Parte once

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—Ahora, Hizashi Kohaku, dime ¿qué estás esperando? —Maiko le sonrió con absoluta crueldad—. Empaca tus cosas y vete a tu casa. ¿Qué no escuchaste? Estás expulsada.

Kohaku estaba paralizada, todavía pensando en la amenaza que Maiko hizo de expulsar a Ruri si no cooperaba.

No había hecho nada malo, esta mujer estaba loca, pero no quería arriesgarse a perjudicar a Ruri si se resistía a ceder en el capricho de esta profesora demente.

Apretó los puños y, lentamente, dio vuelta para regresar a la habitación y empacar sus cosas.

Todo había pasado tan rápido que ni siquiera había terminado de procesar el hecho de que acababan de sacarla a patadas de la competencia a la que le había dedicado muchísimas horas de su vida, sacrificando el tiempo de entrenamiento para el torneo de kendo que tenía en pocas semanas, uno que llevaba esperando todo el año, la competencia que la había hecho conocer al chico del cual estaba enamorada, ganando así un valioso amigo que, aunque nunca pudiera decirle sus verdaderos sentimientos, igual quería a su lado.

Y ahora debía irse como si nada, solo porque una mujer neurótica tenía algo en su contra.

Apretó los puños con rabia mientras tomaba su maleta, y entonces escuchó a Senku caminar hasta ella.

—Espera, leona, no toques nada —dijo, sacando su celular y tomando varias fotos rápidas de la habitación y luego hasta tomó una foto de Maiko en la puerta, sorprendiéndola.

—¿Qué crees que haces, Senku-san? ¿Por qué me tomas una fotografía? —Se veía muy confundida.

—Escucha, si haces que la expulsen, tendrás que expulsarme también. —La miró mortalmente serio y Kohaku sintió su mandíbula aflojarse—. Y no creas que dejaré que me expulsen sin pelear. El profesor coordinador me tiene favoritismo, también el director. Y sin mí no tienen oportunidad de ganar esto y lo saben. —De pronto, sonrió diabólicamente, dejando a Maiko con la boca abierta—. Cuando les digas que quieres que nos expulsen a los dos, van a preguntar por qué, y yo voy a tirar abajo tu absurda acusación. Y si no quieres expulsarme, yo mismo me largaré e iré directo a acusarte.

—Tú no podrías...

—El premio por la competencia es de más de quince millones de yenes, llega a ser más de cien mil dólares. Dime, ¿tu padre aporta más que eso a la escuela en un año? —Maiko apretó sus labios en una fina línea y Senku agrandó su sonrisa—. Ahora que estás pensando con más frialdad, Maiko-sensei, examina la escena. Claramente los dos acabamos de despertarnos con los golpes que diste en la puerta, no tendríamos tiempo para preparar toda esta escena. Hay cuadernos, hojas y lápices regados por todo el piso, la cama está tendida y Kohaku tiene tinta en todo el brazo por haberse dormido sobre su cuaderno.

—¡¿La tengo?! —Kohaku revisó sus dos brazos con sorpresa.

Efectivamente, tenía su muñeca llena de tinta de lo que parecían ser números borrosos.

—¿Vas a arriesgar tu prestigio solo por una acusación sin fundamento? Puedes intentar hacer que solo expulsen a Kohaku, pero si la haces irse ahora yo me iré con ella. Y a ver cómo le explicas eso a los otros profesores y los directivos. —La miró mortalmente serio, retándola con la mirada.

Maiko entrecerró los ojos, luego miró a Kohaku, que se estremeció al detectar un brillo de absoluto desprecio en los ojos de la mujer mayor.

Luego de unos segundos, Maiko echó la cabeza hacia atrás y soltó un enorme suspiro, para luego sonreír de forma totalmente dulce y alegre.

—¡Vaya! ¡Entonces todo fue un malentendido! ¡Qué alivio! —Rio cantarinamente—. No quería creer que Senku-san realmente fuera un chico tan malo para hacer algo tan indebido, supongo que por eso quise echarte toda la culpa, Hizashi-chan. —Miró a Kohaku a través de sus largas pestañas postizas—. Pero reconozco que no lo pensé demasiado, fue muy precipitado de mi parte reaccionar así... Como lo siento. —Miró con ojos suplicantes a Senku—. No te preocupes, ahora que me enseñas las pruebas y ya pasó la bruma de mi sorpresa puedo pensar mucho mejor. No tendrán represalias.

War of CharmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora