Parte doce

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—¿Senku?... —preguntó, pero claramente estaba hablando dormida. Sus ojos seguían cerrados y su voz era poco lucida—. Lo siento, Senku…

—Preferiría que te disculparas luego de soltarme, leona. —Logró zafar una mano de estar apretujada entre sus cuerpos e intentó hacer palanca para que lo soltara, inútilmente, porque su fuerza era realmente de una leona, y él no podía comparársele.

—Siento la apuesta… —susurró ella, confundiéndolo—. No quería, Senku… —Él detuvo su lucha, escuchándola atentamente.

¿De qué estaba hablando ahora?

—Perdóname… —siguió hablando—. Tú me gustas… De verdad… me gustas…

Los ojos de Senku se ampliaron a su máxima capacidad, y todo empeoró cuando Kohaku de repente lo jaló hacia arriba, juntando su boca con la suya, todavía dormida mientras lo besaba por primera vez.

Por cinco, diez, quince segundos, Senku no hizo nada, pero finalmente acabó cerrando los ojos… con fuerza, para luego hacer uso de toda su fuerza de voluntad y toda su fuerza física y apartarse de ella.

Se llevó una mano a la boca, jadeando.

—Maldición… —susurró por lo bajo, antes de marcharse a su propia habitación a toda velocidad.

Kohaku siguió durmiendo, ahora con una sonrisa en sus labios.

Al día siguiente llegó el lunes y por lo tanto las primeras rondas de las olimpiadas de matemáticas, donde varios estudiantes fueron para presenciar las habilidades de sus rivales, incluidos todo el equipo de Kohaku, menos ella misma y Senku, que se quedaron a estudiar.

Kohaku notaba a Senku más distante que de costumbre, pero era el último día de estudio antes de que fuera su turno, así que estaba dando su máxima concentración en estudiar.

Chrome llegó al rato, con información respecto a los dos equipos que pasaron a la siguiente ronda.

—¡Debieron ver a ese Nanami Sai! ¡Era muy malote, resolvía ecuaciones super rápido! Y en la parte en la que había que manejarse con lápiz, papel y calculadoras inteligentes, resolvió todo en un parpadeo, ¡fue una masacre!

—Las calculadoras inteligentes tienen varios atajos y abreviaciones si las sabes usar correctamente. —Bufó Senku, hablando al mismo tiempo que corregía unos ejercicios de Kohaku—. Muy bien, leona, todo esto está bien, así que pasaré a enseñarte los atajos para que manejes la calculadora a la perfección. —Sonrió ladinamente.

—No soy una leona. —Ella lo miró mal, pero luego cambió su mirada a una de intriga—. ¿Tú también te sabes todos esos trucos? Entonces deberíamos poder vencer a ese Sai, ¿no?

—No, la clave aquí es la velocidad. —Rio entre dientes—. La calculadora es un complemento, pero puede ser un arma letal si se la maneja bien y a gran velocidad tanto en su utilización como yendo a la par con los ejercicios. Ahí es donde tú entras. Esa fase es en equipos, así que yo resolveré lo más difícil hasta que tú puedas entenderlo, entonces vas a demostrarles esa gran velocidad de pensamiento. —La miró con una sonrisa casi desquiciada—. Y los vamos a hacer pedazos.

—Oye, somos cinco en el equipo —reclamó Chrome, inflando las mejillas infantilmente.

—Todos harán su parte. —Senku encogió los hombros—. Ya lo hablamos en el almuerzo con Maiko-sensei, si hay algo que no pueden resolver en menos de un minuto me lo pasan a mí. Yo lo simplificó y Kohaku lo resuelve a velocidad récord, así ganaremos tan fácil que ni siquiera será divertido.

—Siento que confías demasiado en mí… —murmuró Kohaku con rostro sombrío, sintiendo un poco de presión.

—Porque sé lo eficiente que eres. —Volteó a verla con una sonrisa—. Sin embargo, todavía te queda mucho por aprender, esta tarde y noche te enseñaré lo más importante sobre el manejo de la calculadora inteligente, pero el resto de la semana aprenderás tanto que tendrás ganas de morirte, ¿aun así estás dispuesta? —La miró desafiante y Kohaku sintió la llama de la convicción arder con fuerza en ella.

War of CharmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora