CAPÍTULO XII: HAZLO POR ELLA.

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Kara POV.

Cuándo me despedí de Lena esa madrugada, con besos suaves y sonrisas plenas en nuestros rostros, me sentí feliz. Nos hicimos felices juntas, y no hay mayor placer que ver sonreír a tú amado y que la causa seas tú, y eso lo aprendí entre sus delicados brazos.

Al llegar a mi habitación, casi no pude dormir, no dejaba de sonreír y de recordar una y otra vez todo lo que había pasado entre nosotras la noche pasada y gran parte de la madrugada. Todo se veía tan sin futuro hace unos días, y ahora parece no haber límites para nosotras, y no sé si asustarme o alegrarme porque todo cambió tan rápidamente, pero escojo la segunda opción, no podría estar asustada después de la maravillosa noche que vivimos juntas. Jamás pensé que algo pudiera sentirse tan bien, hasta que estuve entre sus brazos y me dejé amar por ella.

Martha me miró curiosa cuándo desayunábamos esa mañana, cómo si supiera mi secreto y todo lo que había pasado anoche. Y para mi bien, ella no mencionó nada. Jonathan, por su parte, no habló mucho mientras comíamos, y creo saber el porqué de su silencio. Ambos debieron notar que no volví en toda la noche a casa, y no tienen que ser adivinos, para sospechar que pasó anoche entre Lena y yo. Gracias a Rao, que ninguno mencionó nada, porque me volvería roja de la vergüenza por verme descubierta otra vez por ellos.

Hago una nota mental para arreglar el desastre que hice en el techo del granero, con mi recién descubierta visión de calor. Me sentí tan asustada cuándo la expulsé por mis ojos, que casi temí haber lastimado a Lena que seguía haciendo maravillas entre mis piernas. Me sonrojo por el hilo que tomaron mis pensamientos y mi cuerpo vibra recordando todas las sensaciones recién descubiertas con Lena.

No tengo tiempo para seguir recordando lo que pasó anoche, ya que mi pequeño hermano, Kal necesitaba irse al jardín de niños, y sirvió cómo distracción de la atención de nuestros padres, y ambos salieron rápido de la casa después de terminar de desayunar para llevar a Kal, al jardín de niños, dejándome a mi sola en la silenciosa casa por un tiempo, antes de empezar a arreglarme para también ir a mi escuela.

Mis amigos casi me revientan los tímpanos, por el grito que pegaron cuándo les conté que Lena me pidió ser su novia anoche, y que por supuesto había aceptado. Sé que a ellos no les agrada mucho Lena, más aún con todos los enredos y malentendidos por los que hemos pasado y de lo que ellos han sido testigos, pero saben que Lena me hace feliz y sé que se alegran sinceramente por mí, y eso es justo lo que hacen los verdaderos amigos, y me alegra mucho poder contar con ellos en mi vida.

Lena pasó a buscarme esa tarde a la salida de la escuela. Me saludó con un suave beso en mis labios, antes de saludar a los chicos, que sólo asintieron en su dirección cómo único saludo, antes de marcharse a sus casas, dejándonos completamente solas. Ambas caminamos con nuestras manos entrelazadas por las calles algo concurridas de Metrópolis, hasta llegar a su casa. Su madre y hermano, nos dieron sus felicitaciones por nuestro reciente noviazgo, apenas nos vieron llegar con nuestras manos entrelazadas, y siguieron hablando sobre nosotras, mientras almorzábamos todos juntos en el comedor principal de la mansión. Las miradas traviesas de mi cuñado no se hicieron esperar en toda la velada, pero en vez de incomodarme, me causaba risa su expresión. Finalmente estaba feliz, con ella y con todo lo que estaba pasando en mi vida en este momento, y eso no es motivo de pena en lo absoluto.

Ambas quedamos solas después de que terminara el almuerzo familiar. Lena me abrazó, una vez quedamos solas en aquella amplia mesa, y yo me fundí entre sus brazos, sintiendo su calor envolverme enseguida. Era tan bueno estar así con ella. Nuestros labios se encontraron poco después, en suaves y pausados besos. No pude evitar recordar todo lo que había pasado la noche anterior y parte de la madrugada, y un calor ahora conocido inundaba mi bajo vientre, haciéndome profundizar nuestro delicioso beso. Ya no había incertidumbre por lo que sucedería entre nosotras, sólo deseo por lo que pasará una y otra vez, y así lo hicimos. No llegamos tan pronto cómo quisiera a su habitación, pero en mi defensa, tiendo a ponerme nerviosa con facilidad, y Lena acariciando mi piel y besándome con tanto cariño en mis labios, no ayudaban en absoluto a mi motricidad, por lo que subir las escaleras hasta su habitación, fue un verdadero milagro y entre las sedosas sábanas de su cama, recordé con mucha y deliciosa práctica, lo que es hacer el amor con mi hermosa novia .

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