XXII

839 51 26
                                    

El dolor se esparcía por todo el brazo de Serena. Estaba apoyada en los brazos de Jem mientras que Tessa ayudaba a Dean a andar. Los dos muchachos habían sido los que se habían creado la explosión y los que habían sacado a los chicos de ahí después de ver como Dean y Serena se habían hecho la runa de Parabatai el uno al otro en el mismo brazo. Scott había sacado a Dean en brazos de la casa en llamas mientras Serena se dejaba arrastrar por una fuerza inexistente. En ese momento se habían encontrado a la pareja fuera de la casa, con un colgante entre las manos de Tessa apretándolo con fuerza. No habían dicho palabra alguna desde su salida de la casa abandonada. Scott no mostraba expresión alguna mientras que Dean se aguantaba en los hombros de Tessa y de Scott para poder caminar. Serena estaba pálida, había usado todas sus fuerzas para sacar a Dean del suelo partido e incluso había salido una fuerza que no existía dentro de ella, cómo si la cogiera de otro lado, como si Dean y ella compartieran una misma fuerza. La runa estaba empezando hacer su efecto, Dean y Serena ya compartían su alma. Los ojos de la chica se cerraron y su cuerpo tocó el suelo de cansancio.

* * *

Serena abrió los ojos. Estaba estirada en su cama, como muchas otras mañanas con su pijama puesto. Recordaba la noche anterior, y todas las marcas que deberían estar por todo su cuerpo, pero en lugar de cicatrices habían iratzes  por todo su cuerpo, y al lado de su brazo, la runa parabatai que compartí con Dean. A su lado, en un sillón, estaba su madre, con las manos llenas de pintura, como la mayoría de veces que se ponía nerviosa. Sus ojos estaban cerrados por el cansancio con ojeras decorando sus ojos. Sus manos entrelazadas entre si con su anillo Fairchild, con las alas sobresaliendo de este,  entre ellas. La puerta se abrió en un susurro y su padre entró en la habitación. Jace miró a su hija, rubia, pálida, con los ojos entristecidos y con los brazos boca arriba.

- Serena... - Susurró Jace.

- Papá...

La chica se incorporó de la cama y con dificultad caminó hasta su padre el cual la cogió por los hombros y la acercó a él en un suave abrazo.

- No deberías levantarte de la cama cariño. - Dijo el joven ayudando a su hija a tirarse en la cama.

- Lo siento... - Se disculpó la muchacha.

Los ojos de Clary se abrieron de par en par al escuchar a su hija y a su chico hablar. Se levantó de su asiento y se acercó a su hija.

- Ser... Ai mi niña.

Clary abrazó a Serena con todas sus fuerzas. La puerta volvió a abrirse y en ese momento Luke y Jocelyn entraron por la puerta a toda risa corriendo. Se lanzaron en dirección a la pequeña Herondale con todas sus fuerzas, y en ese instante Jocelyn, la abuela, habló.

- ¿Por qué te pareces a tu padre? - Preguntó al apartarse de ella.

- ¿Pero que he hecho yo ahora? - Preguntó Jace repente.

Luke y Jocelyn se giraron para mirar al chico cuando Clary habló.

- Lo dicen por la runa, ¿no?

Los abuelos de la chica asintieron.

- Tenía que salvar a Dean.

* * *

- Mamá. - Dijo Dean al acabar de ducharse.

- ¿Qué?

- Pásame la ropa, necesito vestirme.

Isabelle le pasó la ropa a su hijo abriendo la puerta y sin mirar hacia dentro. La marca del parabatai se veía por el espejo. Isabelle se había tomado a mal el hecho de que su hijo compartiera el alma con Serena, y no era porque le cayera mal, todo lo contrario, era como una hija para ella, pero el hecho era que habían sido pareja, y que dos parabatais no podían sentir nada más que amistad por el otro. Pero se había percatado de algo, y es que el cariño que existía en ese momento entre los dos adolescentes era un aprecio como el que existía entre Simon y Clary, un cariño entre hermanos. Dean salió del cuarto de baño, llevaba puesta una camiseta de manga corta gris y un tejano negro y en chanclas. Tenía el pelo mojado y se le caían las gotas por su rostro.

- ¿Dónde está papá? - Preguntó al salir.

- Ha ido a cogerte algo para comer. - Dijo ella doblando la ropa de su hijo.

- No tengo hambre.

Isabelle alzó la mirada y miró a su hijo. Parecía cansado y estaba envuelto en runas curativas por el hecho de haber estado atado a una cruz de madera durante toda la estancia con los secuestradores. Alec y Magnus habían estado investigando sobre que era lo que realmente querían hacer con ellos, pero no habían encontrado nada, o eso habían dicho ellos. La puerta se abrió de repente. Simon entró con un trozo de pan y chocolate en un plato con un vaso de leche.

- ¿Sabes que no soy un niño? - Preguntó Dean a su padre al verlo entrar.

- Sí, claro que lo sé.

- Vale, ¿sabes que no soy un gato o un ratón?

Simon puso los ojos en blanco.

- Yo nunca me transformé en un gato. - Dijo el padre.

- Ya, pero si en un hámster. - Comentó Dean entre risas.

Izzie se puso a reír, pero vio como su hijo empezaba a tocar su runa de parabatai en el brazo. La miraba desconcertante, aun no se había acostumbrado a tenerla en su brazo, ni de pensar que su mejor amiga iba a estar unida a él, hasta que la muerte les separará tanto a ella como a él.

- ¿Qué te pasa? - Preguntó Simon al sentarse junto a él.

- Nada, solo que se me hace extraño verla en mi brazo. - Dijo extrañado. - Se la había visto a Jace y al tío Alec, no sabía que era realmente tener esa marca en tu piel, y ahora lo empiezo a sentir... a notar. Ahora noto que estoy ligado a ella, más de lo que lo había estado antes.

- ¿Por qué os hicisteis parabatais? - Preguntó instintivamente.

- Estábamos en peligro...

- No Dean... No pregunta eso...

- Erais pareja... ya sabes que significa que es ser parabatai.

- Lo sé mamá, sólo es que nuestra historia ha acabado. Ahora ella tiene a Scott y yo... bueno...

- ¿Y tú? ¿qué? - Preguntó su madre.

- Creo que... bueno... tío Alec es mi referente, en lo que se refiere al amor.

* * *

Scott seguía sentado frente al fuego con Tessa acariciándole el pelo. El sentido maternal de la muchacha había aflorado al ver a Scott tan hecho polvo por los momentos pasados por el secuestro. Tanto Dean como a Serena los habían criado para pasar por ese tipo de cosas, e incluso tenían a su familia con ellos. Scott, en cambio, había sido criado como lo que era, como un mundano y no tenía su familia con él, aunque nunca los había tenido para él. Su padre era un borracho que pegaba a su madre, y su hermana pequeña... se la habían llevado los servicios sociales al enterarse de los maltratos de su padre. Él se escapó de su casa de acogida, y al llegar a la mayoría de edad quiso volver a estudiar y seguir adelante él solo, y lo había conseguido hasta el momento en que llegó al instituto. Fue un mal momento para él ver como sus amigos tenían a su familia, y él, en cambio, no tenía a nadie que le defendiera ni que le quisiera como aquella familia se amaba. Sentía el calor de las manos de Tessa en su cabello, algo que su madre no había hecho nunca.

- Tessa, deberías parar. - Dijo Scott.

- No tranquilo, no me importa hacerlo.

La muchacha sonrió cuando el chico le devolvió la sonrisa.

- Scott. - La voz de Jem sonó desde el otro lado de la sala. - ¿Podemos hablar contigo?

El chico asintió y Jem se acercó a ellos sentándose en una de las butacas. Miraba a Scott con ternura, mientras le daba la mano a Tessa.

- Hemos hablado con la clave. - Comentó el hombre de más de treinta años. - Y nos gustaría saber si realmente quieres ascender.

El chico los miró perplejos, asintiendo levemente.

- Si... No quiero ser una carga para los nefilims, más bien quiero ayudarles.

- Entonces... nos gustaría adoptarte nosotros y que seas un Carstairs. - Finalizó Tessa.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora