XI

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Alec llevaba horas despierto mirando en dirección a su chico. Incluso dormido parecía cansado. No sabía en que líos se estaba metiendo su pareja, pero aunque se lo preguntará, sabía que no se lo iba a contar en ningún momento y bajo ninguna circumstancia. Se giró para mirar al techo pensando en que podía hacer para ayudar tanto a su parabatai como a Magnus. Se levantó de la cama y se pusó los pantalones tejanos que el día anterior había dejado encima de una de las sillas del cuarto de magnus y se dirigió al despacho del brujo. Estaba cerrada con llave. Volvió al lado de la cama y buscó, a tientas, su estela. Se desesperó al ver que no la encontraba. De repente se acordó, estaba en la mesa de Magnus, en uno de sus cajones, así que en silencio se acercó, lentamente, hasta el lado del dormitorio del brujo. Iba mirando a su chico para vigilar que no se despertará. Abrió el cajón, el cual no chirriaba, y cogió su estela. Volvió a cerrar el cajón.

- Mmmmmm... - Murmulló el brujo sin despertarse.

Alec, con cuidado, se fue apartando de él para no acabar de despertar a su pareja. Se dió, de espaldas,  con la puerta del despacho y se giró. Mantenía la estela apoyada sobre la pared. Hizo una runa de apertura para poder abrir la puerta. Entró sin hacer ruido y se dirigió a la mesa. Allí había un gran libro viejo de páginas desgastadas y con bonita letra. Todo aquello escrito estaba en latín, no pudo traducirlo bien, era una especie de latín culto mezclado con hebreo y griego. Era dificil entender todo aquello que ponía. Cogió boligrafo y papel y empezó a escribir aquello que entendía.

- Hechizo... muerte... vivir... - Susurró mientras apuntaba.

- Es un hechizo para revivir a los muertos. - Aclaró Magnus.

*  *  *

Scott estaba tumbado en su cama mirando al techo, no había podido dormir esa noche. Se había pasado todo el rato en vela, pensando en Serena. Cada día estaba más seguro de que lo sentía por su amiga. Cada noche se iba a dormir pensando en ella y se despertaba buscandola a su lado de la cama, pero jamás la encontraba. Quería levantarse de la cama y ir a buscarla, pero sabía que no era lo correcto, que ella estaba con otro chico, su mejor amigo. Cerró los ojos y se durmió.

*  *  *

- Dean... - Susurró Serena tirada en la cama del chico.

- Dime pequeña.

Ella levantó la mirada de la almohada y miró a su chico antes de besarle.

- Ha estado genial.

El chico cogió a su chica antes de la cintura mientras empezó a besarla con pasión. Cuando de repente alguien abrió la puerta del cuarto de Dean, llamandole a gritos.

- ¡Dean Lightwood!

-¡Mamá! - Gritó el chico al ver a su madre mirando en su dirección con la cara desencajada.

- Por el ángel. ¿Qué ha pasado aquí?

Serena estaba avergonzada al ver a Izzie mirandola con los ojos como platos. Se metió sabanas abajo, tapandose entera, sin dejar ver un cabello rubio por ninguna parte, mientras Dean se iba vistiendo por debajo de las sabanas. Él se levantó con los pantalones tejanos recién puestos, y se acercó a su madre.

- ¿Qué pasa mamá? - Preguntó buscando su camiseta.

- No no... ¿qué ha pasado aquí?

Ambos niños se quedaron mirandose, picaramente, mientras ella iba vistiendose en la cama. Los pantalones pitullo y la mini sudadera roja. Estaba bien tener ropa en la habitación de tu pareja, se decía Serena asi misma.

- No ha pasado nada. - Dijo Serena al levantarse de la cama.

- ¡Clary! - Chilló Izzie saliendo al pasillo.

- La hemos cagado ¿no? - Dijo Dean acercandose a la rubia.

- Creo que si.

Izzie volvió a entrar en el cuarto de su hijo, y se sentó en la mesa. De repente un pelo rojo apareció por la puerta. Una chica de pelo pelirrojo recogido con cin una cola en alto.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó mientras se limpiaba las manos de pintura en un trapo.

Izzie se giró para mirar a su amiga.

- Estaban juntos en la cama, los dos, desnudos.

Clary miró a su hija con los ojos abiertos. Sonrió.

- Serena...

- Perdón mamá.

Dean miró a su chica.

- No te disculpes hija. - Dijo la pelirroja.- No entiendo porque lo haces.

Madre e hija estallaron en risas. Los dos Lightwood se miraron entre ellos como si no entendieran nada.

- No importa Dean.

Izzie estaba boquiabierta.

- Clary...

- Izzie son adolescentes, dejales que hagan lo que les plazca. Como si tú ni yo lo hubieramos hecho antes. - Dijo intentantado salir por la puerta.

- Pero... son niños... - Dijo Izzie.

- Son incluso más mayores de lo que eramos nosotras.

Ambas madres se embarcaron a una discusión sin final. Hasta que Jace apareció por la puerta.

- Chicos, Serena... Scott...

Serena se giró de repente al oír a su padre.

- ¿Que pasa con Scott?

- Scott está inconsciente.

*  *  *

Todo estaba oscuro, no veía nada. Scott estaba estirado en una cama, mientras tres personas le miraban.

- Te salvaste en la vida real...

Una voz fememnina surgió de entre las sombras. Esa chica, ese demonio mejor dicho, estaba sentada en una de las butacas. El chico se alteró, se levantó de repente. Los dos individuos que no reconocía estaban cada vez más cerca de él.

- Esto es un sueño, del que no creo que salgas.

Un chico rubio de ojos oscuros, se acercó a él. Pasó por su alredor.

- Jonathan, no le asustes. - Dijo el otro hombre.

- Entonces... ¿Para qué estamos aquí? - Pregunto ese muchacho.

- Para hablar con él. - Aclaro la deminio.

- ¿Qué quereis de mi? - Preguntó Scott.

- De ti nada... De la gente con la que estás viviendo. El amor que sientes por mi nieta ta hace el mejor peón.

Scott se quedó pensando, ¿su nieta? ¿Serena?

- No... no.... no entiendo

Los tres avanzaron hasta él. Se quedaron mirandole. Ella avanzó y se puso delante de él. Su mano fue al pecho del chico.

- Ahora, tú serás nuestros ojos y nuestros oidos.

- Yo no quiero... No lo haré...

Los dos hombres sonrieron.

- Si lo harás, si, como que nos llamamos Morgenstern.

*  *  *

Serena estaba mirando el cuerpo del chico mientras tenía la estela en su piel. No podía hacer ninguna marca, él unicamente era un ser humano, no tenía ninguna parte ángel como tenía ellos.

- ¿Qué podemos hacer?

- Serena... es humano, no le podemos ayudar en nada cariño. Lo siento.

Todos se fueron de la sala excepto ella que se quedó sentada en el sillón mirando a su amigo mientras Dean le traía una taza da café.

- Si despierta... Ascenderá. - Concluyó la chica antes de darle un sorbo al café.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora