CAPÍTULO X: CAOS.

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Kara POV.

La vergüenza es el castigo preferido por la conciencia, para hacernos entender que actuamos mal. O eso creía, antes de que mis padres me encontrarán en esa situación tan comprometedora con Lena. Porque no se sintió mal en lo absoluto estar así con ella, sino todo lo contrario. Mi cuerpo y mi mente lo respaldan. Pero el reconocimiento de mi arrepentimiento por lo ocurrido, si así puedo llamar al hecho de que me arrepiento por haber estado ahí, y no en otro lugar para no ser interrumpidas por mis padres, y por la admisión mental de querer más de ella, de sentir más sus besos, no quita las miradas esquivas que les dirijo a mis padres cuándo mencionan ese encuentro. Tampoco dejo de pensar en que quizás sí hubiera prestado más atención, de haber estado más atenta a mi alrededor, podría habernos evitado la pena a ambas, pero no fue así, y lo único que puedo decir en mi defensa, es que me sentía tan bien siendo besada por Lena y besándola de vuelta, que simplemente era en lo único que podía concentrarme. Hubiera preferido mil veces que no nos vieran así, pero lo que pasa y lo que queremos, pocas veces concuerda.

Lo bueno es que con el tiempo, ellos lo dejaron pasar y yo dejé de estar tan nerviosa al respecto. Después de todo no había hecho nada malo, y estaba bien aceptarlo y entender que una parte de crecer y conocerte a ti mismo, es explorar todos los aspectos de ti, inclusive el amoroso. Aunque fueron largas charlas entre clases con mis amigos para poder entender eso, que era un aspecto completamente nuevo a considerar en mi vida, teniendo en cuenta mi extranjería, pero lo importante es que pude llegar a esa conclusión. Lo malo, por desgracia, es que desde esa noche, no la volví a ver. Lena se fue de regreso al internado dos días después de aquella charla con mis padres. Charla que me habría encantado escuchar, pero por el respeto debido a la autoridad paternal, infundido en mí desde mis primeros años en Krypton, y por lo buenos que han sido ellos con Kal y conmigo, respeté su decisión de privacidad. Además, no creo encontrarme preparada para la charla paternal, y mucho menos sobre los límites que deben respetarse en torno a las relaciones. Más cuándo ni siquiera Lena y yo estamos en una. Sí, es cierto que nos besamos, amaba hacer eso con ella, se sentía tan bien cada vez que lo hacíamos. También es cierto que disfrutamos mucho de nuestro tiempo juntas. Pero lo más importante de todo, es que estoy segura que Rao la puso en mi camino ese día en que aterricé en la Tierra, para ser mi compañera y mi pareja, y estoy agradecida de que sea Lena, y quiero que suceda, pero no sé qué significado tiene esto para Lena, y la duda aunque no quiera sentirla, me molesta mucho. Y es que sí algo he aprendido en este tiempo en la Tierra, es que las relaciones y compromisos, no tienen la misma importancia y certeza de lo que tendrían que ser de seguir en Krypton.

Pero esa duda, tendrá que resolverse cuándo ella vuelva. No es algo que se pueda discutir por teléfono o por cartas, sería demasiado impersonal y necesito ver su expresión cuándo por fin hablemos sobre ese asunto. Aún cuándo no haya día en el que no sepamos la una de la otra, o de qué Lena me llame para darme las buenas noches, y en cada oportunidad he querido decirle que la extraño, pero me contengo, la duda de no tener una idea clara de sus sentimientos por mí, me detiene siempre. El miedo al rechazo y a perder, está grabado a fuego en mi mente, y quiero callar ese pensamiento con sus palabras, así me cuente cualquier cosa, una pelea tonta con alguna de sus compañeras, un nuevo tutor que quiere coronarse cómo el más odiado entre los internos o la llegada de una nueva compañera al internado. Y trato con todas mis fuerzas, de no mal pensar sus comentarios respecto a las chicas nuevas, o lo lindas y amables que son con ella, a fin de cuentas, Lena y yo sólo somos amigas, si es que puede decírsele así, a la persona que te besa apenas verte y antes de irse, y la que tienes atravesada entre pecho y espalda las veinticuatro horas del día. Pero me conformo por ahora con mantenernos en contacto, sus mensajes son lo primero que veo al despertar y lo último que veo antes de dormir. Las cartas que me envía, mismas que guardo cómo tesoros en mi cuarto, en una caja exclusiva para ellas, y que llegan puntuales a fin de cada mes, con un Lex soltando algún chiste burlón sobre lo que sea que esté pasando entre su gemela y yo. Pero sé qué es en juego y sé qué disfruta hacerlo, por su hermana y por mí, aunque sospecho que también lo hace para tener otra excusa para venir y jugar con Kal, aún sabiendo que no necesita de ninguna para venir y jugar con él. Hablando de ellos, es increíble la relación entre mi pequeño primo y Lex, ambos se disfrutan tanto, y aunque Kal apenas es un niño que puede sostenerse en pie, sigue confiado a su compañero. En mis tiempos libres en la granja, disfruto ver sus risas y sus torpes juegos, sintiendo la paz que sólo la familia puede darte. Y aunque no es la familia que perdí, y que extraño cada día más, sí es la familia que me acogió y que encontré en mi momento más oscuro y que me ha iluminado desde entonces, y agradezco a Rao por permitirme vivir esto.

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