Epílogo

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Jungkook


Seis meses después...



—Tienes una pinta deliciosa.

Namjoon y yo acabábamos de casarnos en la galería del hotel Oh Towers, en una ceremonia que preparamos, más o menos, en cuatro días.

Aunque ya le había pedido matrimonio en su habitación, el día que Dean dimitió como presidente de OBC me arrodillé delante de todo el mundo en la redacción y le di el anillo de verdad, el que costaba el doble que el piso en el que vivía con su padre.

Eso había sido veinticuatro horas después del enfrentamiento con mis padres en el despacho. No nos habíamos molestado en planear la boda hasta la semana pasada porque no nos importaba.

Estábamos juntos.

No teníamos que escondernos.

El mundo podía masturbarse y correrse sobre mi nuevo traje. Me daba igual.

—Tú tampoco estás nada mal —responde él.

Mi novio lleva mis Converse blancos favoritos debajo de un traje barato que ha comprado vete a saber dónde.

El DJ lleva dos horas poniendo canciones de The Smiths, The Strokes y The Shins, pero, aparte de Baekhyun, Ji Eun, Junmyeon, Taeyeon, Tiffany, Eunwoo, Jessica y Dahyun, casi nadie ha salido a bailar.

Antes, cuando Junmyeon me ha dicho que se alegraba por mí, le he creído.

Tiene todas las facciones intactas, así que pueden imaginar cómo es nuestra relación ahora.

Además, no pasé todo el rato enfurruñado en la fiesta que Eunwoo, Junmyeon y Donghae (no pienso llamarlo con la palabra que empieza por «P», a no ser que me refiera a lo que tengo debajo de los pantalones) me prepararon como despedida de soltero.

Namjoon me dijo que estaba orgulloso de mí por esforzarme y tomármelo con deportividad. Le dije que esa noche tenía que hacer un poco de ejercicio cardiovascular, así que más le valía ser buen compañero de equipo.

—¿Piensas que no estoy mal? —dije con el ceño fruncido.

—Estás muy guapo, pero me gustas más de otra manera.

Incliné la cabeza a un lado, sabía a qué se refería.

—¿Cómo?

Asintió.

—Desnudo y con la cabeza entre mis piernas.

No firmamos un contrato prematrimonial. Mi madre y Dean lo habían hecho y habían acabado muy mal. Hay algo profundamente revelador en intentar cubrirse las espaldas por si las cosas salen mal cuando uno se compromete con alguien. Kim Namjoon es la única persona a la que quiero ver cada mañana y al que quiero dar un beso de buenas noches al acostarme. No me planteo la opción de admitir una derrota en nuestro matrimonio.

El invitado de honor, nuestro cachorro Bichon Frisé, Oh Xi Chuck Vivi, corre entre las piernas de la gente, ladra y tira de los vestidos.

La escultura del guerrero nos ha observado mientras intercambiábamos los votos y hace lo mismo ahora que estamos cortando la tarta. Nuestro pastel nupcial es una libreta gigante y roja, como Kipling, en la que se lee:

Enhorabuena, señores Timberlake y Spears. Naturalmente, eso había sido idea de Baekhyun.

Le acerco a mi esposo un trozo de pastel más grande que su cabeza para que le dé un bocado, y él lo muerde entre risitas. Aprovecho la oportunidad para inclinarme hacia él y susurrarle:

CONVERSE (KOOKNAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora