su padre, que la miró con curiosidad.

—Sí, será a las nueve y terminará a las doce. Nos dejarán salir antes de la escuela, sin asistir a las clases, así que quizás venga a almorzar a casa —respondió, antes de darle un buen bocado a su onigiri.

—¿Te irás el lunes si logras entrar? —preguntó su padre, con una mueca descontenta. Todavía no estaba del todo de acuerdo en dejarla irse por dos semanas a otra ciudad, a pesar de que era con la escuela.

—No, las olimpiadas son el próximo lunes. Creo que tendría que irme el viernes, porque nos darán solo el fin de semana para empezar a ojear el material de estudio final, creo. —Debería haber prestado más atención a esa parte del discurso.

Su padre solo asintió, resignado, y Ruri volvió a desearle suerte.

Apenas desayunar se fue trotando a la escuela, entrando casi sin pensar al club de ciencias.

Senku ya estaba allí y la miró confundido.

—Te dije que no tenías que ayudarme hoy, leona.

—¡No soy una leona! —se quejó, para luego sentarse en su lugar de siempre junto a él—. Aunque no ayude, ¿puedo estudiar aquí?

—Les dejaron un espacio de estudio en el salón donde se celebrará el concurso, pero si quieres estudiar aquí, hazlo. —Rascó su oído con desinterés, volviendo a prestar atención a su libreta donde estaba haciendo algunos cálculos súper complicados. Antes Kohaku no los hubiera entendido para nada, ahora sabía que estaba intentando calcular ángulos, pero no podía descifrar mucho más.

Volvió la atención a sus propios cálculos que se había impuesto a sí misma como ejercicios, dedicándose a resolverlos y a repasar la parte teórica también.

Así estuvo por casi una hora hasta que Senku le dijo que ya debería ir al salón del concurso.

Kohaku recogió sus cosas y salió del club de ciencias, sorprendiéndose cuando Senku se le unió.

—¿No que no participarías?

—Me pidieron que sea juez. —Rascó su oído con cara de fastidio.

—¿Y aceptaste? —No podía creerlo.

—No iba a hacerlo, pero… —La miró de reojo, sonriendo— cambié de opinión.

—¿Por qué? —Ladeó la cabeza.

Él rio, pareciendo muy divertido por alguna razón, antes de negar con la cabeza.

—Me ofrecieron más libertades para mis proyectos científicos, obviamente.

—Ah, tiene sentido. —Asintió, riendo también.

Llegaron al salón donde se celebraría el concurso y Senku fue a sentarse junto al profesor coordinador que hoy estaba con un asistente. Kohaku se quedó de pie, buscando un asiento. Un nerd con anteojos circulares casi se rompe una pierna para salir disparado de su asiento y ofrecérselo, justo un segundo antes de otro nerd de lentes cuadrados que hizo exactamente lo mismo.

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