Parte cuatro

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Al llegar a casa de Senku, él se puso inmediatamente a darle su clase de media hora y Kohaku se olvidó por completo del plan que armó con Amaryllis sobre seducirlo, concentrada en estudiar.

—Finalmente estás llegando al nivel en el que podrás comenzar a entender el verdadero material de estudio para las olimpiadas. —Rio entre dientes luego de revisar sus respuestas a los problemas que le dio—. Esto acaba tu media hora de tutoría. —Le devolvió la hoja.

Kohaku comenzó a guardar todo con cansancio, hasta que recordó que se suponía que tenía que intentar hacer algún avance con él aprovechando que estaba en su casa.

Mierda, y ya se le había acabado el tiempo.

—Emm... ¿Y tus padres? —preguntó, intentando tener algo que decir.

—Mi padre es astronauta, está trabajando con la NASA ahora mismo, en Estados Unidos, por lo que estoy mayormente solo —contestó desganado—. ¿No lo sabes? Fue el mayor chisme del año pasado. —Rascó su oído con fastidio.

—Ah, claro. —Lo había olvidado—. ¿Y tu madre?

—No tengo. —Bostezó—. Además, soy hijo adoptivo.

—Oh, vaya. —Pestañeó—. Bueno, yo también tengo solo a mi padre, aunque no es adoptivo. —Rio nerviosamente—. Es un poco pesado, y muy gruñón.

—Mi padre también es pesado, pero todo lo contrario a gruñón. —Rio entre dientes—. Más bien es un completo payaso.

A pesar de sus palabras, su tono de voz y la mirada en sus ojos de repente había cambiado. Él parecía... mucho más suave. Y por alguna razón Kohaku no pudo evitar sonreír como una tonta mientras lo miraba con ojos brillantes.

—¿Qué? —Él notó su mirada y la miró con molestia.

—Nada, nada. —Se puso en pie, sonriendo, antes de suspirar—. Creo que ya debería irme —dijo con tristeza. Otra vez no pudo hacer ningún avance—. Aunque... ¿puedo pasar a tu baño primero? —Decidió hacer un último intento desesperado.

—Muy bien. —Senku no sospechó nada y simplemente le indicó dónde estaba el baño.

Una vez dentro, Kohaku pensó con toda su capacidad cerebral qué podía hacer para seducirlo... cosa que no funcionó y acabó enviándole un mensaje a Amaryllis, contándole todo y pidiéndole consejo.

Después de mandar un sticker estrellando la palma de la mano en la frente, su amiga le aconsejó algo que le generó varias dudas sobre sí valdría la pena o no.

Finalmente decidió intentarlo y se desabrochó los primeros dos botones de su camisa escolar. Se miró al espejo y encogió los hombros. No dejaba ver demasiado, aunque... quizás eso no llamaría la atención de Senku para nada. ¿Sería muy obvio desabrochar tres botones?

Bueno, teniendo en cuenta cómo era él, estaba segura que incluso si se quitara la camisa él no le haría caso.

No lo pensó dos veces y desabrochó el tercer botón.

Volvió a mirarse al espejo. Ahora si se movía un poco hasta se podía ver un poco de su sujetador gris.

Pensó en Senku mirándola. Aunque era poco probable que pasara, la idea de todos modos le enrojeció muchísimo el rostro.

Sintió el rostro arder y abrió la llave casi con pánico para echarse agua a la cara, pero la giró con tanta fuerza que la rompió y de repente el agua le saltó a la cara.

—¡Mierda!

—¿Todo bien allí? —Senku le golpeó la puerta.

Kohaku se alejó del chorro de agua y fue a abrirle.

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