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Abrió los ojos y lo primero que vió era la cara de su chico con ojeras, cansado, mirando hacía ella. Su mano izquierda estaba apoyada en la de ella, mientras observaba como le empezaban a caer lágrimas a su chico.

- Pequeña, casi te perdemos. - Dijo abalanzandose sobre ella.

- Dean... necesito respirar.

El chico se apartó de ella con cuidado para mirarla a los ojos. Los tenía verdes oscuros, pero brillantes. Podían diferenciarse de la púpila. Se la veía cansada, incluso más de lo que estaría después de luchar contra demonios menores.

- Se te ve mal. - Comentó ella incorporandose del camastro.

- Tú estás mucho peor. - Dijo medio sonriendo.

Serena se lanzó al cuello de su chico. Él encerró a su chica entre sus brazos mientras le olía el cabello. Ella estaba apoyada en el hombro de él, imaginando una vida en la que no tendrían que luchar, únicamente pelear por estar juntos, en un instituto donde sólo aprendieran las materias normales, como matematicas, historia... un instituto similar al que acababan de corromper hace pocas horas. Seguían abrazados hasta que Scott entró por la puerta.

- Serena, estás bien. - Dijo animado.

Se acercó a la pareja y la chica soltó a Dean de golpe para abrazar al otro chico. El muchacho se quedó mirando petrificado a su novia, ella le había apartado y ahora estaba abrazando a otro.

- Estoy bien, pero... ¿tú lo estas?

El mundano estaba sorprendido del trato de su amiga, nunca le había tratado de esa manera. Ella se sentía aliviada que los dos chicos que le importaban estuvieran bien. Lo había pasado mal en aquellos instantes con el rubio de ojos oscuros, y ahora, incluso cuando él no estaba, estaba aterrada de que pudieran ir a por los suyos, a por su familia y amigos.

- Me alegro que los dos esteis bien. - Dijo finalmente ella.

El muchacho mitad ángel se levantó de la cama de la muchaha y salió por la puerta con Serena detrás de él. Iba pisandole los tacones mientras él seguía caminando hasta que se metió en uno de los baños comunitarios del Instituto. Ella entró tras él.

- Necesito que hablemos.

*  *  *

Serena había dejado solo a Scott en su cuarto. No sabía que hacer, estaba en una habitación ajena y femenina. El chico se sentó en la cama de su amiga, donde ella, hace unos minutos estaba estirada inconsciente. Se tiró en ella y miró el techo. Se quedó observando, mientras le embrigaba el olor de su amada. Se levantó cansado y abrió la cajonera. Dentro de ella había una foto, una foto de los tres, de cuando empezaron a juntarse con él. En esa foto estaban los tres en el banco de las afueras del patio, Serena con su camiseta blanca de encaje por los brazos, y con sus pantalones tejanos pitillo, en botas negras sin tacón y con el pelo rizado. Dean iba con una camiseta de manga larga verde oscuro y unos pantalones tejanos y bambas, y él, llevaba sudadera gris con tejanos y bambas grises. Serena estaba en medio, dandole un beso a su chico, y dandole la mano a él. En ese momento él ya sabía que estaba enamorado de la novia de su mejor amigo, y eso no le gustaba. Le dolía sentir cosas por una amiga, y más una amiga como ella, que era realmente única, tanto como chica como amiga y como persona. El chico guardó la foto otra vez, y al cerrar el cajón, se abrió el siguiente, el de la ropa interior de la chica.

- Upss...

Intentó cerrarlo, pero no pudo al ver la ropa que podía llear su amiga. Toda la ropa interior que tenía, en ese cajón al menos, era de encage y de colores oscuros, salvo uno que recuerdó perfectamente, de una vez que se lo vió sin querer. Blanco y rosa, en las dos partes del conjunto, y a un lado su bikini favorito, uno en el que ponía su nombre, y en la parte de atrás, de la parte inferior, una colita de demonio. Sonrío al verlos, le entró la risa, y olío la ropa... Al hacerlo le recordó a un psicopata sexual. Lo volvió a dejar en su lugar y salió por la puerta sonriendo plenamente.

*  *  *

Magnus llevaba horas investigando a los suyos, a ver que brujo habría podido ayudar a Lilith a traer de vuelta a los Morgenstern, pero no había dado aun con resultado alguno. Mantenía los ojos abiertos delante de uno de esos antiguos libros llenos de hechizos y de encantamientos. Se levantó del escritorio y se dirigio a la cama junto a Alec. Ya había anochecido, las estrellas ya estaban en su lugar en el cielo. La luna ya esta reinando entre cada cuerpo celeste.

- Magnus, ¿qué hacías? - Dijo el chico medio dormido.

- Nada, leyendo.

El chico se giró en la cama para mirar a su pareja. Se acurrucó más a él, le besó en la frente y el brujo, aún con purpurina en el pelo, dejó besarse por el muchacho cazador de sombras. El beso se alargó hasta que ambos se quedaron dormidos abrazados.

*  *  *

- ¿Qué te pasa? - Preguntó Serena.

Dean estaba apoyado en uno de los grifos del baño, mirando al espejo, clavando la mirada en Serena.

- Desde que Scott está aquí... Nuestra relación no es la misma. - Dijo el chico cabizbajo.

- ¿Estás celoso?

Levantó la mirada, tenía a su chica más cerca de él.

- Sinceramente, si, bastante.

Se giró. La tenía a milimetros de él. Sentía su respiración en su rostro.

- No deberías. - Dijo ella picaramente.

- ¿No?

- No.

Ella levantó el rostro y se inclinó para besarle. Un beso dulce lleno de fuego en su interior. Las manos del muchacho se colocaron en la cintura de ella para subirla a la pica que tenía más cerca. No separaron los labios el uno del otro excepto en el momento en el que Serena se quitó la camiseta con la ayuda de Dean. El chico ayudó a la chica a quitarle la camiseta. El descontrol entre ambos era evidente. El chico paso sus labios por el cuello de la chica, pasando la lengua por cada rincón del cuello de ella. Subió otra vez sus labios junto a ellas, y los repasó con su lengua, hasta insertarla en la cabidad bucal de su novia. Ella aprovechó para coger sus labios con sus dientes y los mordió con sensualidad.

- Dean... - Dijo la chica entre gemidos.

- ¿Qué?

- No pares cielo.

Serena gritó placer cuando de repente, la ropa de ambos cayó al suelo.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora