CAPÍTULO II: ATÍPICO.

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Kara POV.

Todo me ha parecido muy curioso aquí en la Tierra. Y por todo, me refiero a esos dos chicos que nos acompañan, y que de ser verdad lo que me dijeron, nos llevarán a Kal El y a mí a un lugar seguro. Han de ser ellos muy amables, y las personas donde supuestamente nos llevan, deber serlo mucho más, porque recibir a dos completos extraños y extraterrestres, no ha de ser nada fácil, y mucho menos entendible. Pero quiero confiar en sus palabras antedichas. Confiar es lo único que parezco poder hacer por ahora. Y el hecho de que a estos chicos, no les molestará o asustará que no fuéramos de su planeta, parece ser un buen indicio, al menos por ahora.

Está chica, Lena, tan curiosa y hermosa, aún no sé porque sigo recalcándome esa cualidad, y debo parar de hacerlo y el que dice ser su hermano, Lex, que ahora también sé, ambos son gemelos, tal cómo mi madre Alura y mi tía Astra, que Rao tenga en su interminable luz ahora. Suspiro dolida al recordarlas, casi permito que mis lágrimas que amenazan con salir, abandonen mis ojos, pero las detengo. Me concentro en mi entorno, para alejar mis sufridos pensamientos. Y es que me parece tan extraño encontrar tantas similitudes biológicas, al menos en apariencia externa con los terrestres, por lo que logro ver en Lex y Lena, y sobre todo en fenómenos reproductivos cómo en su caso. Y aunque los gemelos en Krypton, eran muy escasos, casi inexistentes, que las primeras personas que encuentro en la Tierra sean unos gemelos, me hace pensar que al parecer, acá en este planeta, es algo más común, pienso para mí, así que si mi lógica no me falla, muy probablemente pienso que estos gemelos que ahora me ayudan, tendrán a su vez un par de gemelos más. Y serán muy lindos si comparten sus mismas facciones, sobre todo las de Lena. Y ahí voy de nuevo, ¿Qué hago pensando en sus futuros hijos? Kara, reacciona y concéntrate sólo en Kal, que aún duerme confiado en los brazos extraños de Lex. Pero me he desviado del tema, ya que ellos nos están llevando con los que llamaron señores Kent. El camino fue más largo, de lo que había mencionado Lena, pero después de varios minutos siguiéndola de cerca, al fin pude divisar una construcción que se alzaba sobre aquel suelo verde. Los Kent, eran dueños de una hermosa y amplia casa, que según Lex, era una granja. No entendí qué quiso decir con eso, pero asentí cómo si lo hiciera. También mencionó que los terrenos dónde aterrizó la nave de Kal y la parte dónde cayó la mía, también pertenecen a ellos. Los Kent eran un matrimonio. Un matrimonio sin hijos, por lo que aclaró Lena rápidamente. Ella no habló mucho en el resto del camino hacia la granja Kent, salvo para mencionar que nos encontrábamos en la ciudad de Metrópolis, en el Estado de Illinois, en los Estados Unidos de América. Pero no le presté atención a esa información que me dió, no era Krypton de lo que hablaba, y lo que menos me interesaba en estos momentos era conocer sobre este planeta, por más que me gustara su tono de voz.

Yo miraba de reojo a Kal en brazos de Lex, y estaba tranquilo, descansando en aquellos brazos desconocidos, parecía no escuchar todo lo que yo. Sentía cómo toda clase de ruidos se juntaban en mi cabeza y me daba la sensación de que en cualquier momento estallaría, gracias a Rao que no sucedió así. Lo único que me calmaba un poco, era la posibilidad de encontrar un refugio tal cómo lo dijo Lena, un lugar dónde poder estar bien. Sus palabras y los constantes latidos de su corazón, era en lo que trataba de concentrarme para alejar el resto de los molestos sonidos en mi cabeza, y por sorprendente que pareciera, estaba funcionando.

Los Kent no estaban en casa, nos dimos cuenta al llegar frente a la puerta de madera, que bloqueaba la entrada del lugar. Bueno, al menos no ambos. Sólo encontramos a la que me imagino debe ser la señora Kent, una mujer mayor que salió a recibirnos después de unos cuántos golpes dados por Lena en la puerta principal. Ella era algo baja, me recordó a mi maestra en Krypton, sólo que ella no tenía el pelo rojo intenso cómo sí lo tiene la señora Kent, no pude evitar ver la semejanza entre su cabellera y la de Lex, y tal parece que eso es otra cosa común en la Tierra. Ella nos miró curiosos a todos, sobre todo, al niño dormido en brazos de Lex. Yo no tenía idea de que decirle o cómo empezar a explicarle todo, pero gracias a Rao, Lena habló y terminó el incómodo silencio que se había formado.

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