PRÓLOGO

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Mientras su nave avanzaba a gran velocidad en el espacio, tras la de su primo, Krypton desaparecía de su vista, llevando consigo todo lo alguna vez conocido y querido por ella. Tantos siglos de existencia, y todos sus pocos años aprendiendo todo lo que tenía su mundo por ofrecer, y en un momento efímero, todo se convirtió en nada, solamente otra mancha oscura en el infinito universo.

Dentro del corazón de la pequeña Kara, se arremolinaban un cúmulo de sensaciones, apenas reconocidas por ella, cómo la ira, el miedo, la impotencia, pero la que más predominaba en ella, era la tristeza. Esa sensación le llenaba el pecho, haciendo oprimir su dolido corazón. Con tan sólo 13 años, ella había perdido en un instante a su familia, sus amigos, sus compañeros, y a su planeta, al que una vez hace tan poco tiempo llamó hogar. Es éste momento, dónde tenía la certeza de que todo lo que un día fue, ya no lo será más. Lágrimas incontrolables recorren libremente su rostro, mientras la realización de la pérdida, llega cómo una verdad aplastante directo a su corazón. El inmenso espacio exterior, tan oscuro y solitario, la envuelve a ella y la nave que la transporta, siguiendo de cerca la nave de su primo Kal-El, que era apenas un pequeño bebé.

Kara Zor-El, se prometió a sí misma en medio de la tristeza y soledad que la embargaba, cumplir con la última promesa que les hizo a sus padres, antes de partir huyendo por salvar su vida de Krypton, y cuidar de su pequeño primo. Ella lo cuidaría con su vida, de ser necesario, y protegería a su única familia y es en todo lo que se concentraría ella a partir de ahora, porque era lo único que le quedaba.

Con lo que Kara no contaba, era que Rao tendría preparado un destino totalmente distinto para ella en el planeta Tierra, y entenderá qué a pesar del miedo, y de la pérdida, si somos realmente pacientes, siempre tendremos un mejor mañana. 


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