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Jungkook

No había nada mejor que una taza de café recién hecho por la mañana y lograr que despidieran al ex-novio de Chucks.

Le entregué mi agenda a Dahyun.

—Quema la página de hoy. Tengo que encargarme de un asunto.

En concreto, lo que iba a hacer era reunirme con cada uno de los peces gordos que habían aceptado las nuevas campañas publicitarias y mostrarles un gráfico que había impreso con los índices de audiencia como último recurso para salvar este barco a la deriva.

Puede que hubiera exagerado un poco cuando hablé con Namjoon el viernes por la noche.

Por el momento, no tenía ninguna intención de dimitir de OBC, independientemente de la publicidad que emitiéramos, pero tampoco quería mentirle. Estaba escuchando ofertas de otros canales para que los peces gordos se enteraran por sus topos y comprendieran que no bromeaba con marcharme si no solucionábamos el problema.

Hablar con mi vieja amiga Liying para que despidiera a Yang y contarle que el imbécil había intentado recuperar a mi novio no era necesario, pero era un buen extra. A Liying, con quien estudié en Harvard, no parecieron gustarle las payasadas de su nuevo novio. Yifeng, el padre de Namjoon, también parecía estar de mi lado, ya que había sido él quien me había contado lo de Liying.

En cuanto a Namjoon, tenía que dejar de mirarme el ombligo de una vez, invitarlo a comer y disculparme por haberme comportado como un idiota. Una vez más. Se había ido en taxi en medio de la noche a pesar de que habíamos dejado las cosas a medias (a diferencia de los orgasmos).

—Sí, señor. Ah, por cierto, el joven Choi está aquí. —Dahyun se apuntó mis instrucciones de la mañana.

Di un trago al café y guardé las estadísticas de la semana en una carpeta que abultaba mucho.

—¿Choi Minki? —pregunté con una ceja arqueada.

—No, señor. Choi Minho. Dice que quiere protagonizar su historia.

Levanté la mirada y vi que se mordía el labio inferior para evitar sonreír. Yo sonreí. Por fin empezaba a pelear. Nunca lo habría hecho si no fuera por Namjoon.

En cuanto a Minki, debía de estar muy borracho, porque de ninguna manera se habría atrevido a venir si no fuera así. Joder. Eran las nueve de la mañana.

—Imposible. Sabe perfectamente que está a un paso de que le ponga una orden de alejamiento. —Minki no solía levantarse antes del mediodía.

—Pues está aquí y está llorando.

—Me preocupa más saber si está vestido. —Metí la carpeta en el maletín de piel.

Dahyun parpadeó confundida e inclinó la cabeza hacia un lado.

—Sí, señor. Está vestido.

Chasqueé los dedos hacia la puerta.

—Hazlo pasar.

Al cabo de unos segundos, Minki estaba en mi despacho. Llevaba una ropa sencilla. Sorbió por la nariz, las lágrimas le caían como si tuviera un grifo estropeado en lugar de ojos. Se limpió las mejillas y la nariz con la manga de la chaqueta. Tenía muy mal aspecto, pero eso me daba igual.

—¿Qué pasa?

—Mi abuela ha muerto —dijo sollozando.

Me levanté y corrí hacia él. A pesar de todo lo que me había hecho, odiaba ver a alguien perder a un ser querido. Yo adoraba a Madelyn y no me había podido despedir de ella. Ella ni siquiera sabía que yo había ido a verla.

CONVERSE (KOOKNAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora